En 1981, con un cáncer terminal,
un brazo medio inútil y sumida en grandes y continuos dolores, Ingrid Bergman se embarca en la que sería su
última interpretación demostrando su gran profesionalidad y su inmenso amor por
la actuación al ocultar su lamentable estado de salud a casi todos los que la
rodeaban y trabajar hasta el final en el rodaje de esta mini-serie de 200 minutos de duración sobre la que fuera
primera ministra israelita Golda Meir.
Una
mujer llamada Golda fue rodada en la propia Israel y estrenada por
primera vez el 26 de abril de 1982 en EE.UU., y ofrece una de las más atípicas
caracterizaciones de la actriz sueca: acostumbrados a verla en papeles de
mujeres bellas y glamurosas incluso al final de su carrera, Ingrid necesitó transformar
y afear su aspecto para asemejarse a la política Meir. Aunque se le propuso que
llevara una nariz postiza que le ayudara a lograrlo, ella prefirió hacerlo de
una forma más sencilla: una peluca morena (canosa cuando representa a Golda más
mayor), gruesas cejas y escaso maquillaje fue la decisión de Bergman sobre el
aspecto que debía mostrar en la miniserie. El resto lo dejó a los gestos, la
voz y el vestuario y, salvando las distancias con respecto al parecido –incluso enferma y con 66 años Ingrid
Bergman era mucho más alta, esbelta y guapa que la auténtica Golda Meir–, la
estrella consiguió otra gran interpretación que acabó siendo premiada con un Emmy,
por desgracia, póstumo: Ingrid nos dejaría 4 meses después del estreno de la
serie, el 29 de agosto del mismo año.
Ingrid caracterizada como Golda Meir, y la auténtica Golda Meir |
En el reparto de esta producción
le acompañan nombres de la talla de Leonard Nimoy, Ned Beatty, Jack Thompson,
Robert Loggia, Nigel Hawthorne o la entonces debutante Judy Davis, quien
encarna a Golda de joven. Un dato curioso que no conocía hasta hace poco es que
se propuso para este papel a Nastassja Kinski por su parecido con Ingrid. Nunca
lo había pensado, pero es cierto que existe este. No obstante, la veterana
actriz creyó que era mejor que una colega desconocida asumiera esta labor.
Tras casi dos meses atiborrándome de películas de Ingrid Bergman, y cumpliendo con ello parcialmente mi
propósito de intentar ver toda la filmografía de ella que me quedaba
pendiente (cosa que aún no he logrado), he querido acabar este ciclo privado
con esta teleserie por dos razones: una, la más obvia, porque fue la despedida
profesional de la estrella; dos, porque es uno de los primeros recuerdos que
tengo de la actriz, ya que vi Una mujer
llamada Golda en TVE cuando se emitió en 1986, más o menos la época en la
que también vi por primera vez Casablanca
y la divina sueca me robó una parte bastante grande de ese corazoncito
cinéfilo que tengo repartido entre tantos amores. También resulta
curioso que este visionado coincida con nuevos conflictos en el país que
presidió Golda Meir. Me preguntó que opinaría sobre ellos...
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