"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 5 de agosto de 2014

Dos mujeres

Película cuyo visionado he ido demorando muchos años a pesar de lo que me gustan su actriz principal (Sophia Loren) y su director (Vittorio De Sica). La razón es tan sencilla de explicar como chocante le podría parecer a algunos: hay una secuencia hacia el final de este film que lo ha hecho famoso; no la detallaré para no fastidiar a posibles espectadores, pero es bastante dura y soy muy impresionable con cosas como esas. Finalmente, me “atreví” con Dos mujeres ayer y, por supuesto, dicha secuencia ha sido más o menos lo que esperaba (a pesar de que, por suerte, no se detalla demasiado y una elipsis prácticamente nos ahorra lo que sucede en ella). Además, el saber que iba a ocurrir en algún momento del film y estar continuamente previéndola y anticipándola, no me ha dejado disfrutar del todo del resto de la historia. Es por eso por lo que nunca me gusta conocer ni leer demasiado sobre películas que aún no he visto, y por lo que prefiero abordarlas basándome en mi intuición y criterio y no en las críticas o recomendaciones de otras personas.

Estamos en la Italia de 1943, Cesira (Sophia Loren) y su joven hija Rosetta (Eleonora Brown) abandonan una Roma castigada por los bombardeos para dirigirse al pequeño pueblo en donde nació la primera, en la región de la Ciociaria (parece que La Ciociara del título original hace alusión a las mujeres provenientes de ella). Allí pasan unos días junto a algunos familiares y en compañía del joven intelectual Michele (Jean-Paul Belmondo), hasta que los Aliados desembarcan y llega el momento de volver a su hogar. El viaje tanto de ida como de vuelta estará plagado de peligros y avatares, puesto que en una guerra no siempre se puede distinguir claramente entre “buenos” y “malos” o, simplemente, no hay ni unos ni otros.

Al margen de la famosa “secuencia” que he adelantado y que, por desgracia, ha condicionado mi visionado del largometraje, lo que me ha desconcertado de él es que casi toda su parte central nos presente un escenario diríase bucólico y secuencias de tono agradable y ligero para luego pasar al más doloroso melodrama sin previo aviso. En ese sentido, y a pesar de lo bien considerado que está este trabajo de De Sica, no me ha gustado tanto como otras obras suyas como la que yo llamo “trilogía de la pobreza” (Ladrón de bicicletas, Umberto D. y Milagro en Milán). Sí que destacaré de él, no obstante, algo que el cine ha denunciado pocas veces: los abusos y crímenes cometidos por el bando aliado durante la II Guerra Mundial, que en ocasiones estuvieron a la altura de los del Eje (¿basta como ejemplo los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki?).

Tres datos interesantes más para acabar la reseña: Sophia Loren –tan bella como siempre o más  con sus rasgos resaltados por la fotografía en blanco y negro del film– ganó su único Oscar por esta película –fue la primera actriz en recibir el premio por un papel de habla no inglesa– y protagonizó un remake en 1989 dirigido por Dino Risi. Ambas versiones se basan en la novela de Alberto Moravia.

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