Sin haber cumplido todavía la
veintena (lo hará el próximo 12 de abril) Saoirse Ronan se ha labrado ya una envidiable
carrera como actriz que inició muy precozmente hace once años. Su difícil
nombre significa “Libertad” en Irlanda, país en el que ha crecido –aunque nació
en Nueva York– y del que son sus ancestros (su padre es el actor Paul Ronan). En
su filmografía sorprende el inteligente criterio de la chica –o de sus asesores–
para elegir papeles bastante atípicos para alguien de su edad: si exceptuamos,
quizá, La Huésped y City of Ember, Saoirse ha optado
mayoritariamente por interpretar a personajes curiosos y complejos alejados del
circuito teen más repetitivo y
comercial: Expiación –donde muchos la
conocimos–, The Lovely Bones, Camino a la libertad, Hannah o sus más recientes estrenos en
España: Byzantium y El gran hotel Budapest. Esta jovencita de
deslumbrantes ojos azules es decididamente mucho más que una promesa para el
cine y es admirable su buen gusto para participar en películas de calidad e
interés.
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