"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 12 de enero de 2015

Corazones de acero

Película con la que inicio la temporada fílmica 2015, y a mi entender con muy buen pie, pues he salido bastante impresionado de ver Corazones de acero. En este su quinto largometraje, el director y también guionista David Ayer nos traslada a un escenario que me fascina tanto como es la II Guerra Mundial, y concretamente a sus últimas semanas en Europa, en abril de 1945, cuando los ejércitos aliados han penetrado ya en una desesperada y perdida Alemania. En concreto, seguiremos las andanzas de la tripulación de un tanque Sherman estadounidense, cuatro curtidos veteranos a los que se les unirá un joven novato para sustituir a un tripulante fallecido. Será principalmente a través de los ojos de este recluta que descubriremos los muchos horrores de una guerra que se ha alargado más de la cuenta y ha desesperanzado y deshumanizado a sus combatientes hasta el punto de que matan a sus enemigos a sangre fría, sin remordimientos ni conciencia. Pero, entre tanta muerte y miseria, Ayer permitirá tanto a dicho personaje como al espectador algún momento de tregua en el que descubriremos que aún existe el civismo y el respeto entre algunos de estos luchadores.

El reparto principal lo componen Shia LaBeouf, Logan Lerman, Michael Peña y Jon Bernthal, liderados por un estupendo Brad Pitt que parece tener un pacto con el diablo para mantenerse joven y que encarna a un sargento duro y violento que, sin embargo, esconde un gran corazón, una suerte de versión actualizada de ese arquetipo del cine bélico que antaño interpretaran actores tan inolvidables como Lee Marvin o Ernest Borgnine.

Lo que más miedo me daba de esta película era el “americanismo”, esa abusiva incorrección política absolutamente falta de objetividad y rigor con la que nos obsequian las más de las veces los directores estadounidenses para que entendamos bien lo grande e importante que fue su país en un conflicto que parecen empeñados en haber ganado ellos solos. Me alegra decir que este terrible hándicap en muchas películas de la II GM está bastante comedido en esta que reseño, y Ayer nos demuestra que hay tanto alemanes con buenos sentimientos como americanos mezquinos y crueles. Miedo me da pensar lo que hubiera sido esta película de haberla realizado Spielberg.

Destacar, por último, el impresionante realismo en los combates –como ese enfrentamiento entre un Tiger y el pelotón de Shermans– que permiten los modernos efectos especiales, utilizados inteligentemente en el film para que la historia resulte más veraz y sobrecogedora, pero no de manera que roben el protagonismo a los actores y a un argumento atractivo.

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