Quería
homenajear al gran Kirk Douglas en su centenario revisando algún clásico suyo,
pero no me decidía por cuál (mi película favorita suya siempre ha sido Senderos de gloria). El propio actor me
ayudó a escoger cuando leí en una entrevista reciente que su trabajo preferido de entre los que rodó era Los valientes andan solos, dirigida por David Miller
en 1962. Vi esta película hace muchos años, en los 80, pero sólo recordaba de
ella el final –y durante mucho tiempo lo confundí con el de El ídolo de barro, error del que salí recientemente al revisar esta
última–. Kirk interpreta a un vaquero rebelde e independiente que no se adapta
a las restricciones ni a los tiempos modernos lo que, cómo no, acabará
metiéndole en problemas con la ley. Un papel y una película hechas a medida del
actor en la que le acompañan Walter Matthau y Gena Rowlands, con paisajes y
planos embriagadores y bellísimos, como aquel que la cierra, y que no desvelaré
para quien no la haya visto y deseé hacerlo.
Por
cierto, volviendo a ver la cinta me he dado cuenta de dónde salió la trama para
la novela y la película Acorralado.
Demasiados coincidencias para que sea casualidad. El de Miller es un
largometraje menos exagerada, menos violento, mejor interpretado, pero la idea
está ahí. Hasta el helicóptero. Y las dos con música de Jerry Goldsmith, lo que
refuerza ese parentesco....
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