Hace ya un par de meses
–aunque he retrasado bastante la redacción de la crónica– tuve ocasión de
romper mi monótona rutina diaria para acudir a un acto muy especial: en el
cercano pueblecito de Quart de les Valls, organizado por la Associació de la memòria històrica Ángel Gaspar Inglada de la localidad y por el Fórum d´opinió
Servando Martín de Saugnto, tenía lugar la presentación de las memorias de
José Almudéver Mateu, uno de los últimos brigadistas
internacionales que quedan con vida (sólo él y un canadiense, según matizó el
presentador del acto, Antoni Simó). José ha estado viajando recientemente por
toda España dando charlas y presentando su libro dentro del ciclo “Despedida de
las Brigadas Internacionales. 75 Aniversario de la Batalla del Ebro”. Ni qué
decir tiene que estamos ante un pedazo de historia viviente, uno de los últimos
testigos de aquel conflicto tan aciago como fascinante que fue la Guerra Civil
Española, a la que –al menos aquellos que tuvimos la suerte de no vivirla– nos
es imposible despojar de ese halo romántico y hasta nostálgico.
José cuenta con 95 años
largos, que no es poco, pero goza de estupenda salud y excelente memoria. Nació
en Francia, pero es hijo de españoles (sus padres eran de Alcácer, Valencia) y
ha pasado su vida entre los dos países. Habla muy bien los dos idiomas
oficiales de ambas naciones y además el valenciano, lengua en la que expuso su
ponencia en la presentación. Se alistó muy joven en el ejército, falseando su
edad. Luchó con la República tanto dentro como fuera de las Brigadas
Internacionales, e incluso volvió a España después de que éstas fueran
disueltas. Fue apresado al final de la guerra y sufrió largos años de
cautiverios, hasta regresar a Francia en los años 50. Los ideales de José
siguen fuertemente arraigados en él, nada de haberse acomodado al establishment con la edad: repudió
repetidamente a Franco (al que llamó “traidor” y “felón”), al actual presidente
del Gobierno (al que calificó de “trasto”) y al antiguo Rey Don Juan Carlos, y
exhibió orgulloso la bandera republicana con su nombre que le regalaron. Y,
sobre todo, insistió en la tremenda falsedad del acuerdo de los países
extranjeros de no participar en la guerra española.
El acto terminó,
naturalmente, con la firma del libro de José, El pacto de no intervención. Pobre República, del que
por supuesto adquirí un ejemplar. Fue un placer conocer a un personaje como
José Almudéver. Las personas mayores me merecen por lo general un gran respeto
por lo mucho que han vivido y presenciado y, en el caso de este hombre, que ha sido
testigo de un acontecimiento histórico decisivo, mi admiración es todavía
mayor.
Si tengo que ponerle una
traba a este tipo de eventos –aunque es muy pequeña– es que es prácticamente imposible
que se despoliticen, que se ofrezcan simplemente como formas de aprender y
conocer la historia, sin necesariamente reivindicar ideologías. Pero, por
supuesto, estamos hablando de la Guerra Civil Española, y no sé si muchos otros
enfrentamientos modernos han significado un conflicto de ideologías tanto como lo
fue aquella contienda.
José Almudéver recibe una placa conmemorativa del acto (Fotografía cortesía de Asociación Ángel Gaspar / Forum Servando Martín) |
"nos es imposible despojar de ese halo romántico y hasta nostálgico"... dices acerca de la Guerra Civil.
ResponderEliminarYo tenía una impresión parecida y comparto lo que dices en cuanto a que fue un conflicto aciago. Ahora, después de acabar de leer "El holocausto español" de Paul Preston, solo tengo la impresión de que fue algo absolutamente terrible y ese halo romántico se transforma en un sentimiento de rabia e impotencia que por otra parte siempre tengo cuando leo algo relacionado con este tema, que me interesa mucho.
El título del libro, que no me importaría leer, me ha recordado una cosa que le oí decir muchas veces a mi madre... "no quisieron ayudarnos pero luego las pagaron todas juntas"
Y tanto que lo pagaron, los muy capullos. Dejaron campar a sus anchas a Hitler y Mussolini por España para no provocarlos, y mira para lo que les sirvió....
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