La verdad es que me quejo con frecuencia del negocio bastante lucrativo y a menudo con pocos miramientos que hay en torno a mi actriz favorita, y no puedo negar que yo mismo contribuyo a veces a fomentarlo. Es verdad que no me compro ni bolsos, ni camisetas, ni relojes ni toda esa parafernalia que se vende con su imagen (todo lo más he tenido algún calendario), pero sí que me resulta muy difícil resistirme a los libros que se publican sobre ella y sus películas, a pesar de que tengo ya más de una docena, de que algunos se repiten, y de que otros son claros sacacuartos con cuatro párrafos mal contados y un montón de bonitas fotografías de la icónica artista (¡que no es poco para aquellos que nos deleitamos contemplándola!). Dicen que “sarna con gusto no pica”, y yo pienso además, como empedernido lector, que un libro nunca está de más, incluso aún cuando básicamente sea una colección de imágenes.
Mi descubrimiento de hoy en la librería de mi barrio ha sido la novedad Desayuno con diamantes. 50 aniversario del film de Sarah Gristwood, sobre el que poco hace falta explicar: conmemora las cinco décadas del estreno de este clásico (que se cumplen el próximo año) repasando su preparación, rodaje, influencia posterior, etc, etc. Lo publica Electa y hasta contiene un calendario 2011 con la clásica foto de Audrey con el vestido negro y el cigarrillo con boquilla (la misma que en la portada). Se presenta en tapa dura, formato de 29 x 21 cm y consta de 192 páginas. El precio es bastante asequible: 21,90 euros.
Ya os iré contando, porque lo acabo de comprar, pero parece bastante interesante, a pesar de que la película de Blake Edwards no está entre mis preferidas de la actriz: soy de aquellos que, en el clásico enfrentamiento Vacaciones en Roma versus Desayuno con diamantes, se queda claramente con la primera. Que pena que de ella no sacaran un libro para el 50 aniversario...
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