"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

jueves, 17 de julio de 2014

Una mujer llamada Golda (Tres días con Ingrid, día 2)

En 1981, con un cáncer terminal, un brazo medio inútil y sumida en grandes y continuos dolores, Ingrid Bergman se embarca en la que sería su última interpretación demostrando su gran profesionalidad y su inmenso amor por la actuación al ocultar su lamentable estado de salud a casi todos los que la rodeaban y trabajar hasta el final en el rodaje de esta mini-serie de 200 minutos de duración sobre la que fuera primera ministra israelita Golda Meir.

Una mujer llamada Golda fue rodada en la propia Israel y estrenada por primera vez el 26 de abril de 1982 en EE.UU., y ofrece una de las más atípicas caracterizaciones de la actriz sueca: acostumbrados a verla en papeles de mujeres bellas y glamurosas incluso al final de su carrera, Ingrid necesitó transformar y afear su aspecto para asemejarse a la política Meir. Aunque se le propuso que llevara una nariz postiza que le ayudara a lograrlo, ella prefirió hacerlo de una forma más sencilla: una peluca morena (canosa cuando representa a Golda más mayor), gruesas cejas y escaso maquillaje fue la decisión de Bergman sobre el aspecto que debía mostrar en la miniserie. El resto lo dejó a los gestos, la voz y el vestuario y, salvando las distancias con respecto al parecido –incluso enferma y con 66 años Ingrid Bergman era mucho más alta, esbelta y guapa que la auténtica Golda Meir–, la estrella consiguió otra gran interpretación que acabó siendo premiada con un Emmy, por desgracia, póstumo: Ingrid nos dejaría 4 meses después del estreno de la serie, el 29 de agosto del mismo año.

Ingrid caracterizada como Golda Meir, y la auténtica Golda Meir
En el reparto de esta producción le acompañan nombres de la talla de Leonard Nimoy, Ned Beatty, Jack Thompson, Robert Loggia, Nigel Hawthorne o la entonces debutante Judy Davis, quien encarna a Golda de joven. Un dato curioso que no conocía hasta hace poco es que se propuso para este papel a Nastassja Kinski por su parecido con Ingrid. Nunca lo había pensado, pero es cierto que existe este. No obstante, la veterana actriz creyó que era mejor que una colega desconocida asumiera esta labor.

Tras casi dos meses atiborrándome de películas de Ingrid Bergman, y cumpliendo con ello parcialmente mi propósito de intentar ver toda la filmografía de ella que me quedaba pendiente (cosa que aún no he logrado), he querido acabar este ciclo privado con esta teleserie por dos razones: una, la más obvia, porque fue la despedida profesional de la estrella; dos, porque es uno de los primeros recuerdos que tengo de la actriz, ya que vi Una mujer llamada Golda en TVE cuando se emitió en 1986, más o menos la época en la que también vi por primera vez Casablanca y la divina sueca me robó una parte bastante grande de ese corazoncito cinéfilo que tengo repartido entre tantos amores. También resulta curioso que este visionado coincida con nuevos conflictos en el país que presidió Golda Meir. Me preguntó que opinaría sobre ellos...

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