Sin lugar a dudas, una de las más simpáticas
adaptaciones que ha tenido la inmortal novela de Mary Shelley; o, más
concretamente, debiera decir la legendaria película de James Whale, ya que
este Frankenweenie de Tim
Burton se basa más directamente en el clásico de 1931 que
inmortalizó a Boris Karloff. Es a la vez, como sabrá casi todo el mundo, un
remake de un cortometraje que el mismo Burton realizara en 1984, cuando aún se
intentaba abrir camino en el panorama fílmico internacional. De aquella primera
versión el director sigue conservando, además de la idea principal, la audaz
fotografía en blanco y negro (toda una osadía hoy en día), pero decide cambiar
la acción real por la impagable animación con marionetas.
En esta ocasión, Víctor Frankenstein es un
niño que vive en una entrañable ciudad con un claro aire fifties que pierde a su querido perro en una accidente y que,
inspirado por las lecciones de su profesor de ciencias, decide resucitar a su
mascota valiéndose de la electricidad. El experimento no podrá permanecer oculto durante mucho tiempo: otros compañeros de clase de Víctor acabarán enterándose
y querrán ser partícipes del secreto del precoz científico, lo que,
naturalmente, acabará provocando una serie de catastróficas a la vez que
risibles situaciones en la localidad.
Me apena decir que no ha sido un largometraje
que haya disfrutado enormemente. Quizá tengo ya demasiada edad para hacerlo con
productos que, como este, van destinados claramente a un público infantil. Y
eso a pesar de que éste difícilmente podrá apreciar los muchísimos, muchísimos
guiños que Burton hace a todos los mitos del fantástico literario,
cinematográfico y televisivo con los que él y yo hemos crecido y que hacen que,
al contrario que lo que les pasa a otras personas, para mí este director nunca deje de
ser interesante: a lo largo de la escasa hora y media de Frankenweenie encontramos referencias a Edgar Allan Poe, Ray
Harryhausen, las películas de la Hammer y de la Tojo, y a todos nuestros
queridos actores, personajes y monstruos de la Universal y de otras
producciones del fantástico. Impagables los compañeros y amigos del muchacho
protagonista, como su vecinita Elsa Van Helsing, el jorobado Edgar, la niña
zombie, el chico que parece Boris Karloff, la perra caniche con el peinado de Elsa Lanchester en La novia de Frankenstein y, sobre todo, ese maestro de escuela que es
claramente un homenaje al gran Vincent Price.
No hay comentarios:
Publicar un comentario