Tras varias semanas alejado forzosamente de mis
amadas pantallas cinematográficas –algo inaudito en mí–, vuelvo a ellas para
ver Golpe de efecto (Trouble with the Curve) de Robert Lorenz
atraído, obviamente, por la presencia de su protagonista principal: el inmenso Clint Eastwood, y eso a pesar de lo poco que me
atraen en general las películas sobre deportes. El actor interpreta aquí a un
veterano ojeador de béisbol cuya vista empieza a fallar, lo que le puede
suponer el fin de su carrera. En busca de nuevos fichajes para la temporada,
acaba siendo acompañado algo a disgusto por su hija (Amy
Adams), una abogada de éxito de la que ha estado distanciada muchos años
y con la que tiene una relación más bien tirante. Y es precisamente sobre este
vínculo padre-hija sobre el que se centra el film, más que sobre el popular
deporte estadounidense en sí, que sirve más bien como excusa. A la pareja se
les unirá otro joven ojeador interpretado por Justin
Timberlake que, naturalmente, pronto quedará embelesado por la muchacha
e intentará conquistarla. Entre el reparto secundario destacaría al siempre
agradable John Goodman como amigo y jefe del
personaje principal.
Lo mejor de este película –por lo demás, no
especialmente original o destacable– se resume en dos palabras: Clint Eastwood.
Es una gozada ver de nuevo en pantalla a toda una leyenda viviente como es él y
se disfruta cada minuto en el que aparece. La atractiva Amy Adams me parece
correcta y una digna comparsa del malhumorado ojeador; mucho más me cansa la
presencia de Timberlake, que me parece un actorcillo que siempre reincide en su
papel de guapito simpático y cuya relación amorosa con el personaje de Adams me
rechina por lo forzada y facilona que se me antoja.
Creo que, como bien dices, la presencia impagables de Clint Eastwood es lo que merece que se le dé a este film una oportunidad por mi parte.
ResponderEliminarSaludos llaneros.
¡Con ella me sobra!
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