Esta semana adquirí Pesadilla a 20.000 pies y otros relatos insólitos y terroríficos, un volumen de cuentos de Richard Matheson publicado por Valdemar, editorial cuyas referencias sigo desde hace muchos años y de la que poseo no pocos libros. No pasaré a reseñar el tomo, ni a revisitar la biografía del autor de los relatos (del que tampoco soy un experto), pero sí que aprovecharé la excusa de esta compra para al menos sacar a colación a este último a las virtuales páginas de este blog. Y es que para un amante del género fantástico tanto en su forma cinematográfica como en la literaria, Matheson es un nombre muy, muy especial, pues a él le debemos algunas de las obras clave de la ciencia ficción y el terror impresos de las últimas décadas, muchas de sus respectivas adaptaciones al celuloide, y los guiones de otros tantos largometrajes: baste mencionar El increíble hombre menguante, publicada en 1956 y llevada al cine un año más tarde por el director Jack Arnold (también existe el curioso remake La increíble mujer menguante, de 1981), La casa infernal, de 1971 (La leyenda de la mansión del infierno en la pantalla grande, en 1973) y, por supuesto, su gran clásico Soy Leyenda (1954), plasmada en celuloide en numerosas ocasiones, siendo las principales El último hombre sobre la Tierra en 1964, la más reciente Soy leyenda en 2007, y la que es sin duda la versión más reputada entre los cinéfilos, El último hombre vivo, de 1971.
Pero, si este trío triunfante no fuera suficiente, la relación de Matheson con la televisión tampoco ha tenido desperdicio, y comprende desde joyas como sus notables episodios de la serie norteamericana de los 60 The Twilight Zone (aquí la conocimos como La dimensión desconocida) hasta los de muchas otras series de las últimas seis décadas como La conquista del espacio, Voyage to the Unknown, Night Gallery, Crónicas marcianas o Cuentos asombrosos, etc, etc, y para las que, o bien adaptó sus propios escritos, o bien creó expresamente nuevas historias. También “apadrinó” literariamente a Steven Spielberg en su primer telefilm, El diablo sobre ruedas, de 1971, que adaptaba su historia corta “Duel”.
Mención especial merece, cómo no, su participación en el Ciclo Poe de Roger Corman/Vincent Price, en muchas de cuyas películas podemos ver el nombre de Matheson acreditado como guionista, a saber: La caída de la Casa Usher, El péndulo de la muerte, Historias de terror, El cuervo y La comedia de los terrores. No es poco…
Matheson es sin duda uno de los autores clave del género de la segunda mitad del siglo XX. Se le puede entender en cierta manera como un puente entre los últimos escritores pulp y post-románticos (Lovecraft y compañía) y los actuales nombres más conocidos del terror y la ciencia ficción –a la cabeza el inevitable Stephen King, quien lo reconoce como su maestro– a los cuales precedió en sus tareas a veces difíciles de definir de entre novelistas y guionistas.
Los recuerdos más antiguos que tengo de sus trabajos son El increíble hombre menguante, emitida por TVE en 1982 dentro del espacio Mis terrores favoritos de Narciso Ibáñez Serrador y, no mucho después, En los límites de la realidad (1983), remake en pantalla grande de algunos de los episodios de The Twilight Zone. Posiblemente el fragmento que más impresionó a mi entonces joven sensibilidad fue el del señor neurótico que se sube en un avión y cree ver un gremlin destrozando el ala de la aeronave. Se trataba del mismo relato corto de Richard Matheson que ha dado título al libro que ha originado este artículo y me ha encantado poder leer por fin el relato original…
Próximo a cumplir los 86 años el próximo 20 de febrero, Matheson sigue deleitándonos con sus historias, siendo sus más recientes novelas Woman (2006) y Other Kingdoms, de este mismo año. También la película Acero puro, que se acaba de estrenar, se inspira en uno de sus cuentos…
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