Estas últimas semanas me estoy reencontrando casi a diario con un viejo y querido amigo de la infancia: la Pantera Rosa. La razón es que adquirí en el quiosco una colección de 8 DVDs con más de sesenta episodios de la clásica serie de dibujos animados y todos los días estoy viendo unos cuantos. Los discos habían aparecido en varias entregas con un periódico, pero yo los conseguí sueltos a razón de 1 eurito la unidad.
El clásico personaje creado entre Blake Edwards y Friz Freleng para los créditos de la película del mismo nombre de 1963 (en la que es un diamante) es uno de los más tempranos recuerdos que tengo de mi infancia, especialmente a través de cromos y álbumes (uno de ellos, de trenes) que salían en los pastelitos Bimbo y que mis padres y abuelos me compraban en un pequeño colmado de mi barrio. Por supuesto, recuerdo también el propio espacio televisivo, con aquel simpático personaje de un color tan original, sus entrañables fondos casi minimalistas, los imposibles físicos del show, la música de Henry Mancini, los títulos en los que siempre aparecía la palabra “rosa”, y toda esa serie de compañeros de la Pantera como eran el Oso Hormiguero, el “Hombrecillo” blanco, narizón y bigotudo (una caricatura del propio Freleng) o el mismísimo Inspector Clouseau. Revisitando todos estos episodios de los años 60 (¡ya eran viejos incluso cuando yo los descubrí de niño!) me doy cuenta de que todavía recuerdo muchas de sus escenas, gags y argumentos. Me encanta sobre todo que prácticamente no tengan diálogos y, ahora que soy más mayor, me maravilla y sorprende que esa violencia tan clara que tienen estos y otros dibujos infantiles (también tebeos: véase Bruguera) no levantaran en su época las protestas de los preocupados padres y protectores de turno. Según algunos psicólogos, los que crecimos viendo algo tan agresivo deberíamos ser ahora criminales convictos o en fuga.
Repasando en lnternet, leo que la primera etapa de la Pantera Rosa en televisión se extendió desde 1963 hasta 1980, que en total protagonizó en ese lapso 124 cortos, muchos de ellos estrenados en pantalla grande y que el divertido felino llega a hablar en unos pocos. Por supuesto, ya en décadas más recientes hubieron nuevos episodios en los que hasta se casaba y tenía hijos, pero apenas vi alguno de ellos. Supongo que ya me pilló en una edad inapropiada y en una época diferente.
Tengo esa colección de DVDs pendiente de ver, ya te comentaré algo cuando saque tiempo para verla.
ResponderEliminar¡Ok!
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