"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

martes, 18 de agosto de 2015

E.T. El extraterrestre

Después de muchos, muchos, muchísimos años vuelvo a ver esta película que tanto significó para mí cuando se estrenó siendo niño. Recuerdo el enorme éxito que Steven Spielberg tuvo con ella en aquel lejano 1982, las tremendas colas en los cines, la expectación por verla, el merchandising del film, la encantadora criatura del gran Carlo Rambaldi… ¿Qué muchacho de la época no envidiaba a Elliott, el protagonista, por tener un amigo tan especial?

Y casi me la pierdo. Os explicaré por qué: los veranos de mi infancia y juventud los pasaba en un pueblecito de Castellón. No estaba muy lejos de mi ciudad natal, sólo a 35 km, pero aquel traslado significaba prácticamente dos meses sin volver a ella. Y, aunque disfrutaba mucho en aquel lugar, tenía que hacer un enorme sacrificio: quedarme sin cine durante ese lapso. Esto significaba que a menudo me perdía estrenos esperadísimos durante el estío, como fue el caso de En busca del Arca Perdida, que sólo pude ver ya repescada algún tiempo después. Pero para E.T. tomé medidas para que esto no volviera a ocurrir, y pedí a un amigo que me avisara en cuanto supiera que se iba a proyectar en nuestra localidad. Esto ocurrió, haciendo cálculos, en el verano del 83, bastantes meses después del estreno nacional el anterior diciembre (recordemos que en los pueblos pequeños o medianos funcionábamos a base de cines “de segunda”). El local que tuvo el lujo de ofrecer la película en Puerto de Sagunto fue la terraza –por supuesto, ya desaparecida– Parque Victoria, y creo recordar que, de manera extraordinaria, lo hizo durante al menos una semana ininterrumpida (cuando normalmente las películas se pasaban sólo durante dos o tres días). También, de manera excepcional, mi hermana y yo conseguimos un “permiso paterno” para coger el autobús y desplazarnos a nuestra ciudad a ver la película –junto con el amigo que me avisó–, pasar la noche en la casa de mis abuelos y volver al pueblecito de veraneo.

Me ha gustado, y hasta emocionado en algún momento, volver a ver E.T. El extraterrestre, aunque supongo que es imposible que la disfrute ya como lo hice hace treinta años. Tan sólo lamento haber tenido que hacerlo con la versión censurada por el director y retocada por la Lucasfilm con innecesarios efectos especiales y escenas añadidas. Esa era una de las razones por las que durante muchos años he pospuesto el reencuentro con este film, porque no me gusta que se hagan estas estupideces con películas que son patrimonio de la Humanidad y considero que no deben tocarse, menos aún por trivialidades o por afán meramente recaudatorio y comercial. Me quedo con la tristeza de no haber podido revisitar la versión original, aquella que me entusiasmó en los cines. Creo que hay una nueva versión en blu-ray que la recupera, pero esto es algo que acabo de descubrir poco antes de escribir esta reseña.

Steven Spielberg fue un director al que admiré muchísimo durante aquellos años. Por desgracia, con el tiempo y su obsesión por inculcarnos los grandes ideales de su patria película sí, película no, acabó resultándome detestable. Aún le considero un gran artista y veo muchos de sus trabajos (¡sigo siendo fan de la saga de Indiana Jones!) pero creo que, en su madurez como persona, se ha vuelto cerrado, retrógrado y se ha perdido mirando su propio ombligo y el de su país. Ya basta de panfletitos patrióticos y de banderitas, que esos conceptos creo que se quedaron atrás y muy desfasados con el cambio de siglo…

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