"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 19 de agosto de 2013

La tumba india (Homenaje a Debra Paget)

Hace ya más de tres años que comencé la estúpida aventura de este blog con una entrada dedicada a Debra Paget. La reivindicaba entonces como una de las actrices más bellas y fascinantes de su época y entorno, el Hollywood de los 50 y, por supuesto, continúo haciéndolo. En su breve carrera de poco más de una década, esta hermosa morena de inmensos ojos azules no acaparó ningún Oscar ni destacó probablemente por su habilidad para el drama o las grandes interpretaciones, pero, para los amantes del cine de aventuras, del western, del fantástico y del peplum, su filmografía no tiene desperdicio: además de disfrutar de su embelesadora mirada, podemos entusiasmarnos viéndola viajar a la luna, siendo capturada por temibles piratas, ejerciendo de princesa india o egipcia, de dama medieval o de nativa polinesia y hasta afrontando arcanos terrores junto al mismísimo Vincent Price, entre otras posibilidades. Debra abundó en papeles exóticos a pesar de que sus elegantes rasgos y el azul de sus ojos no parecen cuajar con roles representando otras razas del mundo…

Hoy, 19 de agosto, Debra Paget alcanza la respetable edad de 80 años. Hace casi medio siglo que se retiró del cine, cuando apenas había llegado a la treintena, quizá consciente de que su físico era su principal baza para haber triunfado en la gran pantalla y de que su juventud no duraría eternamente, o quizá porque, vaya, acababa de sentar la cabeza casándose con un millonario chino. No se ha dejado ver mucho desde entonces. No parece interesada en rememorar su carrera cinematográfica ni en recibir a los fans, y sí muy centrada en la religión, habiendo aparecido en programas televisivos destinados a recaudar fondos para su divina causa o en ayudar a difundirla. Yo que no soy nada religioso, por supuesto, prefiero recordarla en sus buenos tiempos y en sus buenas películas, y hoy me ha parecido adecuado homenajearla con un artículo sobre el que quizá es su trabajo más recordado: la historia estrenada en dos partes de El tigre de Esnapur / La tumba india dirigidas por Fritz Lang en 1959…

El remake del remake de un remake
Frtiz Lang y Thea von Harbou: matrimonio genial
Das indische Grabmal (La tumba india) es fruto de la imaginación de una de las mujeres más admirables del 7º Arte en sus primeras décadas de existencia, si no en toda su historia: la alemana Thea von Harbou (1888-1954), quien en 1917 publica con este título su segunda novela en su país natal. La obra, en clave de aventuras folletinescas, estaba ambientada en la exótica India, país que fascinaba a la autora. El naciente negocio del cine pronto se interesa por adaptar la historia y Thea, quien ya se había iniciado como guionista en la industria fílmica germana, es emparejada con otro recién llegado: el austríaco Fritz Lang (1890-1976). La pareja congenia rápidamente, ambos se sienten atraídos por el mundo hindú y se están abriendo paso en el 7º Arte, y en breve acabarán formando un matrimonio de genios del celuloide que dará grandes frutos a la pantalla plateada durante la próxima década. Se suele decir que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, y eso muchas veces no es verdad, pero en el matrimonio Lang-von Harbou encontramos las dos cosas: un gran hombre y una gran mujer, ninguno de los cuales está detrás del otro, sino compartiendo el mismo protagonismo en sus trabajos.

La adaptación al cine de Das indische Grabmal se estrena en 1921 en dos partes que suman en total más de tres horas de metraje. Lang iba a ser el director en un principio, pero finalmente la labor se le encarga a su compatriota Joe May. En el reparto destaca el mítico Conrad Veidt en el rol del infame Majarajah de Bengala. Las dos entregas del serial se titulan Das indische Grabmal erster Teil - Die Sendung des Yoghi (La tumba india: La misión del Yogi) y Das indische Grabmal zweiter Teil - Der Tiger von Eschnapur (La tumba India 2: El tigre de Esnapur). Pese a la lujosa producción y a la llamativa propuesta de su argumento, las cintas no tienen un gran éxito y permanecerán semiolvidadas hasta su reciente recuperación en formato digital.



La vedette alemana La Jana, prede-
cesora de Debra en la versión de 1938
Diecisiete años después, el matrimonio Lang-von Harbou, y también la pareja artística, han dejado de existir. Fritz se separa de Thea en 1933 y, asustado por la incipiente amenaza del nazismo, con la que su ex-esposa parece simpatizar, huye a EE.UU., donde se convertirá definitivamente en uno de los más grandes directores de la Historia del Cine. La ya veterana novela de Thea vuelve a llevarse a la pantalla, de nuevo en Alemania, y también en dos partes: Der Tiger von Eschnapur (El tigre de Esnapur) y Das indische Grabmal (La tumba india), dirigidas por el berlinés Richard Eichberg quien, además, y como estaba muy de moda en la época, se encarga también de rodar la versión simultánea en francés, por supuesto con actores francófonos: Le tigre du Bengale y  Le tombeau hindou. Las cuatro entregas se estrenan el mismo año, 1938.



