Resulta curioso que, conociendo a
Boris Karloff desde que era un adolescente y habiendo visto muchas de sus
películas, no haya sido hasta ahora que se me haya ocurrido profundizar un poco
más en la vida de este actor británico de ascendencia hindú. Saldo esa deuda
con la lectura del libro de Javier Cortijo Boris Karloff, el aristócrata del terror publicado
por primera vez en 2000 por T&B Editores, y cuya segunda versión, de
menores dimensiones que la primera, encontré hace poco a un precio estupendo,
unos 8 euros.
De la vida personal de William
Henry Pratt (1887-1969) me han llamado la atención, una vez más, sus difíciles
comienzos en el mundo del Cine; las muchísimas penalidades que tuvo que pasar
hasta labrarse un nombre en Hollywood rondando ya los cuarenta años –principalmente
gracias a Frankenstein–, las
innumerables veces que se casó (aunque sólo tuvo una hija) o su afición a la
jardinería. También –aunque esto ya lo sabía– que a pesar de sus terroríficos
personajes fuera una persona amable y educada, rasgo que parecen compartir
básicamente todos los intérpretes clásicos del género; y es que es obvio que
nunca se debe confundir al actor con sus personajes, para bien o para mal.
El trabajo de Javier Cortijo propiamente,
aunque se merece todo mi respeto y admiración, dista de ser muy completo o
exhaustivo, pero es que creo que es muy difícil componer una biografía sobre
alguien a quien sólo se conoce “de tercera mano”, un hándicap que creo que
tienen casi todos los trabajos de este tipo hechos en España sobre artistas
extranjeros a los que no se ha tenido un acceso directo. No es de extrañar que
algunas de las más destacables biografías de todas estas figuras del celuloide
estén redactadas por amigos personales de los homenajeados –podría ser el caso
de Donald Spotto– o por gente que, al menos, ha tenido acceso directo a ellos o
a personas de su entorno más íntimo (aunque hay que decir que el libro que reseño
cuenta con una introducción y con la bendición de Sarah Jane Karloff, la hija
del “monstruo”).
Como pega personal, decir que no
me ha gustado el tono demasiado informal en que están redactados los capítulos,
con un estilo y unas expresiones que me parecen más propias de un fanzine que
de un volumen presentado profesionalmente. Con todo, este libro –no sé si el
único publicado en nuestro país sobre la leyenda del fantástico– es bienvenido
a mi biblioteca y ha supuesto una lectura entretenida la mayor parte del
tiempo.
gracias por la critica!
ResponderEliminarPrefiero considerarlo una "reseña", pero de nada igualmente... ;)
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