"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 8 de febrero de 2015

El Gran Dictador

Indiscutiblemente una de las comedias más importantes de la Historia del Cine y quizás el largometraje más conocido de su director, el genial Charles Chaplin, El Gran Dictador es una despiadada sátira contras las figuras de Adolf Hitler y Benito Mussolini y, por extensión, contra el fascismo, las dictaduras, la intolerancia y el abuso de poder. Aun así, ni el mismo Chaplin imaginaba hasta dónde llegarían la megalomanía y la crueldad de los dos citados dirigentes: la película reseñada se estrena en 1940, cuando la II Guerra Mundial iba por su primer año y, cuando el conflicto término un lustro después, el director británico quedaría pasmado junto con el resto del mundo civilizado al conocer los detalles y datos sobre el exterminio judío y las enormes bajas causadas por la letal contienda, hasta el punto de afirmar que, de haber conocido todo esto, se hubiera planteado la película de otra forma.

Pero, tampoco nos engañemos: entre las amables escenas del barbero judío (Chaplin) y su amada (Paulette Goddard, esposa real por aquel entonces del actor), disimulado tras los disparates del ridículo Astolfo Hynkel (también interpretado por Chaplin en un doble papel) y disfrazado con gags cómicos y un desmedido humor, hay una advertencia terrible sobre un peligro que ya en aquella época se había hecho real. Las risas esconden dolor y sufrimiento, la comedia se confunde con la tragedia; Chaplin presenta al mundo libre (EE.UU., México e Inglaterra) lo que parece un mero entretenimiento pero es en realidad una lección de humanidad y un mensaje de alerta. Mi impresión es que pasó más bien desapercibido, ya que su propio país de adopción no tomó cartas en el asunto (es decir, la guerra en Europa) hasta que él mismo fue atacado por Japón.

En España la película no llegó hasta que nuestro particular “gran dictador” falleció y se derribaron las barreras culturales y políticas y terminaron cuatro décadas de represión social: se estrenaba en cines más de treinta años después que en el resto del mundo.

Tiene una la impresión de que ese largo mensaje final con el que termina El Gran Dictador, abogando por la paz y el hermanamiento entre los hombres, todavía sigue muy vigente y desatendido tanto tiempo después; de que las cosas –salvando las distancias– continúan de manera muy parecida en algunos aspectos. Claro que igual peco de alarmista y de pesimista. Espero que sí…

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