La danza de Seetha
La irresistible mirada azul de Debra Paget
En 1959, Thea von Harbou ya ha fallecido. Un consagrado Fritz Lang regresa a Alemania por todo lo alto para dirigir allí su primera película en suelo germano desde hace un cuarto de siglo. Se trata, por supuesto, de la tercera y más famosa versión de la novela de su ex- mujer, coproducida con Francia e Italia, que de nuevo se estrena en dos entregas casi inmediatas y con los mismos títulos que el remake de los años 30. Junto a un reparto principalmente germano (los galanes Paul Hubschmid como el arquitecto Harald Berger y Walter Reyer como el Maharajá Chandra) Fritz importa una belleza hollywoodiense, por supuesto nuestra homenajeada Debra Paget (Seetha), quien tiene el honor de encabezar el plantel artístico; una gran baza que sin duda contribuiría a esa mayor popularidad mencionada de este tercer remake. En papeles secundarios encontramos a Claus Holm como el doctor Walter Rhodes, Sabine Bethman como la esposa de este, Irene, también hermana de Harald, René Deltgen como el intrigante Ramiganiy, hermano del Maharajá, y la italiana Luciana Paluzzi, futura chica bond, en un pequeño papel como sirviente de la bailarina Seetha. También es obligado mencionar el papel del francés Valéry Inkijinoff como el conspirador sacerdote Yama.

El arquitecto Harald viaja a Esnapur para construir edificios para el Maharajá Chandra. En el camino, salva a la bailarina Seetha de morir en las garras de un tigre y la pasión surge entre ambos. Pero Chandra también está enamorado de Seetha y planea casarse con ella....

Seetha se ha criado en la india, pero sus orígenes parecen ser europeos
Supongo que a día de hoy habrá personas menos dadas a la ensoñación y al fantaseo que hasta encuentren las dos películas de Lang anticuadas, naif, kitsch o cosas similares, pero la verdad es que para mí tienen un grandísimo encanto que quizá sólo –y precisamente– el paso del tiempo puede conferir. Incluso los decorados más artificiales, más “de cartón piedra” (casi todos los pertenecientes a las escenas de los subterráneos), lejos de hacerme las películas falsas refuerzan para mí ese aire fantástico, lejano, evocador y exótico de la historia. La dirección artística de Helmut Nentwig y Willy Schatz es una maravilla, así como la acertada música de Michel Michelet, la impecable fotografía de Richard Angst y los vestuarios (Günter Brosda diseñó el de Debra Paget, Claudia Hahne-Herberg el resto) son cuidadísimos y todo este trabajo me parece perfectamente vigente hoy en día. Los más estudiosos y entendidos encontrarán, sin duda, errores históricos o antropológicos, datos que no deberían importar demasiado a los cinéfilos. Algunas escenas y personajes me remiten estéticamente a los cómics de Tintín de Hergé, a su vez otro clásico de las aventuras exóticas que, no por casualidad, comenzó a triunfar en los años 50. No olvidemos, además, que la pareja de largometrajes fue una gran superproducción con escenas con abundantes extras, y hasta animales tan exóticos como tigres y elefantes. Además, buena parte de las cintas se enriqueció con el rodaje en lujosos exteriores en la misma India, destacando algunos de los más célebres edificios de Udaipur como el Palacio del Lago o los Templos de Ranakpur o Shree Jagdish Mandir. A Fritz Lang le vino sin duda muy bien su amistad con el Maharajá Shri Bhagwat Singhji Sahib Bahadur.

Harald y Seetha han de huir, pero son capturados. El cuñado y la hermana de Harald llegan a palacio y no dan con él. Mientras tanto, Ramiganiy, confabula para ocupar el puesto de su hermano Chandra. El arquitecto y la bailarina tendrán que luchar por su vida...

Y, por supuesto, está la escena del baile de Seetha/Debra, hito celebérrimo del cine de aventuras que no ha perdido un ápice de su atrevida carga erótica en todas estas décadas… aún a pesar de la cobra “de mentira”, de esos sacerdotes con cara de palo que contemplan a la bailarina con lascivia representados por actores europeos con la piel pintada. Sorprende que se pudiera rodar algo así en los años 50, una mujer danzando casi desnuda bajo una voluptuosa estatua de grandes pechos en una película para los cines comerciales. No es de extrañar que en la adaptación estadounidense (estrenada en una versión de 90 minutos en 1960 como Journey to the Lost City) se censurarán esa y otras escenas, y menos aún que también se hiciera en España cuando llegó en 1962.

