Hacía mucho tiempo que quería
revisar la trilogía de Matrix.
Sólo vi estas películas cuando se estrenaron en cine –excepto la primera
entrega, que aún llegué a repescar en VHS–. En su momento, ni Matrix
(1999) ni sus secuelas, Matrix Reloaded (2003) y Matrix
Revolutions (2003) consiguieron impactarme demasiado, pero me
apetecía verlas todas de un tirón en aras de la continuidad, claridad y
comprensión de sus argumentos (por ejemplo, cuando vi la segunda parte mucho
después de la primera no entendí la alusión a la cuchara). Esta tarea la acabo de
realizar en estos últimos días.
Más de diez años después del fin
de esta saga de ciencia ficción, tengo que decir que una revisión distanciada
no ha conseguido cambiar mi opinión sobre ella (de hecho, vista en un televisor
pierden su principal baza, que es su vistosidad). Me parece compuesta por
películas insulsas que a menudo están más cerca del video-clip o del audiovisual
publicitario que de un largometraje o historia para cine que cuente algo de
interés. El reparto principal, encabezado por un actor que me parece
básicamente inexpresivo como Keanu Reeves,
no consigue resultarme atractivo ni simpático (¡y eso que me gusta Carrie-Ann Moss!). Para mí, Matrix es una saga “de posturitas”, con todas esas escenas de
peleas a cámara lenta y de acrobacias imposibles y unos protagonistas que
constantemente exhiben ropa “fashion” y gafas de sol de diseño sin importar si
están peleando o es de noche. Me llega a parecer ridículo incluso aún con el
pretexto de que están dentro de un mundo virtual.
Por el contrario, algunas de las
grandes ideas con las que juega la trilogía de los hermanos
Wachowski me parecen desperdiciadas: una vez
más, una película de ciencia ficción denuncia un futuro distópico que en
realidad se ha cumplido prácticamente en la actualidad: no tenemos que viajar
siglos ni décadas en el tiempo para llegar a una sociedad alienada que vive
engañada por la clase dominante que se aprovecha de ella y la parasita. Eso es
así ya, sin tener que esperar a sofisticados robots ni a adelantados programas
de realidad virtual. “La elección es una
ilusión creada entre los que tienen poder y los que no lo tienen”, dice en
un momento dado el personaje de Lambert Wilson. Y a mí me es imposible evitar
relacionar esto con conceptos como esa falsa democracia que nos venden en
Occidente y todo el aparato que las rodea, entre otras muchas otras nociones.
Algunas de las otras osadas
propuestas de la trilogía que a mí me parecen terriblemente ciertas las
proporciona el personaje que se supone el “malo” de la saga, ese Agente Smith
interpretado por Hugo Weaving que compara
con la más pasmosa razón del mundo a la humanidad con un virus que se propaga y
que va acabando con todo lo que le rodea. La idea no es nueva, y autores como
William S. Burroughs o William Gibson ya la habían expuesto en sus obras (tampoco
es difícil encontrar la sombra de Philip K. Dick en la esencia de las películas
Matrix).
El tremendo y poderoso mensaje
ideológico que puede transmitir esta saga queda prácticamente oculto bajo sus
espectaculares escenas de pelea y sus efectos especiales. El público recordará
los combates de Neo o los disparos de Trinity, la innovación técnica que supuso
la trilogía de los Wachowski (para mí, su único mérito) antes que pararse a
reflexionar sobre todas esas denuncias e ideas que se asoman tímidamente en
algunas de las pocas secuencias en que algún diálogo mínimamente elaborado aparece
en sus entregas. Son demasiado duras y quizá es mejor ignorarlas y no hacer
frente a su monstruosa verdad.
Me resulta chocante que Matrix se haya convertido en un
referente del cine de ciencia ficción cuando, a mi entender, no ha aportado
nada nuevo a este género si exceptuamos quizá su particular estética…
A mi sólo me atrajo la primera, por su innovación visual de algunas escenas...pero las otras dos partes me parecen aburridas, por momentos, y son momentos bastante amplios. Creo que quisieron estirar la primer película en trilogía para obtener más millones, nada más....la innovación murió.
ResponderEliminarPues a mí ni la primera, ya ves...
ResponderEliminarYo soy uno de esos que, además de quedarse con su espectacularidad, se ha quedado con el mensaje. Para mí la trilogía es una obra maestra (imperfecta, eso sí).
ResponderEliminarSaludos.
Me alegro, Neovallense. Creo que muchas películas y novelas de ci-fi proponen importantes reflexiones ideológicas y morales, pero la mayoría del publico no parece verlas... ;)
ResponderEliminar