Tim Burton es un director que nunca me
deja indiferente. Hasta en aquellas de sus películas generalmente consideradas
menos acertadas encuentro siempre algún aspecto interesante (normalmente, la
particular estética del
artista). La clara razón de esta simpatía por el estadounidense es que hemos bebido de los mismos mitos del fantástico
en nuestra juventud, y es difícil que
Burton seleccione un tema que yo no conozca o del que no haya oído hablar. En
el caso de Sombras tenebrosas (Dark Shadows) ya había visto el remake
televisivo de 1991, aunque no la serie original (a ambos espacios les dediqué
una entrada
hace dos años), y estaba bien familiarizado con los personajes y la idea
general de la historia. Me desconcertaba un poco que la nueva versión para
cines del clásico culebrón de Dan Curtis fuera en clave de humor, cuando la
versión que yo conocía era dramática, pero creo que Burton resuelve este
prejuicio inicial mío con acierto y gusto, dotando a su nuevo film de un aire
de comedia clásica y no de patochada humorística de esas que abundan tanto hoy
en día.
La versión de Tim Burton para pantalla grande,
al igual que las dos series que le preceden, se centra en la figura del
vampiro Barnabas Collins, quien escapa de su encierro en una tumba tras dos
siglos de cautiverio y reaparece en nuestros días, integrándose en la familia
que componen sus descendientes, alojados en la decadente mansión que construyera
su padre en días más gloriosos. Dentro de ella, y también en el pueblo cercano,
Collinsport, toda una serie de personajes de lo más peculiar y curioso, y que
incluyen a la malvada bruja Angelique, que mantiene una relación de amor-odio
con Barnabas desde el siglo XVIII, y hasta a toda una suerte de criaturas del más allá o
sobrenaturales…
Un selecto y acertado reparto encabezado por Johnny Depp y Michelle Pfeiffer |
El pasado domingo salí del cine de muy buen
humor porque, aparte de que me había salido gratis, lo pasé estupendamente con
la película. Creo que el otrora más imaginativo Tim Burton mantiene el tipo muy
bien, a pesar de que parece empeñado en recuperar todos los iconos cinematográficos, televisivos y literarios de su juventud y estar
especializándose casi únicamente en remakes. El plantel artístico –con los inevitables
Johnny Depp y Helena
Bonham-Carter– me parece ideal, y me ha encantado sobre todo ese
reencuentro entre el director y la sublime Michelle
Pfeiffer, que es a la vez mi reencuentro personal con la que fuera mi
actriz favorita en los 80, y a la que, en lo que va de siglo, sólo había visto
en Stardust y Lo que la verdad esconde. Divertidísima la aparición de Alice Cooper e impagable el cameo de Christopher Lee. También he disfrutado mucho del
cancionero del film, aunque no soy especialmente fan de la música de los 70 (¡sí
de los Carpenters!). Otro gran acierto me ha parecido, precisamente, que Burton
haya decidido ubicar la acción de la película cuatro décadas atrás, lo que sin
duda confiere a ésta un aspecto más interesante y nostálgico que si el director hubiera
resucitado a Barnabas Collins en la actualidad. Por cierto, no quiero dejar de
mencionar la breve aparición de varios de los actores de la serie original de
los 70, entre ellos Jonathan Frid en el que
iba a ser su último papel para la pantalla: el pasado 13 de abril fallecía a
los 87 años.
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