Etta James estaba presente en una de las primeras cintas de música de los 50 que me compré: la banda sonora de Regreso al futuro. En ella aparecía The Wallflower (Dance With Me Henry), el primer éxito de esta cantante de Los Ángeles, California, EE.UU. nacida un 25 de enero de 1938 y que nos ha dejado hoy, pues, a punto de cumplir 74 años. Posteriormente me compré un LP con sus primeras grabaciones cincuenteras, y tenía también algunos de sus grandes éxitos de la Chess, pero no fue nunca una de mis artistas predilectas, sobre todo porque encuentro la mayoría de sus temas para esta mítica casa discográfica un tanto “almibarados” con esa profusión de instrumentos orquestales y arreglos pop. Considero, no obstante, obligatorio este pequeño homenaje a una gran diva del rhythm & blues...
La carrera de James (que en realidad se llamaba Jamesetta Hawkins) recuerda a la de muchos otros artistas negros de su época: comenzó a cantar en coros e iglesias, debutó muy joven (con 14 años) y vivió tanto su mayor momento de gloria artística como su infierno particular durante los 60, cuando el sello de los hermanos Chess le publicó sus temas más populares a la vez que ella se hundía en el abismo de la heroína y de los hospitales psiquiátricos. Su carrera estuvo casi paralizada durante buena parte de los 80, para luego volver con ímpetu hasta nuestros días. Beyoncé la interpretó en la película de Darnell Martin Cadillac Records, pero a pesar de las magníficas rendiciones que de sus temas hizo la joven cantante, Etta no pareció quedar muy satisfecha con ella.
En sus clásicos If I Can´t Have You, All I Could Do Is Cry, At Last o, por supuesto, la desgarradora I´d Rather Go Blind se refleja, más o menos directamente, la turbulenta vida sentimental y personal de la cantante. Que patético, apasionado, triste y a la vez hermoso aquello de “Preferiría quedarme ciega antes que verte alejarte de mí…” que Etta cantaba en la última canción nombrada que, por supuesto, he seleccionado como homenaje…
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