"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 15 de abril de 2012

Titanic

La historia del Titanic siempre me fascinó. Desde bien pequeño tuve la suerte de familiarizarme con muchos hechos y personajes históricos por medio de cosas como colecciones de cromos, kalkitos, tebeos, etc, y el trágico naufragio de hace un siglo figuraba entre todos estos datos e información que yo asimilaba con interés en mis tiempos infantiles. Con los años, acabé viendo muchas películas y series relacionadas de una u otra forma con el transatlántico. El popular largometraje de James Cameron –enésima adaptación al cine del suceso– también me gustó cuando lo vi en su estreno. Aunque su argumento no sea muy diferente al de tantos otros filmes precedentes (como La última noche del Titanic de Roy Ward Baker), es obvio que el potencial que proporciona la infografía digital moderna permitió al director mostrar en pantalla escenas e imágenes imposibles de rodar con tanto detalle y realismo tan sólo unos años atrás, lo que convierte sin duda al film en un grandísimo y fascinante espectáculo visual, sobre todo a partir de que empieza el dramático hundimiento. Nunca he vuelto a verla, porque considero que es una cinta que pierde toda su fuerza fuera de un cine, y tampoco tengo muy claro si acudiré a su reestreno en 3D. Por cierto: considero que es una película muy, muy morbosa. Me hace gracia que luego se metan con aquellos a los que nos gusta el cine de terror, cuando la obra de Cameron rezuma muerte y sufrimiento por todos los lados…

Se podría divagar mucho en torno a la catástrofe del barco aquel 15 de abril de 1912, sobre todo en cuestiones sociales (el notable desprecio con respecto a las clases bajas, para las que ni siquiera se previeron botes salvavidas…), pero no creo que valga la pena. Todas aquellas almas descansan hace mucho tiempo en el fondo del mar…

2 comentarios:

  1. A mi como a ti, me fascina enormemente toda la mitología que rodea la historia del Titanic (igual que me sucede con la de Jack el destripador). Son dos sucesos históricos que la cultura popular (películas, novelas, cómics y documentales) han elevado a la categoría de mitos imperecederos. Fascinan, supongo, por poseer una serie de ingredientes infalibles (como tu bien dices el morbo por la tragedia debe ser uno de ellos), y fascinan también, imagino, porque con la perspectiva que nos da la retrospectiva nos convertimos en testigos invisibles, mudos e impotentes de lo que va a suceder, aunque tengamos la ventaja de conocer los fatales desenlaces desde el comienzo de cada relato. También me llama la atención el hecho de que la efeméride del famoso naufragio coincide con mi cumpleaños (aunque servidor naciese bastantes años después del referido hundimiento, que uno es mayorcete, pero tampoco tanto).

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  2. Pues.... ¡felicidades! Por cierto, yo también soy aries...

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