"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 30 de abril de 2012

Cartelera Ruthwen: Los juegos del hambre

Las películas futuristas que nos proponen brutales concursos o deportes no son nada nuevo. Sin complicarme demasiado en recordar, me vienen a la cabeza de inmediato cosas como Rollerball (1975), Perseguido (1987), Battle Royale (2000) o La isla de los condenados (2007). Quizá lo más original que Los juegos del hambre puede añadir a esta larga lista es que nos presenta como protagonista a una muchacha adolescente, teóricamente más desvalida y vulnerable (aunque una experta arquera) que los musculosos y violentos protagonistas de la mayoría de los títulos citados. Esta particularidad ayuda quizá a dotar a la historia de un ingrediente de miedo y tensión que muchos de los otros filmes citados no transmiten.

La película logra entretenerme la mayor parte del tiempo, y sólo flojea para mí al final cuando se quiere insistir demasiado en ciertos aspectos sentimentales como la relación entre la chica y su compañero. Lo mejor que tienen todas estas historias de ciencia ficción es el claro mensaje –que, me temo, pasará inadvertido o ignorado por la mayoría de espectadores– de denuncia de una sociedad y de un gobierno que, aún siendo de una historia inventada y llevada a extremos, están muy, muy cerca de los reales. Y algo parecido se puede decir del tremendo poder de atontar a la gente que tiene la televisión con sus concursos, competiciones y programas similares. Aún no se mata a la gente, pero se ha estado cerca con realities morbosos y de mal gusto que han puesto en peligro la integridad y las vidas de algunos de sus participantes en los últimos años.

Los juegos del hambre (The Hunger Games) está dirigida por Gary Ross y protagonizado por un valor muy en alza como es la joven Jennifer Lawrence, a la que acompañan entre otros Wes Bentley, Woody Harrelson, Josh Hutcherson, Stanley Tucci, Lenny Kravitz y el impagable Donald Sutherland, y está basada en una serie de libros de la autora Suzanne Collins que, tengo que admitir, desconocía totalmente por no ser un tipo de literatura que despierte mi interés.

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