De manera excepcional me
desplazo a la capital para ver esta película que no creo que llegue a los cines
de mi localidad, y también de modo extraordinario me dejo aconsejar –aunque con
cierto escepticismo– por las recomendaciones de varios amigos con respecto a ella.
Lo cierto es que puedo
aceptar que It
Follows, el segundo largometraje del estadounidense David R.
Mitchell, esté un poquito por encima de la media del producto típico
actual dentro del cine de terror que podemos ver en las salas de proyección,
plagadas de todas esas insidiosas y
deplorables películas con las que Hollywood parece haberse propuesto destruir
el género (ya se sabe que, en el país de los ciegos…)
Y lo hace, no por su
propuesta argumental o temática –una adolescente que es perseguida por una
entidad sobrenatural que se transmite de unos a otros mediante el acto sexual–,
sino por su ambientación insólita, irreal, atípica y pesadillesca –una Michigan
despoblada en una época indefinible, pues encontramos cosas como
electrodomésticos o ropa más propia de los 70 u 80 mezclada con ebooks y
coches actuales, pero también la total o casi total ausencia de ordenadores modernos
y móviles– y por las múltiples lecturas posibles de la historia: ¿una paranoia
colectiva? ¿Algún tipo de alegato contra la promiscuidad y la precocidad
sexual? ¿Una representación simbólica del SIDA y de las enfermedades de
transmisión sexual? ¿Por qué casi no se ven adultos en la película, la policía
apenas parece intervenir en los diferentes crímenes, o algunas de las formas
que adopta la aparición son las de los padres de los adolescentes
protagonistas?
Al final, como
adelantaba, una cinta que difícilmente se queda en excepcional –me recuerda a
muchas de aquellas películas orientales tipo The Ring que se pusieron de moda hace cosa de una década– pero que
sí aporta algunos elementos interesantes y dignos de reflexión. A destacar la
acertada banda sonora de Rich Vreeland. A pesar de que no soy demasiado amigo
de la electrónica musical, en It Follows
ayuda muchísimo a crear el ambiente enervante del film sin tener que recurrir
al fácil sobresalto sonoro (como tampoco hace el director con la imagen), sino participando
de manera oportuna y comedida.
Por cierto, sorprendente
el parecido de la actriz protagonista, Maika Monroe, con el de la malograda
Brittany Murphy. Había momentos en que creía estar viendo a esta última.
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