Descubrí La casa encantada (The Haunting, Robert Wise, 1963) en 1990 o poco después, una madrugada de viernes a sábado, cuando fue emitida por TVE –posiblemente en el espacio presentado por el sin par Ibañez Menta “Alucine”, ¿alguien lo recuerda?–, e inmediatamente caí bajo el “encantamiento” de la lóbrega mansión. Hasta entonces no había oído hablar jamás de Shirley Jackson, la escritora norteamericana cuya novela de 1959 The Haunting of Hill House había dado lugar al largometraje de Wise. Enseguida me interesé por dicho libro, pero igualmente pronto descubrí que no existía su versión traducida al castellano. Hube de esperar hasta 1999 para que Jan de Bont decidiera hacer un lamentable remake del film original y este diera lugar a que al fin alguien se decidiera a editar el libro en nuestro país (al menos algo bueno salió de él). Pero, vayamos por partes y sigamos el orden cronológico de los acontecimientos….
Aunque las historias de fantasmas han estado presentes en la literatura desde que esta es reconocida como tal (algunos cuentos sobre aparecidos de Daniel Defoe datan ya de alrededor de 1700), el tema de la casa encantada era relativamente novedoso cuando la escritora Shirley Jackson (1919-1965) publicó The Haunting of Hill House en 1959. Es cierto que la literatura gótica recurrió a menudo a castillos y caserones siniestros, e incluso se pueden encontrar algunos precedentes del tema en las obras de Charlotte Ridell, Henry James, M.R. James o H.P. Lovecraft, entre otros, pero creo que la idea de una casa casi con vida propia y la de un grupo de investigadores que se aventuran en ella para desentrañar sus misterios era bastante original cuando Mrs. Jackson publicó su libro hace más de cincuenta años. Admitiré, no obstante, que aunque gran aficionado a la literatura y el cine de terror, mis conocimientos sobre ambos no son exhaustivos, y es posible que se me escape algún antecesor más claro de esta temática.
La novela
La trama de la novela comienza presentándonos al doctor John Montague, filósofo y antropólogo interesado por las manifestaciones sobrenaturales y los fenómenos psíquicos, a cuyos oídos llega la leyenda de Hill House, la Casa de la Colina. Lóbrega mansión construida por el excéntrico y severo empresario Hugh Crain, durante sus ochenta años de historia cuenta con un tétrico historial de accidentes, suicidios y demás sucesos funestos que comenzaron con la muerte de la primera mujer de Crain. En los últimos tiempos, nadie ha podido habitar el lugar durante más de unos días. La escritora y sus personajes califican a Hill House como una casa “enferma” y “loca”, un lugar que “nació malo”. A este respecto es interesante hacer notar que la propia mansión es en sí el “fantasma” de la novela: una especie de entidad malévola con inteligencia propia, y por derecho el verdadero protagonista de la obra de Jackson.
Para su investigación, el doctor Montague convoca, tras una estudiada selección, a una serie de personas para que pasen con él unos días en Hill House y presencien, atestigüen y den cuenta de los fenómenos que puedan presentárseles en ese lapso. Sólo dos de los candidatos acuden: Eleanor Vance, una chica de 32 años solitaria, insegura y emocionalmente inestable que ha pasado una década cuidando de su madre enferma, recién fallecida, y que en su infancia fue testigo de un fenómeno poltergeist, y Theodora, mujer algo fría y mordaz de la que sólo sabemos que regenta una tienda y que tiene ciertas habilidades psíquicas (también se ha querido ver en ella un velado lesbianismo). Al grupo se les une el cínico y vividor Luke Sanderson, familiar de la propietaria habitual de la mansión y su futuro heredero, impuesto por la dueña del lugar. La autora no describe físicamente a ninguno de los personajes y, de hecho, se centra principalmente en Eleanor, quien está presente en todo momento de la trama y cuyas ansiedades, miedos e ilusiones conocemos constantemente a través de sus pensamientos.