Lujosos decorados, suntuosos trajes, sacerdotes conspiradores y misteriosos subterráneos en una gran superproducción que se convertiría en inevitable referente en el cine de aventuras. ¿Hace falta mencionar a Indiana Jones?

Para mí, y pienso que para muchos otros espectadores, las dos películas de Fritz Lang permanecen como dos (o uno, si las consideramos dos partes de un mismo film) de los grandes e imperecederos clásicos de su género y lo harán para siempre, y como el colofón de la gran carrera de su director (aún rodaría una película más), a pesar de lo diferentes que son en ambiente y tono a la mayoría del resto de su filmografía, en la que destaca el thriller por encima de otros géneros. El tigre de Esnapur y La tumba india son de estas cintas que hay que volver a revisitar cada poco tiempo y que siempre consiguen hechizarte y dejarte pegado a la pantalla por muchas veces que hayas visto…

Bonus: La archifamosa escena de la danza ritual ante la cobra. Todo un atrevimiento en su época...


10 comentarios:

  1. Pues sí, muy bonito te ha quedado ;)

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    1. ¡Gracias! Normalmente los artículos a los que más tiempo y preparación dedico suelen ser los más ignorados....

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  2. Sorprendentemente el díptico se estrenó en el cine Andalucía de Málaga los dias 4 y 16 de enero de 1961 y como programa doble a partir del día 24, completando el circuito en febrero de 1962 (cines Cayri, Royal y Moderno), meses antes de su estreno en Madrid y Barcelona.

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  3. Gracias por ese interesante dato, José Luis. Imagino que la película tendría alguna que otra censura, ¿verdad?

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    1. Cuando se estrenó en Málaga yo cursaba estudios en la Universidad de Granada y no pude verla. La crítica de Madrid, Barcelona y Sevilla (1963) nada dice de la danza famosa. Años después la copia que pasaron por TV no estaba censurada. Sí vi en julio de 1954 en el Teatro Cervantes de Málaga la versión protagonizada por La Jana en un tardío reestreno (primero se proyecto "La tumba india" en 1940 y después, en 1943, "El tigre de Esnapur")

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  4. ¡Todo un privilegio contarte con tu testimonio directo, Juan Luis! (Perdona que antes te haya puesto "José") ;)

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  5. No quiero que se me considere un retador, pero me voy a permitir proponer un pequeño e inocente juego. Invito a observar el cartel alemán de "Der Tiger von Eschnapur" (especialmente la figura del tigre) -está a principio de esta entrada- de forma inusual: haciéndolo girar 180º. ¿Qué os sugiere?

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  6. Ja, ja... yo sin girarlo creo que ya sé por dónde vas. ¿Mensajes subliminales?

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    1. La presencia del tigre, en tanto que símbolo del poder despótico del maharajá Chandra, es una constante tanto en la película como en los carteles promocionales. En éstos solamente un cartelista alemán supo encontrar en el apéndice nasal del tigre el elemento fálico en tanto que premisa universal del pene y representación del poder masculino. Singular e imaginativo hecho que no se encuentra en otros carteles alemanes, franceses, italianos, holandeses o en el español de Jano. Esta idea psicoanalítica fue apuntada en 1991 por Terenci Moix, y por otros, que escribió: “Cuando llevaba varios años de ingenuidad a cuestas, se fue a la India y, bajo las ordenes de Fritz Lang, regaló a la historia del erotismo cinematográfico una de sus danzas más impactantes… la convirtió en la danzarina Sheeta [sic] y desnudó su cuerpo hasta el máximo de la permisividad para que bailase ante una cobra real en un número de inequívocas referencias fálicas”.
      Testimonios de esta naturaleza se refieren al juicio de la danza (Eros) frente a una cobra (Thanatos) de gran tensión erótica en “La tumba india”. Al no muy bien logrado serpenteo de la cobra en tanto que símbolo de la muerte se le oponen los ordenados movimientos de la danza. Ante una imagen feminizada de Shiva, Seetha, que aparece cubierta con una amplia capa que oculta todo su cuerpo, con movimientos lentos va mostrando sus manos engalanadas con sortijas de esmeraldas en los dedos índice y anular que semejan los ojos del reptil; bruscamente se despoja de la capa y continúa la danza con voluptuosos movimientos -la figura de sus manos y el movimiento de brazos son un elemento permanente- para terminar resolviéndose la tensión con una pérdida de la conciencia. Es la escenificación de un coito.
      Todo lo dicho salvo mejor criterio analítico.

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  7. El erotismo de esta película está más allá de toda discusión. Siempre me han sorprendido los enormes pechos de la estatua de la Diosa. Parece mentira que sea de 1959.

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