Lo que son las cosas: rechacé ir a ver Blancanieves (Mirror, mirror) de Tarsem Singh
cuando se estrenó en cine por (pre)juzgarla una película infantil y nimia, y sí
que le di, sin embargo, una oportunidad a su “rival” Blancanieves y la leyenda del cazador,
de cuyo pase no salí precisamente entusiasmado. Ahora que el primero de los
dos títulos aparece en DVD y por lo fin veo, quedo totalmente sorprendido porque
me parece una obra claramente superior a la de Rupert Sanders. ¿Nimia? Puede
ser (quizá sea más apropiado, “liviana”), pero quizá por ser más sencilla y
menos pretenciosa que la otra adaptación del clásico cuento popularizado por
los hermanos Grimm acaba resultando para mí un producto más redondo y
compactado. ¿Infantil? No más que la protagonizada por Kristen Stewart, y su
tono me parece lo suficientemente adulto y divertido como para haberme hecho
disfrutarla enteramente (frente a las muchas secuencias que me aburrieron en la
otra). Contribuyen a reforzar en mí esta impresión de calidad los decorados, no tan
lujosos ni imponentes como los de Blancanieves
y la leyenda..., pero que aún así, debido a que están hechos en estudio,
logran potenciar esa cualidad onírica y fantástica necesaria para una fairy tale y, en general, la destacable dirección artística (al
terminar el film leo en los créditos que el vestuario fue el último trabajo de
la exquisita Eiko Ishioka, que falleció en
enero de este año).
Lily Collins (Blancanieves) con los peculiares enanitos y con la malvada madrastra (una magnífica Julia Roberts) |
Mención especial me parece el trabajo de Julia Roberts. Es una mujer cuya carrera no suelo
seguir, porque la mayoría de filmes en los que trabaja no son de mi interés
pero que, a la que siempre que veo (la última vez creo que fue en Duplicity) me deja fascinado por su enorme fotogenia y por su gran profesionalidad. Lo siento por Charlize Theron, pero
creo que no hay comparación entre los personajes de madrastra de una y de otra
en las dos películas que estoy “enfrentando”. No conocía a la joven Lily Collins pero, ya desde el mismo póster de la
película, observo en ella un look a lo Audrey Hepburn para nada casual, y con
eso ya basta para tenerme medio ganado. Igual que la actriz no se limita a
interpretar al típico personaje de damisela desvalida (creo que ya no tiene
sentido hoy en día), el galán de turno, Armie
Hammer, tampoco es simplemente el príncipe azul, valiente y varonil de
siempre, y proporciona algunos momentos muy divertidos en el largometraje, como
también lo hacen los peculiares y originales enanitos (algunos de sus diálogos
son tremendos) y el sirviente de la reina Nathan
Lane (Brighton). Por si fuera poco, hay una aparición sorpresa del
siempre eficaz Sean Bean. En resumen, que he acabado pasando un verdadero buen rato con una película que casi he
visto por casualidad. Y mira que es muy, muy difícil hacerme reir… En algunos
momentos, el film logra hasta remitirme a clásicos de mi juventud como La princesa prometida o Dentro del laberinto. A ver qué nos
reserva el español Pablo Berger en septiembre con la que será la tercera
adaptación de Blancanieves al cine que se estrene este año…
No hay comentarios:
Publicar un comentario