Los fenómenos paranormales tardan bastante en hacer su aparición en la novela, y no es hasta pasada la mitad de esta cuando empiezan a sucederse. Hasta entonces, la escritora nos ha preparado para que vayamos conociendo a los personajes y, como en tantas otras obras de terror, los “fantasmas” internos de cada uno de ellos, especialmente los de la ya mencionada Eleanor, cobran más relevancia que los posibles espíritus del más allá que puedan manifestarse en la historia. En las obsesiones de la a veces paranoica protagonista hay quien ha querido ver docenas de posibles lecturas de la obra, incluso la posibilidad de que sea la propia Eleanor la que cause o al menos canalice las alteraciones psíquicas de Hill House o de que todo esté en su imaginación, ya que parece ser testigo de más manifestaciones sobrenaturales que los demás investigadores. En un momento dado, incluso ella misma plantea a sus compañeros si quizá no está imaginándoselo todo y ni siquiera ellos existen.
Hacia el final de la novela hacen su aparición dos nuevos personajes: la esposa del doctor, cuya visita él ya había adelantado, y un profesor amigo del matrimonio, Arthur. Señora impertinente y un tanto ridícula que llega a aportar un ligero elemento cómico a la historia, es una especie de médium con una perspectiva benévola y compasiva del mundo de los espíritus.
No desvelaré el final de la historia por si alguien desea leer el libro, tan sólo comentar que está centrado en la desarraigada Eleanor, quien a pesar de las insólitas circunstancias parece encariñarse con la casa y desea quedarse a vivir allí…
La película
El rodaje de The Haunting transcurrió en Inglaterra, siendo de esta nacionalidad la gran mayoría del reparto del film, a cuya cabeza figuraban Julie Harris como Eleanor (aquí apellidada Lance en lugar de Vance), Richard Johnson como el doctor Markway (de nuevo se cambió el apellido de este personaje), Russ Tamblyn como Luke (el único protagonista norteamericano además de Harris) y la siempre encantadora Claire Bloom como Theodora. En papeles secundarios aparecían Rosalie Crutchley como la Sra. Dudley , la estricta y algo siniestra ama de llaves de Hill House, y la canadiense Lois Maxwell -la inolvidable Moneypenny de las películas de James Bond-, que interpretaba a la Sra. Markway.
La versión cinematográfica de The Haunting of Hill House es una buena adaptación (con guión de Nelson Gidding), siempre que entendamos que se trata de eso: una transferencia de un medio artístico a otro, la condensación de una historia de doscientas páginas en una película de menos de dos horas. La mayoría de pasajes del libro se respetan, aunque no siempre en el mismo orden, así como el ambiente algo opresivo y tenso de la obra de Shirley Jackson. Los pensamientos de Eleanor que constantemente leemos en la novela los encontramos en la película a través de la voz en off del personaje, recurso muy arriesgado en el cine pero que en la cinta de Wise contribuye aún más a crear la atmósfera de miedo y paranoia de la historia.
Richard Johnson, Julie Harris, Claire Bloom y Russ Tamblyn |
Algunos cambios con respecto a la novela los podemos encontrar en los ya citados nombres de los personajes, en que Hugh Crain sólo tiene una hija y no dos, que la mansión tiene diez años más, que el doctor Markway es más joven y Eleanor llega a enamorarse de él, que la mujer de este no es mencionada hasta que hace su aparición y que su personajes es totalmente diferente (no cree en espíritus y llega con la idea de llevarse a su marido de lo que ella ve como una empresa ridícula) y que el personaje de Arthur no aparece. Hay principalmente dos pasajes importantes del libro ausentes en la película: cuando Theodora encuentra su habitación manchada de sangre, y cuando ella y Eleanor se aventuran fuera de la casa una noche y presencian una fantasmagórica escena que gira alrededor de un picnic y de un siniestro bosque.
