Nueva
e inaudita incursión que realizo en un terreno tan poco habitual para mí como
es el del cómic (a pesar de lo que pueda parecer por los artículos que he
publicado este mes). El señor George Lucas parece lograr sacar dinero hasta de
debajo de las piedras y ser capaz de exprimir un mismo filón más allá de lo
imaginable: nada menos que en el borrador original de lo que posteriormente
sería La guerra de las galaxias se basa
esta serie guionizada por J.W. Rinzler e ilustrada por Mike Mayhew, y que
en su edición americana se componía de ocho tebeos sencillos que aquí Planeta DeAgostini
tiene a bien editar juntos en un atractivo volumen en tapa dura.
Y
un servidor, como enamorado de la saga galáctica, y a pesar de su relación de
amor-odio con su creador, se deja engatusar una vez más y adquiere el librito.
Me llama la atención conocer todos esos detalles sobre cómo concibió Lucas
originalmente los personajes y situaciones de su más famosa película; me
apetece la propuesta de “volverla” a vivir de una forma diferente. Y,
efectivamente: resulta divertido ver que el primer Luke Skywalker es un
general de barba blanca y mediana edad más cercano a lo que luego sería Obi-Wan
Kenobi, que Annikin Starkiller es aquí el joven aprendiz jedi que se pone bajo
su tutela, que Han Solo es un alienígena verde que recuerda a la Cosa del
Pantano, que Darth Vader no lleva casco ni es Sith (ese es Valorum, quien
paradójicamente acaba aliándose con los jedi), que R2 habla en “cristiano” o
que los wookies asumen en gran medida el rol que finalmente tendrían los ewoks
en la trilogía fílmica.
Fuera
de todas esas curiosidades, el cómic no consigue precisamente fascinarme. Las
escenas se suceden a veces parece que a trompicones, sin quedar muy claro cómo
llegan los personajes de una situación a otra; algunos diálogos resultan poco
menos que un galimatías (por cierto, aquí dicen “que la fuerza de los demás te
acompañe”); el tempo o la cadencia de la historia no logran convencerme…. En
cuanto al apartado puramente visual, decir que las ilustraciones son muy
bonitas, pero que muchas veces tampoco parecen casar con las acciones y frases
que están representando, fruto sin duda de la captación original de los
personajes a partir de modelos reales posteriormente infografiados o retocados
de alguna manera por ordenador. Así, vemos a los héroes ofreciendo ayuda con
ademán agresivo, o dialogando con rostro descolocado, o en posiciones que
resultan forzadas e inadecuadas para las escenas que se supone que viven; una
pena que este tipo de tratamiento digital tenga esas limitaciones tan tontas.
Finalmente,
The Star Wars (este
es el título original, frente al que sería definitivo, sin el artículo delante)
no pasa de ser una curiosidad para mí, bien recibida en mi colección, pero que
no ocupará un lugar especialmente relevante en ella.
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