Los
noticiarios de hoy amanecían con la triste noticia, para los amantes del blues
y de la música en general, del fallecimiento de B. B. King, uno de los últimos grandes mitos del estilo –si
no el más grande– que aún seguía con nosotros. Este oriundo de Mississippi
nació un 16 de septiembre de 1925, contando en la actualidad, pues, con 89 años
largos. Como sabe todo aficionado al blues, su verdadero nombre era Riley Ben,
y su apodo le venía de sus días como disc-jockey, cuando era conocido como “Blues
Boy” o, simplemente “B. B.”
Tuve
la suerte de verlo en un par de ocasiones. La primera fue en Valencia en 1990.
Posteriormente volvió a la ciudad dos veces más, pero me frenó la presencia,
acompañándole en cartel, de Raimundo Amador, artista contra el que no tengo
nada personal, pero cuyo estilo no me interesa ni me parece muy afín al de B.B.
Finalmente, en el pasado 2011 hube de transigir y aceptar ver al sevillano como
telonero del estadounidense en el que se anunciaba como último tour mundial del
bluesman. En aquella ocasión ya se veía que B. B., octogenario y sentado
durante la mayor parte del concierto, no estaba precisamente en su mejor forma,
pero fue bonito volver a ver a una leyenda por última vez.
D.E.P.,
B.B.
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