Por lo demás, la película de Robert Wise me parece una verdadera obra maestra del cine de terror. Una lección de la que deberían de aprender muchos de los directores de hoy en día que no hacen sino ridiculizar el género con sus lamentables trabajos. No hay apenas efectos especiales en The Haunting, ni complicados maquillajes, monstruos o demás: por medio de sombras, planos con perspectivas diagonales o atípicas, contrapicados y sobre todo gracias a una trabajada dirección artística y unos cuidadísimos decorados que pueblan toda secuencia de inmensidad de objetos peculiares, la película provoca una tremenda inquietud y un asfixiante desasosiego en el espectador que desea meterse en la historia y vivirla debidamente. Y es que el terror que se sabe insinuar más que mostrar, aquel que sabe llegar sutilmente al inconsciente del espectador incluso antes que a sus sentidos visuales o auditivos, es el que más logra cautivar y conseguir su verdadero propósito: dar miedo. Particularmente hay un par de momentos del largometraje que me parecen geniales: uno es un plano de un pasillo en el que descubrimos que la puerta que hay al final de este se ha abierto misteriosamente. No hay más que negrura más allá de ella, pero esa oscuridad me parece mucho más impactante y sugerente que si se mostrara cualquier tipo de aparición o monstruo. Otra de mis escenas favoritas es cuando las dos chicas están en la habitación de una de ellas y oyen unos tremendos golpes por el pasillo y cómo algo acecha tras la puerta del cuarto y parece estar intentando entrar en él. De nuevo, creo que una lección magistral de cómo se puede inducir el miedo en el espectador valiéndose de recursos sencillos.
Un consejo para aquellos que quieran ver el largometraje: hacedlo de noche, solos y con las luces apagadas. Sólo así se puede vivir el film debidamente...
Un consejo para aquellos que quieran ver el largometraje: hacedlo de noche, solos y con las luces apagadas. Sólo así se puede vivir el film debidamente...
Revisitaciones
El tipo de argumento propuesto por Shirley Jackson en su ya clásica obra sería revistado bastante a menudo en los siguientes años: el normalmente más imaginativo Richard Matheson publicó en 1971 Hell House (La casa infernal en nuestro país), prácticamente un plagio de la novela de Jackson, sólo que más explícito y violento. Dos años después fue llevada al cine por John Hough con el título de La leyenda de la mansión del infierno (The Legend of Hell House). Y el popular Stephen King pagó su particular tributo a The Haunting of Hill House con la mini-serie Rose Red (Craig R. Baxley , 2002), que él mismo guionizó (incluso el mismo El resplandor se puede considerar una variante de la historia de Shirley Jackson).
The Haunting de Robert Wise se estrenó en la televisión de nuestro país como La casa encantada. No llegó a los cines de nuestra nación en su momento, 1963, ni llegaría a proyectarse en pantalla grande hasta más de cuarenta años después de su aparición. Actualmente se encuentra editada en DVD como La mansión encantada, quién sabe si por diferenciarla de La casa encantada (Ghosts on the Loose, comediada dirigida por William Beaudine en 1943 en la que aparecen un ya decadente Bela Lugosi y una jovencísima Ava Gardner).
En 1999, como he adelantado, Dreamworks realizó un remake de The Haunting de igual título, y que en España se subtituló con gran desacierto La guarida, como si de una cueva de ladrones o una madriguera de animales se tratara. El normalmente admirable Liam Neeson dio vida al doctor Montague, sólo que aquí volvió a cambiar el nombre original por el de Marrow, mientras que Lilli Taylor interpretó a Eleanor, Catherine Zeta-Jones a Theodora y Owen Wilson a Luke. El director Jan de Bont demostró no haber aprendido nada de Robert Wise cuando todo lo excepcional de la primera versión, toda aquella conseguidísima atmósfera de inquietud y desasosiego lograda por Wise con simples movimientos de cámara o encuadres, fue sustituida por risibles fantasmas infográficos que llegan al colmo de la ridiculez en una especie de “clímax” final en el que la casa parece desatar todas sus fuerzas contra los protagonistas y todo empieza a dar vueltas y a girar en torno al personaje de Eleanor. No soy un purista ni estoy necesariamente en contra de los remakes, pero quizá hay obras que son simplemente insuperables y que es mejor dejar estar.
Algo bueno trajo la tremenda metedura de pata de de Bont, y es que por fin la novela de Shirley Jackson apareció traducida al español (si lo había hecho antes, es algo de lo que no tengo conocimiento): la publicó Plaza y Janés en el mismo año del estreno del remake y con el título y portada de este, The Haunting (La guarida). Posteriormente (2008) ha sido reeditada por toda una editorial especializada en literatura de terror como es Valdemar, concretamente en su serie Gótica, con el nuevo título de La maldición de Hill House. Aunque yo personalmente tengo la primera versión citada de la novela, recomiendo esta segunda por la tremenda calidad de material y presentación de la colección de Valdemar, de la que poseo no pocos volúmenes.
