Ni Drácula, ni Frankenstein, ni los demás
monstruos de la Hammer han podido con sus homónimos reales y mucho más
terribles: los especuladores inmobiliarios y los políticos codiciosos, las
verdaderas pesadillas de nuestro mundo: a pesar de las protestas, de los grupos
de fans y cinéfilos que han intentado frenarla por medio de diferentes campañas,
de la oposición de cineastas como Terry Gilliam, hoy deberá comenzar la demolición de los
míticos Estudios
Bray en Berkshire, Inglaterra.
Pertenecieron a la legendaria productora de
James Carreras desde 1951 a 1966 y fue inicialmente una finca del siglo XVI
que su nuevo propietario fue ampliando conforme crecían las necesidades
espaciales de su empresa. Allí se rodaron títulos tan esenciales como La maldición de Frankenstein, Drácula o El
experimento del Dr. Quatermass, además de otros más modernos como Alien, el 8º pasajero, y han seguido
siendo usados para distintas producciones cinematográficas y televisivas hasta
recientemente. También hizo las veces de estudio de grabación, y por allí
pasaron grupos de la talla de The Who. En resumen, historia viva de la cultura
británica y, en gran medida, de la del mundo. Ese legado y los esfuerzos por
preservar los estudios por parte de tantos defensores poco ha importado a las
personas que han concebido, gestionado y, a partir de hoy, orquestado la destrucción total del lugar para que sea
reemplazado por residencias de lujo: el dinero no tiene amigos ni entiende de
patrimonios culturales. Se siente uno terriblemente desconsolado, impotente e indefenso ante cosas como estas: el mundo parece pertenecer a los aprovechados y a la gente si escrúpulos.
Curiosamente, el lunes nos dejaba, a los 91 años, Anthony Hinds (tcc John Elder), hijo
del co-fundador de la Hammer William Hinds y uno de los nombres esenciales en
la trayectoria y la historia de la compañía.
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