Primera y última películas vistas en 2015, y lo mejor del año para un servidor |
Por tercer año consecutivo repito esta especie de
“ejercicio de repaso” de todo el cine que he visto en pantalla grande durante
2015, y lo hago con una sensación generalmente positiva por las razones que iré
exponiendo a lo largo del artículo.
Para empezar, un impresionante número: 48 han sido las veces que he ido al cine
durante el presente año, aunque en realidad han sido 47 las películas que he
visto en salas, y este misterio lo explico unos párrafos más adelante. Eso
significa una media de casi una visita por semana, aunque en realidad no ha sido
así, claro, y hubo semanas en las que repetí, y otras en las que no fui.
Por meses
4 películas por mes fue la norma durante casi todo
el año, con la excepción de los abundantes meses de verano: 5 películas en
junio y 6 en julio, todo un récord que raramente alcanzo. Incluso en el último
mes citado llegué a ir 3 veces en una misma semana, hito que solamente se da en
mi historial cada muchos años. Febrero y septiembre estuvieron entre los meses
con menor asistencia, 3 películas, y noviembre resultó ser el mes de menos
cine: sólo 2.
La II Guerra Mundial siempre me apasiona |
De nuevo mis dos géneros favoritos vuelven a destacar en este apartado 14 títulos que más o menos se pueden enclavar en el marco del thriller/cine policíaco, y 12 dentro de la ciencia ficción (téngase en cuenta que separo el fantástico en sus tres vertientes estándar; de lo contrario, ocuparía el primer lugar). El drama/melodrama ocupa el tercer puesto con 8 películas y, ya más distanciados, llegan los géneros del terror (4), la comedia (3), el musical (2), y las cintas bélicas, de aventuras, de animación y de acción (1 película de cada). Esto, como siempre, teniendo en cuenta lo difícil que resulta a veces enmarcar un largometraje en un solo género y el habitual mestizaje de muchas películas.
Por países
Como ya constaté el pasado año, cada vez es más
difícil encontrar películas producidas por un solo país, y ya es la norma en
los últimos tiempos que diversas nacionalidades se impliquen en la creación de
un film. De todas las películas vistas por mí en 2015, sólo EE.UU. y España han
producido en exclusiva algunas de ellas, 14 en el caso del primer país, 1 sola
en el caso del segundo. Las otras 33 películas han sido, pues, coproducciones
internacionales, entre las que destacan los proyectos financiados por el Reino
Unido, Canadá y de nuevo EE.UU., ya sea entre dos o tres de ellos, o entre
alguno/s de ellos y otros países principalmente europeos, pero ocasionalmente
también asiáticos u oceánicos. En concreto, EE.UU. estuvo implicado en 19
coproducciones, el Reino Unido en 8, y Canadá, Francia y España en 6, siendo
los países que más se han repetido en los títulos que he visto este año.
Gasto y ahorro
7 euros es lo que cuesta el cine de mi localidad en
domingo, y estos son el local y el día que más suelo repetir, aunque también he
ido en días del espectador (4,50) y a algún cine de Valencia capital,
normalmente a partir de 8 euros. Calculando una media de 7 euros para las 48
películas que he visto, tendríamos un total de 336 euros gastados (o
invertidos, según se quiera ver, en cine). No obstante, he de decir que, de
todas esas visitas, 7 fueron gratuitas debido a los clásicos cupones que te
regalan un pase cuando rellenas una cantidad (6 en el caso de mis cines
locales). Dejemos, pues, este gasto anual aproximado en 287 euros.
Uno de los hechos que más me alegra comentar de
este 2015 es que en ninguna de mis visitas al cine me encontré “solo en la
oscuridad”, siendo el único asistente a la proyección (algo que ocurrió varias
veces en 2013 y en 2014). Una de las razones por las que me quedo con una
impresión general positiva respecto al cine en este año es que tengo la sensación
de que en general ha habido más afluencia de gente, e incluso yo mismo –que
muchas veces voy solo– he estado acompañado también más de lo habitual, entre
otras cosas porque me alegra poder decir que he convencido a amigos menos
habituados a ir al cine a que cambien esa “desaconsejable” tendencia. Sólo en
dos ocasiones me encontré casi solo en las salas: en Chappie había un único espectador aparte de mí, y en Irrational Man sólo estuvimos mi
acompañante y yo.
