"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 6 de octubre de 2013

La parada de los monstruos

Sin lugar a dudas uno de los grandes hitos del cine fantástico –aunque es básicamente un drama con un pequeño elemento irreal– además de una película absolutamente única en la Historia del 7º Arte, principalmente por lo peculiarísimo de su reparto, ya que, para esta película que relata la vida de los componentes de la troupe de un circo, el mítico Tod Browning se rodeó de toda una serie de fenómenos reales que hoy en día sería imposible reunir, en parte porque podría considerarse “políticamente incorrecto” reclutar y emplear a tales seres, en parte porque en estos tiempos, y gracias a los avances de la medicina, es difícil que nazcan personas con esas deformidades y taras o que éstas no puedan ser remediadas.

La trama principal de La parada de los monstruos (Freaks, 1932) se centra en la relación del enanito Hans (Harry Earles) con la bella y frívola trapecista Cleopatra (Olga Baclanova). Él está enamorado de ella, pero ella lo ve como a un monstruo y juega con él para sacarle dinero y divertirse con su amante, el hombre fuerte (Henry Victor). Hans no ve la burla, pero sí el resto de sus compañeros y, como nos dice la introducción del film, “Ofende a uno, y los ofenderás a todos”: esperad un final tan previsible como impactante, a pesar de que fue suavizado por la productora con escenas descartadas y otras adicionales.

Tan interesante como el propio film resulta conocer las vidas y curiosidades de algunos de sus inolvidables protagonistas, como el “hombre torso” Radian, que se afeitaba pese a carecer de brazos y piernas, Johnny Eck, que nació con un problema de pelvis que no permitió a sus piernas desarrollarse (las escondía y andaba con sus manos, dando la impresión de que estaba cortado a nivel de la cintura), o los “pinheads” Schlitze (que era en realidad un hombre al que vestían de mujer), Koo Koo y Pip & Zip, los cuatro aquejados de microcefalia y retrasados mentales. Todos ellos eran realmente fenómenos de feria y conocieron una vida triste y anódina en su mayoría pese a haber alcanzado la inmortalidad participando en tan insigne largometraje que, por cierto, no había vuelto a ver desde hacía casi veinte años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario