A pesar de lo ridiculizado, puerilizado,
vilipendiado y frivolizado que ha sido el cine de vampiros de las últimas dos
décadas (y no hablo sólo de desatinos crepusculares, sino también de Snipes,
Beckinsales y bodrios carpenterianos y tarantinianos en general), todavía
parece posible encontrarse con algún film interesante en los últimos tiempos
dentro de este subgénero. Curiosamente, parece que los más acertados u
originales nos vienen de la Europa del Norte, como fue el caso de Déjame entrar hace unos pocos años o este Somos
la noche, película alemana dirigida por el realizador de aquel
país Dennis Gansell en 2010 que se estrenó
en España el pasado septiembre. Su pase por las salas de nuestra nación fue
visto y no visto, y he tenido que esperar al estreno en DVD de la cinta para
poder verla.
Ambientada en el Berlín actual, su historia
se centra en un grupo de vampiras que lidera la despiadada Louise (Nina Hoss), una criatura bicentenaria que perdió a
su amada mucho tiempo atrás y que cree encontrar a su reencarnación en la joven
delincuente Lena (Karoline Herfurth), a la
que ofrece una vida inmortal plena de lujos, libertades y caprichos. Pero,
¿aceptará la muchacha este nuevo tipo de existencia y se someterá a los deseos de su nueva amiga?
Una propuesta sencilla que no huye de los
tópicos del género vampírico como la soledad y el peso del paso del tiempo en la línea de
las novelas de Ann Rice, pero que tampoco cae en el de la truculencia gratuita
y la violencia desmedida: muy al contrario, las secuencias de acción y el
morbo sangriento me parecen bien dosificados y equilibrados, y el director se
centra más en las relaciones entre las cuatro chicas y en darnos a conocer sus respectivos caracteres, historias y pesares. Fascinantes sobre
todo las escenas en las que vemos a las vampiras andar por techos y paredes o
comenzar a humear cuando les da el sol, así como cuando una de ellas visita a
su nonagenaria y moribunda hija.
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