Otros cines
Aunque me sigue resultando más cómodo y económico
asistir a los cines de mi localidad, los Alucine,
ocasionalmente acudo a otras salas de otras ciudades, normalmente Valencia
capital. Esto lo suelo hacer normalmente cuando preveo que alguna película que
me interesa no va a llegar a mi pueblo, como fue el caso de It Follows, que vi en el complejo
multisalas Yelmo en junio y de Love
& Mercy, que proyectaron los Cines Babel un mes después. En septiembre,
tras varias semanas esperando que Mr.
Holmes llegara a los Alucine, decidí volver –tras cosa de una década– a los
clásicos ABC
Park de Valencia porque no quería que se me escapara esa película.
Resultó que la semana siguiente llegó a Alucine. Qué se le va a hacer.
Finalmente, el 18 de diciembre a las 00.01 acudí a
los Kinépolis
a ver El despertar de la fuerza.
Sobra decir que tenía muchísimas ganas de ver la secuela de Star Wars, y de nuevo los cines de mi
localidad no se habían pronunciado sobre si proyectarían esa temprana sesión
especial. Lo hicieron con diez días de antelación, cuando otras salas se les
habían adelantado en casi dos meses. Sintiéndolo mucho, ya tenía la entrada
para los otros cines y esa fue mi cuarta y última visita a cines “de fuera” de
2015.
Viejas
“novedades”
Varias “novedades” relacionadas con el cine
caracterizan este 2016. En realidad no se trata de novedades como tal, sino de
hábitos recuperados después de algún tiempo: por ejemplo, vi mi primera
película de animación –Del revés– después
de tres años sin ver ninguna de este género en pantalla grande. Algo parecido
me ocurrió con el cine de terror, aunque el lapso transcurrido sin ver
películas en este registro no fue tanto: desde 2013.
Desde el estreno de El retorno del jedi, he visto todas las películas de las sagas de Star Wars e Indiana Jones 2 o 3 veces
cada una en pantalla grande. Ni qué decir tienen que recuperé esta tradición
con el nuevo Episodio VII, El despertar
de la fuerza, que volví a ver una semana después del estreno, aprovechando
que tenía una entrada gratuita. Este segundo visionado fue en 3D, modalidad que
los cines de mi localidad parecían haber abandonado más de dos años y medio
atrás –El hombre de acero, en 2013,
es la última película que recuerdo haber visto con las consabidas gafas–. Y
esta es la explicación –adelantada al principio del post– de por qué este año
he ido 48 veces al cine y he visto sólo 47 largometrajes: repetí uno de ellos.
Películas variopintas, buenos ratos |
Lo mejor….
Supongo que por tradición, por inercia, por
defecto, cuanto menos por toda la expectación con la que la he esperado,
debería de nombrar El despertar de la
fuerza como la mejor película del año para un servidor. Es bien
cierto que no conseguí recuperar con ellas el sabor de las viejas entregas de
la saga –algo que imagino muy difícil, pero que sí que logré con la última de Indiana
Jones–, y que no me acabó de parecer enteramente redonda por la poca
originalidad que sus creadores mostraron con ella (algo que discuto más
detalladamente en mi reseña
del film), pero… ¿qué demonios? ¡Esta secuela era mi sueño de juventud!
Y, si el 2015 acabó con muy buen regusto, también
comenzó con buen pie, ya que la primera película que vi este año fue Corazones de acero, que posiblemente sea para mí la
mejor del año después del Episodio VII de Star Wars. Sin abandonar la II Guerra Mundial, aunque con un tono
más dramático que la anterior, me gustaría destacar Suite francesa, en la que me deslumbraron sus dos
actrices principales.
Spectre y Sicario salvaron la temporada otoñal de la monotonía |
El otoño y el fin de año trajeron una programación
general bastante mediocre en mi opinión, que salvaron algunas lagunas
ocasionales como la intensa El desconocido,
Irrational Man (parece mentira que diga esto yo, que normalmente considero
a Woody Allen un director repetitivo y anticuado), la brutal pero interesante Sicario –en la que parece que por fin pudimos ver
artísticamente recuperada a una actriz que me ha gustado bastante en el pasado
como es Emily Blunt, últimamente parece que un poco dada a la buena vida y al
éxito seguro con películas algo decepcionantes– y, por supuesto, Spectre: siempre sigo las andanzas del nuevo 007 con interés.
El cine de superhéroes también me atrae mucho, pero el de este año no
me ha parecido especialmente sobresaliente. Los vengadores: La
era de Ultrón fue quizá la más divertida, Ant-Man no estuvo mal, pero justita, y Cuatro Fantásticos estaba llamada a ser un fiasco desde que se
anunció su producción y reparto.
