"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

viernes, 14 de abril de 2017

Brimstone y el nuevo western europeo

Aunque a la gran pantalla normalmente sólo nos llegan las más costosas superproducciones del género –que suelen ser las más mediocres– el western actual está viviendo un momento interesante, con propuestas originales y arriesgadas que, por desgracia, no siempre es fácil localizar: a menudo toca conformarse con versiones domésticas, ya sea comprando el disco original o recurriendo a la cuestionable descarga. Resulta curioso constatar que algunos de los mejores westerns de los últimos años no han sido producciones estadounidenses, como cabría esperar en un tipo de películas que son casi exclusivamente propias de ese país. Muy al contrario, varias de ellas han venido de Europa, como es el caso de The Salvation, Blackthorn o El valle oscuro, esta última incluso ambientada fuera de Norteamérica, concretamente en los Alpes. Hasta Nueva Zelanda ha aportado títulos atractivos como Slow West. Por su parte, los mismos EE.UU. también ha contribuido recientemente al género con aportaciones de calidad como Deuda de honor o Bone Tomawak, mucho menos populares que películas que no logran ganarme como el reciente remake de Los 7 magníficos o los dos últimos trabajos de Tarantino, un director que no cuenta con mi apoyo ni atención.

Con financiación principalmente holandesa nos llega el objeto principal de esta entrada, Brimstone, coproducción del pasado 2016 entre varios países que, hasta donde yo sé, no ha llegado a las pantallas españolas ni ha aparecido aquí en versión doblada, y eso pese a estar rodada entre nuestro país (concretamente la clásica Almería), Alemania, Austria y Hungría. La dirige Martin Koolhoven y en su internacional reparto nos encontramos a Dakota Fanning, Guy Pearce, Carice van Houten, Kit Harrington, Paul Anderson, Emilia Jones o Willliam Houston entre un largo elenco que puebla esta cinta de dos horas y media de duración y que, pese a ello, a mí no se me hace para nada aburrida y logra atraparme hasta el final. Está dividida en cuatro partes, estando las tres primeras narradas en orden cronológicamente inverso, y siendo la última la conclusión y, sin querer contar demasiado, porque parte del atractivo de la historia es precisamente ir descubriendo el origen y la relación de algunos de los personajes principales, nos habla de una joven muda casada con un viudo mayor que ella a la que parece perseguir un oscuro y misterioso predicador, un personaje con reminiscencias del que hiciera famoso Robert Mitchum en La noche del cazador que borda el mencionado Pearce, ante cuya interpretación tiene uno que quitarse el sombrero.

No quiero adelantar más, y me limitaré sólo a recomendarla a aquellos que busquen un western más serio y más en clave de melodrama que de película de acción, advirtiendo, eso sí, que hay momentos bastante duros (no siempre en un sentido necesariamente físico) y que la cinta no es mojigata al abordar el tema de la sexualidad, aunque tampoco suele ser explícita, sino que el director sugiere casi siempre con habilidad los pasajes que la tratan. Claramente es una película que no podría concebirse en Hollywood, lo que creo que es más bien una nota positiva, dada la escasa originalidad que nos llega últimamente dela Meca del Cine.

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