Primera de las tres películas de superhéroes estrenadas
este año que logra gustarme y entretenerme: Deadpool
me pareció tan insulta como olvidable, y Batman v Superman
un “quiero y no puedo”, un proyecto interesante del que podría haber salido
algo bastante mejor. Con Capitán América: Civil War, los hermanos Anthony y Joe Russo logran
cerrar la trilogía del legendario personaje manteniendo la calidad y el alto listón
que para mí ha tenido toda la saga, sobre todo desde que la pareja de
directores retomó las riendas de esta a partir de su primera secuela.
La razón para esta opinión tan favorable es tan
sencilla como previsible para aquellos que conozcan mis gustos sobre cómo creo se
debería hacer el cine de este subgénero: los Russo y sus guionistas optan por conferir
a la historia que nos cuentan un tono dramático antes que decantarse por los
fáciles derroteros de la comedia; no ahogan al espectador con una constante y tediosa
oleada de concesivos comic reliefs
como hicieran Joss Whedon con Los Vengadores (sobre todo la primera) o Jon
Favreau con Iron Man. Hasta el normalmente histriónico e insoportable Robert
Downey Jr. aparece comedido y sin recurrir constantemente a esas sus dudosas gracias
que estropean más que arreglan las películas en las que interviene como Tony Stark
–la propia Viuda Negra hace una observación al respecto en esta Civil War–, lo que viene a demostrar que
el actor puede ofrecer buenas interpretaciones cuando se le dirige
adecuadamente.
Así pues, con esta decisión tan sencilla de
optar por un tono más serio, Civil War
logra satisfacer mis exigencias como espectador al conformar un largometraje con
su tensión dramática –para nada excesiva: sigue siendo un divertimento para el
gran público–, con relaciones interesantes –aunque no demasiado profundas–
entre sus personajes, con un “malo” convincente, aunque no original, con limitados
aunque innecesarios recursos al temible “alivio cómico” y, por supuesto, con
impresionantes escenas de acción y sorprendentes coreografías de peleas que
llegan a ser convincentes y hasta realistas dentro de la fantasía. Esas y otras
cualidades hacen para mí de Civil War la
que posiblemente sea la mejor película de superhéroes del año (solamente le doy
algunas opciones de competir con ella a la próxima de X-Men) y una de las
mejores que Marvel ha rodado en los años que lleva ofreciéndonos versiones
cinematográficas de los personajes de sus cómics. Corre el riesgo de parecer un
circo multicolor en algún momento en el que la pantalla se desborda de tipos
con trajes raros –se podría discutir si no resulta un tanto forzado que, de
repente, los dos bandos enfrentados logren reclutar a tantos componentes en tan
breve tiempo–, pero al final esto resulta una minucia que no vale la pena ni
considerar, porque la diversión y el atractivo de la cinta transportan y
fascinan al espectador que sea un poco condescendiente y no esté intentado
buscar una excesiva verosimilitud en una película fantástica. En este sentido,
destacar la aparición –forzada, pero agradecible– del nuevo Spider-Man, del que
“la casa de las ideas” prepara otro renacimiento cinematográfico que esperemos
logre convencerme más que sus anteriores adaptaciones a la pantalla grande.
Mencionar también que se haya sabido actualizar a un personaje tan políticamente incorrecto como podría ser el que protagoniza el film y lidera su reparto: lejos de ser un patriota descerebrado (¿una redundancia?), el Capitán América de las dos entregas de los Russo se cuestiona las intrigas, las injusticias y la corrupción de su país y de su gobierno y está dispuesto a enfrentarse a ellas al precio que sea, e incluso a anteponer y a defender a sus amigos por encima de cualquier otra cuestión. Miedo me da pensar qué podrían haber hecho con el héroe de la estrella directores tan parciales y cegados como Steven Spielberg...
Mencionar también que se haya sabido actualizar a un personaje tan políticamente incorrecto como podría ser el que protagoniza el film y lidera su reparto: lejos de ser un patriota descerebrado (¿una redundancia?), el Capitán América de las dos entregas de los Russo se cuestiona las intrigas, las injusticias y la corrupción de su país y de su gobierno y está dispuesto a enfrentarse a ellas al precio que sea, e incluso a anteponer y a defender a sus amigos por encima de cualquier otra cuestión. Miedo me da pensar qué podrían haber hecho con el héroe de la estrella directores tan parciales y cegados como Steven Spielberg...
No quiero cerrar la reseña sin comentar un hecho
que me viene llamando la atención desde hace un tiempo, y que es el
desconcertante criterio que siguen los traductores de películas para dejar en
su versión original algunos nombres de personajes y otros no, así, tenemos que
traducen “Viuda Negra” (Black Widow),
pero no Black Panther; que dejan en
inglés a todos los “mans” (Spider-Man, Iron
Man, Ant Man), pero adaptan al castellano nombres como Visión, Ojo de
Halcón o el del propio Capitán América… me pregunto si esto obedece a razones
de copyright o, como me temo, simplemente a cuestiones “estéticas” y
arbitrarias, y en cualquier caso no entiendo que, del título de la película, sí
que traduzcan el nombre de su protagonista y no el resto. Creo que viene siendo
más normal lo contrario, aunque personalmente yo hubiese traducido ambas cosas.
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