Primer largometraje dramático de Eleanor Coppola,
esposa del legendario Francis Ford, que se estrena en este campo a los 80 años.
La sencilla propuesta, en un tono casi intimista, es un viaje en coche por
Francia que realizan la esposa de un productor de cine estadounidense y el
socio de éste, y que tiene como destino París, pero con numerosas paradas para
conocer la gastronomía, los museos y los monumentos de las ciudades por las que
van pasando mientras la relación entre los dos viajeros se va estrechando
peligrosamente.
Diane Lane fue uno de mis grandes
amores cinéfilos de mi juventud –una de las pocas rivales que tenía Michelle Pfeiffer–
y, aunque no he seguido fielmente su carrera en los últimos años, nunca he
dejado de reencontrarme con ella en las pantallas con cierta frecuencia. Con
más de medio siglo acuestas, me alegra comprobar que sigue siendo una mujer con
un enorme encanto y una soberbia actriz, como demuestra en esta película
claramente pensada para su lucimiento, eso sin menospreciar el papel
de su compañero de reparto, Arnaud Viard, que le anda a la zaga.
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