John Hurt es
para mí la primera baja artística importante del año. No quiero decir que las
anteriores sean menos dignas o merezcan menos vivir que el actor británico:
simplemente a cada uno le influyen más unas personalidades que otras, y por
ello la ausencia de estas se hace más de notar. Se marchó ayer, 25 de enero, a
los 77 años, tras una impresionante carrera con más de dos centenares de
intervenciones en la pantalla grande y en la pequeña.
No tengo un recuerdo exacto de
cuándo le vi por primera vez, pero sí que, como aficionado al fantástico, sus
aportaciones al género han sido más que memorables: El resucitado, Alien, 1984, V de Vendetta, Indiana Jones
y el reino de la calavera de cristal o, más recientemente, Sólo los amantes sobreviven, me vienen a
la memoria sin esforzarme demasiado. Pero Hurt fue un actor todoterreno que
abordó casi todos los registros: no olvidemos sus reputadas participaciones en
clásicos como El expreso de medianoche
o El hombre elefante, o su
inolvidable personaje en la serie de TV El
cuentacuentos, por citar sólo unos pocos de los muchos trabajos que abordó
en su carrera profesional de más de medio siglo frente a las cámaras
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