Película estrenada en su país de
origen, el Reino Unido, en 2008 y que he descubierto casi por casualidad. Sobra
decir que a nuestra rústica piel de toro no ha llegado ni de broma. Es mi afición al rock de los 50 y los 60 la
que me lleva a verla, ya que se centra en la etapa de mayor éxito y en el
posterior declive del productor inglés Joe Meek, entre 1962 y 1967. Meek, apasionado
por la música y con gran talento para la electrónica, grabó a infinidad de artistas
en los años 50 y 60, llegando a conseguir que algunos de ellos tuvieran
importantes éxitos en su país e incluso en el resto del mundo. El instrumental Telstar, que fue registrado por The
Tornados y que da nombre a la película, fue el primer disco británico que llegó
a nº1 en los EE.UU. Pero nuestro hombre también trabajó con otros músicos de su
país como The Outlaws, Lonnie Donnegan, Mike Berry, Screaming Lord Sutch, el
actor John Leyton y, por supuesto, Heinz, cantante de origen alemán y afincado
en Inglaterra que era el bajista de los Tornados y cuya carrera en solitario
promocionó con entusiasmo el mismo Joe Meek. Precisamente parte de la película
se centra en la supuesta relación homosexual entre estos dos personajes, aunque
los familiares del cantante han querido desmentirla.
En el largometraje de Nick Moran no sólo conocemos la audacia técnica y discográfica
del productor en cuya vida se basa, sino también sus peculiaridades y
excentricidades, que eran muchas: paranoico, drogadicto, influido por el
ocultismo, con problemas con la ley debido a sus tendencias sexuales, arruinado
y sin saber adaptarse a las cambiantes tendencias musicales que llegaron después,
Joe Meek acabó suicidándose a los 37 años después de disparar a su casera. La
suya fue sin duda una vida curiosa y pintoresca digna de llevarse al cine, como así ha ocurrido. En el reparto principal encontramos a Con
O´Neill como Meek, JJ Feild como
Heinz y Kevin Spacey como el Mayor Wilfred Banks,
el socio financiero del productor.
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