Siendo un apasionado del rock de
los años 50, no se me podía pasar por alto esta serie de televisión que terminó
el pasado mes, y que en su primera temporada ha constado de ocho capítulos de
45 minutos de duración cada uno. Toma como base el musical Million
Dollar Quartet, muy de moda en EE.UU. en los últimos años y a su vez
basado en la mítica jam session que tuvo lugar el 4 de diciembre de 1956 en el
aún más legendario estudio de Sam Phillips: aquel que de título a la serie. Ese
día se juntaron en la modesta sala de grabación de Memphis cuatro de los
grandes iconos del rockabilly y del country: Elvis Presley, Carl Perkins, Jerry
Lee Lewis y Johnny Cash. El cuarteto de músicos comenzó a cantar y tocar
de manera informal y Phillips puso a grabar sus máquinas en cuanto se dio
cuenta del acontecimiento improvisado que estaba teniendo lugar en su estudio.
Muchos años después, aquella sesión aparecería en doble disco con el nombre con
el que se ha bautizado al musical: The
Million Dollar Quartet (aunque se da la circunstancia de que la
intervención de la voz de Cash no llegaría a registrarse en formato magnético,
pues por lo visto el cantante se marchó antes de que Sam Phillips empezara a
grabar).
Con guion y supervisión de Colin Escott y
Floyd
Mutrux, el primero un experto de la música de los 50 que ha firmado
varios libros sobre country y rockabilly, incluyendo varios sobre Sun Records,
y el segundo un polifacético director y guionista de cine, comenzaba esta año
la versión dramatizada para televisión del musical, dirigida por el fiable
Roland Joffé y con Sam Phillips como personaje central, pero también pululada
por muchos otros nombres relacionados con él y con sus estudios, por supuesto
los cuatro ya nombrados, pero también B.B. King, Ike Turner, el desmadrado
disc-jockey Dewey Phillips, la secretaria de Sam Marion Keisker (la primera
persona que grabó a Elvis Presley) o el infame Coronel Parker.
Sam Phillips, Elvis Presley y Marion Keisker: realidad y recreación |
Si se pueden aguantar todos estos
arreglos visuales y el look demasiado “guapista” de Sun Records, es posible pasar un rato entretenido con ella, incluso
disfrutar del buen hacer de algunos de los actores y músicos que aparecen en
ella (Drake Milligan tiene una voz extraordinaria muy próxima a la de Elvis
Presley); incluso reír con las apariciones del sinvergüenza del Coronel Parker.
Los últimos tres capítulos son especialmente emocionantes, pues es cuando Elvis
comienza a grabar con Scotty y Bill y cuando despegan las carreras musical de
Carl Perkins y Johnny Cash (a Jerry Lee Lewis, de momento, sólo le hemos visto
pendoneando en su pueblo natal).
No se ha dicho nada sobre una
continuación de la serie de momento, y mi impresión es que no va a tener
segunda temporada. Quizá el tratar difundir una música que es prácticamente
desconocida entre la actual juventud televidente y el querer, además, captar a
los acérrimos del rock and roll de los 50 era demasiado pretencioso.
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