Por cierto, aprovechando la feliz circunstancia de que los cuatro protagonistas del film de Robert Wise están vivos y de que pronto se cumple el 50 aniversario de su estreno, vuelvo a reivindicar un DVD conmemorativo para esa fecha con todos ellos recordando su rodaje y las anécdotas que lo rodearon.
* Enlaces de interés:
-Aunque, según los estudiosos, Shirley Jackson se inspiró en la peculiar historia de la Winchester House (léase aquí) para su libro, la “auténtica” Casa Encantada no está en Massachussets, EE.UU., como nos dice la novela, sino en Warwickshire, Inglaterra: Ettington Manor, una impresionante mansión con varios siglos de antigüedad, fue el lugar elegido por Robert Wise para rodar los exteriores de su film. Hoy en día es un reputado hotel conocido como Ettington Park que, a la luz del día, y complementado con todas las comodidades modernas, dista mucho de parecerse a la siniestra Casa de la Colina que una vez representó. Pero, no creáis: hay quién dice que el lugar, como cualquier veterano edificio típico inglés que se precie, tiene sus propios fantasmas. Ved si no este vídeo de youtube: http://www.youtube.com/watch?v=-FpczWUHUng
“La propia Hill House, sin recobrar la cordura, siguió alzándose en medio de sus colinas, conservando la oscuridad dentro de ella; así había estado durante ochenta años y bien podría continuar otros ochenta. En su interior, las paredes permanecían derechas, los ladrillos encajaban limpiamente, los suelos continuaban firmes, las puertas seguían cerradas, el silencio se recostaba, imperturbable, en la madera y en la piedra del edificio y, cualquier cosa que anduviese por ella, caminaba sola.”
Ahora que ya he visto la película y que me has recordado esta entrada en tu blog, te dejo por aquí mis breves opiniones que ya conoces.
ResponderEliminarEl libro no lo he leído por lo que no puedo opinar sobre la adaptación pero la película no me ha gustado especialmente. No me ha dado ni miedo ni siquiera me ha inquietado y te aseguro que a mí me gusta el cine de terror clásico pero con The Haunting no me he encontrado a gusto como espectador y más bien me ha resultado algo aburrida.
Creo que lo que menos me ha gustado ha sido la voz en off de Eleanor y eso que yo soy un ferviente admirador de ese tipo de recurso cinematográfico (la voz en off del detective que interpreta Dana Andrews en Laura es un buen ejemplo de esa voz en off que da mucha fuerza al relato) aunque seguramente es que ese personaje me ha parecido algo ridículo y la película se centra mucho en él.
No necesitaba pasar miedo, tampoco sustos o efectos especiales. Me hubiera conformado con meterme en el ambiente y no distraerme al comprobar que el relato dejaba de interesarme, lo que me ocurre más o menos cuando los cuatro personajes principales se reúnen en la casa y empiezan sus investigaciones.
la pelicula no cumple con las espectativas pero mantiene un poco la version original sin enfocarse tanto en la misma pero logra fijar la atencion en la pelicula le doy un visto bueno aceptable
EliminarLa voz en off es un recurso complicado de usar en una película, quizá por que no es propiamente cinematográfico, sino más típico de la literatura. En las pelis de detectives suele ser habitual, pero tampoco es continuo, como en The Haunting (aún así, yo siempre acabo perdiéndome en las tramas detectivescas del cine negro).
ResponderEliminarEn la película de Robert Wise, yo creo que contribuye a reforzar ese aire de paranoia de la protagonista, su miedo, su inseguridad y desasosiego. Es una película que a mí me fascinó cuando la vi por primera vez y que siempre tendré en gran estima, así que siento que esa admiración por el film no sea compartida...
la pelicula como anteriormente ya lo habis analizado reune lo que el televidnte busca en estas tramas suspenso el miedo los sentimientos que alli se reflejan un principio y un final el desarrollo que emana la interpretacion de los artistas en los personajes
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