Lejos de reunir el extenso palmarés de Ben Gazzara, Samuel William Hinzman o, simplemente, Bill Hinzman, pasará a los anales del cine principal y casi únicamente por un breve pero icónico rol, especialmente para los amantes del fantástico: el del famoso “zombie del cementerio” del clásico de George A. Romero La noche de los muertos vivientes de 1968. Aunque trabajó en otros pocos títulos (casi siempre vinculados al género que le hizo famoso) e incluso dirigió dos películas en los 80, aquel sencillo papel que obtuvo casi por casualidad debido a su físico idóneo acabó condicionando, para bien o para mal, su vida y su carrera. Bill, que había nacido un 24 de octubre de 1936 en Coraopolis, Pensilvania, EE.UU, era habitual de infinidad de convenciones de fans en su país, e incluso se habían hecho docenas de productos de merchandising con su imagen. Nos dejó este pasado 4 de febrero y, sí, sería bastante fácil hacer un chiste al respecto, pero me lo ahorraré por respeto al actor (además, ha sido incinerado)…
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