Posiblemente la película que más ganas tenía de ver
en este 2016 (distinción que sólo compartiría, quizá, con Rogue One). Por fin, por fin, por fin después de dos años y medio
consigo volver a ver a mi actriz favorita del cine actual en pantalla grande,
pues desde Thor: El mundo oscuro en
2013, no se había estrenado nada de Natalie Portman en España (ni prácticamente en todo el
mundo, puesto que Knight of Cups y A Tale of Love and Darkness tuvieron una
exhibición limitada el pasado 2015).
Muchísimas han sido las vicisitudes que ha sufrido
este largometraje de Gavin O´Connor desde que se rodara hace tres años (véase aquí
el resumen), pero finalmente este pasado enero llegaba a los cines
estadounidenses y, con ello, al resto del mundo. A nuestro país ha tardado
cuatro meses más en llegar, obteniendo la película, entre tanto, una acogida más
bien tibia y no demasiado interés por parte del gran público. Parece que son malos
tiempos para el western, puesto que otros títulos recientes como Slow West, The Salvation, Deuda de honor
o Bone Tomahawk no han alcanzado los
cines o lo han hecho con mucha discreción, por lo que el estreno en bastantes
salas nacionales de La venganza de Jane casi hay que
considerarlo un privilegio a pesar de todos los infortunados precedentes del
film.
El planteamiento de la cinta de O´Connor redunda en
una situación típica y habitual del género en la que se podrían enclavar, por
poner dos ejemplos, clásicos de la talla de Solo ante el peligro o Los
siete magníficos: una persona o un grupo reducido de ellas que debe hacer frente
a un número abrumador de enemigos; en nuestro caso, Jane, su antiguo prometido (Joel Edgerton)
y su actual marido (Noah Emmerich), postrado en la cama debido a varias heridas
de bala, se verán sitiados por la banda de forajidos que lidera John Bishop (Ewan McGregor).
La cinta basa la mayoría de su metraje en situaciones íntimas y sencillas
que sostiene sobre todo el esforzado trío protagonista, destacando especialmente
la cuidadísima dirección fotográfica con la que O´Connor y la camarógrafa Mandy
Walker saben sacar partido a la enorme fotogenia de Natalie Portman
mostrándonosla bellísima incluso “sin” maquillaje y con un look sucio y
polvoriento –a destacar toda esa escena nocturna en la que, su cara iluminada parcialmente por
la luna, revela parte de su pasado al personaje de Edgerton–. Tampoco tengo que
ocultar que un servidor siente una “fuerte debilidad” por la israelita, y que
su presencia en la cinta ya hace que me tenga medio ganado como espectador
incluso antes de verla…
Al final, La
venganza de Jane –desacertado título en español de Jane Got A Gun, puesto que no estoy seguro de si se puede hablar de
“venganza” en la historia que se nos cuenta– se queda en una película sencilla
pero para mí bien orquestada –se podría objetar que los flashbacks llegan a
entorpecer el discurso del fin en algún momento, aunque no me parece un
obstáculo insalvable– que quizá no destacará entre las mejores de su actriz
principal, pero ni mucho menos lo hará entre las peores, que para mí son muy
pocas. Creo que este largometraje se merece sin duda mejor suerte de la que ha
tenido y es bastante superior a otros estrenos de la semana del tipo Infiltrados en Miami, que seguramente
obtendrán una mayor recaudación…
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