Continúo con mi “ciclo Ingrid Bergman” que comencé a finales de mayo con el
propósito de ver todas las películas posibles que aún no había visto de la
sublime sueca. No lo estoy haciendo en orden necesariamente cronológico y en
esta ocasión llego a Los cuatro hijos
de Adán, rodada por Gregory Ratoff
en 1941. La actriz interpreta a una institutriz francesa que, a comienzos del
siglo XX, llega a la mansión de una acaudalada familia estadounidense para
hacerse cargo de los cuatro jóvenes hijos del matrimonio que la habita. Su
simpatía y dulzura pronto le ganan el corazón de todos hasta el punto de que,
cuando la madre muere inesperadamente, le hace prometer a la chica que velará
por los muchachos. Ella intentará cumplir la promesa a pesar de los muchos
avatares y dificultades que se avecinarán. El reparto principal lo completan Warner Baxter, Fay Wray
y Susan Hayward.
Este fue el segundo largometraje de
Ingrid en Hollywood, un drama ligero con ese inevitable encanto que para mí tienen las películas de aquella época y que supongo que a algunos les podrá parecer hasta cursi o
ingenuo, aunque no es mi caso. Ingrid está absolutamente adorable y angelical;
es la imagen que quizá más a menudo asociamos con ella, o al menos con su etapa
americana, aunque como se verá pronto en el artículo sobre el visionado de su
filmografía que preparo, esta mujer era capaz de trabajar en las más variadas
condiciones y de ofrecer los más diversos registros: una todoterreno del cine,
aunque normalmente todos acabemos vinculándola a la Ilsa de Casablanca o a las sufridas heroínas de Luz que agoniza, Encadenados o Atormentada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario