No deja de sorprenderme lo mucho que el
otrora imaginativo Hollywood es capaz de exprimir un mismo cliché
cinematográfico, una estructura narrativa, un canon argumental, en las
películas de las últimas décadas. Acaba uno cansado y asqueado de verlo repetidos en docenas de películas, de reconocer de inmediato su patrón
simplista y predecible, de que las producciones que lo incluyen tengan la desvergüenza de llamar “autores” a los guionistas que básicamente se han limitado a copiar
unas ideas estándares que inventó alguien que no era ellos mucho tiempo atrás…
Con el nuevo largometraje de James McTeigue El
enigma del cuervo (The Raven) volvemos a dar con la manida figura del psicópata que
estructura una serie de crímenes basándose en una colección de hechos,
sucesos, preceptos, episodios o fuentes concretas, en este caso las historias
de Edgar Allan Poe. Con los asesinatos
narrados por el escritor de Baltimore como pretexto, el antagonista de este film
orquesta toda una retahíla de macabras muertes para retar a su inspirador a que
las resuelva y le va llevando a él y a la policía de un punto a otro de la
ciudad por medio de pistas un tanto forzadas y algo cogidas por los pelos… Una
historia que ya he visto mil veces en el cine y que en el caso de este nuevo
film logra entretenerme lo justito por inspirarse en una figura tan fascinante
para mí como es Poe y por ambientarse en una época que siempre me cautiva como
es el siglo XIX (me parecen destacables la fotografía y la dirección artística, que logran transmitir una atmósfera lúgubre y desasosegante que no
transmiten otros elementos). Como siempre, el malo de turno es un personaje
secundario que pulula por todo el metraje de la cinta y que suele ser más o
menos reconocible en cuanto uno se cerciora de la fórmula que el director está
usando en la película. Es algo que también llega a aburrir. ¿No puede haber un
asesino que, simplemente, aparezca al final y ya está?
Dos momentos del film: John Cusack (Edgar A. Poe) con Luke Evans (Inspector Fields), y con Alice Eve (Emily Hamilton) |
Esperaba esta película con muchas ganas,
primero por girar en torno a la figura de quien gira, un escritor decisivo para
todos los que admiramos la literatura romántica/gótica, segundo porque James
McTeigue, me dejó muy buen sabor de boca con su opera prima, la adaptación del
cómic V de Vendetta (no he visto su
segundo trabajo). Por desgracia, no puedo decir que mantenga el tipo con este
su tercer film. La figura de Edgar Allan Poe tampoco me parece que esté muy
bien tratada y, en lugar del escritor triste y taciturno que siempre nos han
contado que fue Poe en sus últimos tiempos, el actor John
Cusack compone un personaje parlanchín, atrevido, aventurero y hasta
fanfarrón. Solamente hacia el final de la historia empieza a verse un esperado
aire trágico en él. El elemento amoroso, en forma de su relación con la
adinerada y ficiticia Emily Hamilton (Alice Eve)
también parece metido un poco a la fuerza, probablemente por imposición de la
productora con la finalidad quizá de atraer y complacer a ciertos sectores del
público. Aún así, todo hay que decirlo: el erotismo y el morbo de la actriz
saliendo de un ataúd en ropa interior, ensangrentada y llena de tierra, es uno
de los momentos que más me gustaron del film. Me remite tanto a los exuberantes
personajes femeninos que Corman utilizó en sus películas de Poe como a las versiones
ilustradas de las mismas de muchos cómics ochenteros de Richard Corben, Bernie
Wrightson o similares. Lástima que sólo dure unos instantes. Entre el reparto
de secundarios, me gustaría destacar al siempre efectivo Brendan Gleeson y a un Luke
Evans cada vez más de moda que, para mí, le roba el protagonismo a
Cusack en más de una ocasión.
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