La serie Bates Motel concluía
recientemente tras su quinta y última temporada. Basada, obviamente, en la
famosa novela de Robert Bloch Psicosis y
en su aún más celebérrima versión cinematográfica, nos introducía en la vida de
Norman
Bates y de su madre Norma cuando el primero es aún un adolescente y la
segunda, tras enviudar bastante joven, decide invertir el dinero del seguro en
adquirir un motel y un viejo caserón cerca de White Pine Bay, Oregón, a donde
la pareja se desplaza para empezar una nueva vida. Sobra decir que no se atiene
a la historia canónica de la familia tal y como la conocimos en el libro
original y en la adaptación de Hitchcock, en donde Norman ha vivido siempre en la
misma casa y es bastante mayor de lo que se le representa en la serie. Es más, Bates Motel transcurre en la actualidad,
y los protagonistas usan en todo momento modernos artefactos como móviles y
portátiles, lo que contrasta enormemente con la decoración tétrica y anticuada
de su hogar. Precisamente esta decisión de los productores (la cadena A&E
Television Networks) de ambientar la serie en nuestra época fue una de
las cosas que más chocó a los incondicionales del personaje, que muy
posiblemente hubieran preferido ver a los Bates en la década de los 50 del
pasado siglo.
En cualquier caso, debido a mi
pasión por la obra de Alfred Hitchcock, comencé a ver Bates Motel desde su primer año. La protagonizan el joven Freddie
Highmore como heredero de Anthony Perkins y Vera Farmiga como su
protectora madre, por cierto, mucho más joven y atractiva de lo que siempre
hemos considerado a la señora Bates. En papeles secundarios, Max Thieriot como
Dylan, el hasta ahora desconocido hermanastro de Norman, Olivia Cooke como
Emma, una joven de la localidad que será objeto de atención de ambos hermanos,
y Nestor
Carbonell como el sheriff Alex Romero, un policía con una singular
brújula moral. Años antes, cuando conocí a este actor en Perdidos, me sorprendió su enorme parecido con Anthony Perkins, así
que me resulta muy gracioso que haya acabado precisamente en una serie sobre
Norman Bates, aunque no interpretando a este personaje.
Primera aparición de la casa y el motel en la serie... los pelos de punta |
Las cuatro primeras temporadas de
Bates Motel transcurren más bien
dentro de una línea anodina, en la que algunos arcos argumentales parecen
extenderse interminablemente y sin ningún interés, mientras que otras veces no
parece siquiera existir una trama específica durante algunos episodios.
Contemplamos el celo de Norma Bates por proteger a su hijo menor, que sufre
extraños “vacíos” durante los que no recuerda lo que ha hecho, la enfermiza
relación entre ambos, el esfuerzo de Norman –en realidad, un joven bueno y
educado cuando es “normal”– por integrarse en su nuevo ambiente, y como madre e
hijo acaban siempre implicándose en peligrosos enredos criminales, pero esto de
por sí tan sólo consigue mantener mi interés por los pelos. Entre lo que más me
atrae de la serie, la casa Bates y el motel que da nombre al espacio
televisivo, fielmente reproducidos de la película del maestro Hitchcock, y el pueblecito
de White Pine Bay y su entorno, que los creadores nos presentan casi
siempre lluvioso o nublado, lo que contribuye a proporcionarle un tono
decididamente melancólico que es parte de lo que más llevadero me hace el
visionado del serial.
Rihanna hereda el papel de Janet Leigh. La escena de la ducha será muy diferente... |
El pasado mes de abril, con su
quinta temporada, la A&E decide finalizar Bates Motel y, sorprendentemente, lo hace de una manera emocionante
y acertada que supera con creces todos sus años de andadura y compensa la
mediocridad de la mayor parte de lo emitido anteriormente. Y creo que ese
acierto es sencillamente que estos últimos diez capítulos son los que
enraízan más clara y directamente con Psicosis,
el libro y la película que dieron lugar a la serie. Aquí encontramos al
Norman Bates que hemos conocido siempre, aparecen Marion Crane y Sam Loomis,
incluso revivimos la famosa escena de la ducha, aunque de una manera muy, muy
original y diferente, y conocemos el destino final del desdichado psicópata
creado por Bloch.
En este último año, Bates Motel ha conseguido entusiasmarme
y dejarme pegado al asiento, y ha hecho que haya valido la pena haberla
seguido incluso aunque sus anteriores temporadas no prometieran demasiado. Ha
sido el caso contrario a otros seriales televisivos, que normalmente acaban
languideciendo y aburriendo conforme pasan los años y sus productores deciden
estirarlos interminablemente y más allá de todo sentido posible. De lo mejor
que he visto este año en la pequeña pantalla.
Lo malo de esta serie ha sido si acaso meter mucho relleno innecesario, pero al mismo tiempo ESO también ha sido lo bueno al tener que concretarlo en temporadas de solo 10 episodios porque con temporadas usuales de 22 o 24 episodios podría haber sido mortal.
ResponderEliminarCon esa duración, creo que no la hubiera aguantado. Por suerte, para mí ha tenido un final digno e incluso superior al resto de su trayectoria....
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