Un western que descubrí relativamente “tarde”
en mi vida cinéfaga, pero del que quedé prendado para siempre desde aquel
momento. Posteriormente lo he adquirido en DVD y revisitado en dos nuevas
ocasiones. Cuenta también con un estelar trío de actores de la época como son Gary Cooper, Richard
Widmark y Susan Hayward, al que
secundan, entre otros, Hugh Marlowe, Cameron Mitchell y Víctor Manuel Mendoza.
Lo dirigió el no menos notable Henry Hathaway
en 1954 y su título original es Garden of
Evil.
Tiene como particularidad su ubicación en
México, en una inhóspita zona que recibe el nombre que da título al film.
Cooper, Widmark y Mitchell se ven obligados a desembarcar en un pequeño
pueblecito cuando el barco en el que viajaban se avería. Aburridos y
desocupados, no dudan en aceptar unirse a una valiente mujer (Hayward) que
ofrece una recompensa a quienes le ayuden a rescatar a su marido, que ha
sufrido un accidente en la mina en la que trabajaba. Para ello, y ayudados
también por un hombre de la localidad, atravesarán peligrosos territorios en los
que acechan los sangrientos apaches.
Hay westerns que podríamos llamar “urbanos”
que transcurren íntegramente en un pueblo o ciudad, mientras que otros nos
transportan a lejanas praderas, selvas, bosques, montañas… Me encantan estos últimos
porque son a la vez maravillosas y sugerentes películas de aventuras y por los
bonitos paisajes que muestran, y El
jardín del diablo es un ejemplo perfecto de esta variante del género.
Siempre recuerdo de esta película la secuencia en la que llegan a las ruinas de
una misión española, lo que, junto con el pueblecito enterrado en lava tras una
erupción y la zona repleta de palmeras que se ven en el film, le dan una
imaginería muy particular y atípica.
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