No quiero dejar de mencionar en este apartado la cinta It Follows, que sin deslumbrarme me demostró que el género del terror tiene esperanzas.
El “premio” a la peor película del año no se lo doy a aquella que me ha
parecido más pésima en un sentido técnico o artístico sino –como suelo hacer– a
la que me ha resultado más decepcionante: el mito de Clint Eastwood, un hombre
cuya labor he admirado durante décadas, se me cayó totalmente con la lamentable
El francotirador. Ya despotriqué contra ella en su
momento y no gastaré más “tinta” a este respecto.
Apuntar en la lista de las películas más aburridas del año las penosas Blackhat y Caza al asesino,
que ni un actor más que soberbio como Sean Penn logra salvar– o la soporífera Regresión –irreconocible Amenábar–. Extinction, otra producción española, tampoco fue para
“echar cohetes”, como se suele decir, y Marte, que también me adormeció
a pesar de toda su lujosa producción artística y su espectacularidad. He de admitir además que accedí a ver, por un compromiso familiar, una película de un tipo que generalmente detesto, el género de la payasada –que no comedia–, que fue Pixels. Sabía a lo que me arriesgaba, así que no me quejaré.
Cine en pantalla pequeña
Las películas que veo en televisión escapan a mi control memorístico y
no tomo nota de ellas, como sí hago con las que veo en cine. Para el próximo
2016 me voy a proponer apuntarlas para llevar un recuento total de cuántas veo.
Un par de películas que me vienen a la cabeza que me gustaron bastante fueron Las dos caras de enero y Alma salvaje, y también me alegró completar un poco más
la filmografía de mi adorada Ingrid Bergman al conseguir Alma en la sombra, así como las de Vittorio de Sica y de Sophia Loren. Revisité además varios clásicos de Chaplin, pero en realidad acabo viendo al
menos dos centenares de películas en pantalla pequeña (y varias series) y no
recuerdo con fidelidad todas y cada una… El año que viene, espero poder ser más
preciso en este apartado.
En resumen…
Como decía al principio, cierro 2015 con una sensación positiva por el
mucho cine que he visto (aunque la mitad de él sea olvidable), por esa mayor
asistencia de público que he notado en las salas, por empezar y acabar con dos
buenas películas, y por muchas otras cosas como la reapertura en Valencia de
los Cines Aragón. Quisiera una pensar que aquella época negra para el cine que
parecía llegar con la crisis y la subida del IVA cultural es ya cosa del pasado (¡que
se lo digan a J.J. Abrams).
Y en 2016
También por tradición, por inercia y por defecto imagino que debería de
decir que la película que más espero del próximo e inminente año es la nueva
entrega de Star Wars, Rogue One, esta vez apartada de la trilogía estándar y
por ello un curioso experimento. Viene todo un tropel de películas de la saga,
y sólo espero no acabar empachado de tanta nave y sable láser y poder
disfrutarlas todas.
¿Conseguiremos ver a Natalie? |
Siempre me llama mucho la atención el cine de superhéroes -¡a pesar de que
no leo cómics!–, y el año que viene llega plagado de películas de este
subgénero, algunas que me apetece mucho ver –las nuevas entregas del Capitán América y
de X-Men–, otras que me resultan curiosas –Doctor Extraño–, algunas que supongo que veré, pero que no me
llaman especialmente por tratar personajes que me son desconocidos –Deadpool y El escuadrón suicida– y una última sobre la que tengo sentimientos
encontrados, ya que no me resulta precisamente atractivo el reparto principal
de Batman vs. Superman. Supongo que,
igualmente, acabaré por verlas todas.
Por tercer año consecutivo acabo echando mucho de menos a la niña de mis
ojos del cine actual, una Natalie Portman cuyos últimos trabajos parecen posponerse
indefinidamente e incluso no se ven muchas posibilidades de que lleguen aquí,
pues, aunque Knight of Cups, A Tale of Love and Darkness y la
infinitamente pospuesta Jane Got a Gun
ya han sido estrenadas, preestrenadas o, al menos, tienen fecha de estreno en
diversos países, no se ven ni por asomo en las páginas webs de estrenos
nacionales. Especialmente este último western es una de las películas que más
ganas tengo de ver desde que se anunció su rodaje hace ya al menos tres años, y
también tengo mucha curiosidad por ver el trabajo de la actriz como directora…
A ver si hay suerte y, de aquí un año, puedo hablar sobre ellas y decir que las
he visto estrenadas en pantalla grande. La pequeña no me vale…
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