"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

jueves, 6 de marzo de 2014

Cines de Valencia (II)

En la actualidad las películas se estrenan casi simultáneamente en todo el mundo, o lo hacen con muy pocos días de diferencia entre la mayoría de los países, pero, cuando yo empecé a ir al cine a finales de los años 70, las cosas eran bastante distintas y, debido al doblaje y a otros trámites técnicos y burocráticos, muchos filmes se estrenaban en España normalmente varios meses después de haberlo hecho en su país original. Si, además, no se vivía en una capital, como era mi caso, todavía había que esperar más para que una película entrara en el circuito de reestrenos y pudiera llegar a cines menos privilegiados. En la práctica, esto suponía a veces un mínimo de año o año y medio de demora.

Los ABC Park en la actualidad (Fotografía Mayte Hernández)
Por todo esto, de niño era para mí todo un sueño poder ver una película de estreno en Valencia capital. A pesar de que esta sólo estaba separada 25 kilómetros de mi ciudad, esa distancia era para alguien de mi edad una enormidad en aquella época. Mis padres no eran muy aficionados al cine, salían poco y por entonces ni siquiera disponían de vehículo familiar. Conforme crecía mi afición al 7º Arte y comenzaba a frecuentar las salas de proyección locales, soñaba con la posibilidad de ver un estreno con todo lujo y se me hacían los dientes largos cuando algún amigo me contaba que había asistido a uno de ellos.

Finalmente, ese ansiado día llegó: acompañados por la madre de un compañero de clase, cogimos el autobús hacia Valencia y yo presencié, por fin, una película de riguroso estreno y pude conocer por dentro uno de los cines más populares de la capital del Turia: aquella sala era el Serrano; la película, Superman II, que llegó a España un 11 de diciembre de 1980, por lo que es fácil calcular que nosotros la disfrutamos poco después de esa fecha.

Pasaron algunos años antes de que pudiera realizar nuevas “incursiones” a los cines valencianos. La segunda vez que lo hice fue probablemente en 1983, nada menos que para ver El retorno del jedi, algo que ya conté con más detalle en este artículo. La tercera creo que fue esta: mi familia, incluidos mi tía y mi primo, viajó a Valencia a visitar algunos lugares típicos (creo recordar que, entre ellos, el zoo). Yo le comenté a mi primo (que era algo mayor que yo y tenía más “autonomía”) que me acompañara a ver Gremlins, que se acaba de estrenar y yo estaba deseando ver. De acuerdo con ello, mi primo me llevó de nuevo al Cine Serrano, pero, ¡oh!: se habían agotado las entradas, por lo que optamos por otra sala cercana y por una película diferente, algo que tuvo que ser improvisado porque las sesiones comenzaban en breve: la cinta fue Un, dos, tres... splash, y el local, el antiguo Cine Lys. Creo recordar que llegamos con la película ya empezada y que nos tocó ocupar el “gallinero”. La fecha –guiándome por el estreno del film– fue muy probablemente septiembre de 1984.

Por aquel entonces, yo ya estaba en el instituto, y pronto, junto con mis amigos, empezamos a plantearnos la posibilidad de esporádicos viajes a Valencia capital para pasar el día y ver alguna película. Una de las primeras ocasiones –si no la primera de estas– fue para ver Regreso al futuro, para la que creo recordar que aprovechamos uno de esos “viajes culturales” que hacía toda la clase con algún profesor para visitar lugares ilustres. Sólo que nosotros acabamos desviándonos un poco del “recorrido oficial” para ver a Michael J. Fox y su Delorean, no estoy seguro al 100% si fue en el Gran Vía o en el ABC Park, aunque me inclino a pensar que fue en este último. Hablamos, pues, de finales de 1985 o, como mucho, principios del 86. Unos once meses después, mis compinches y yo volvimos a Valencia –esta vez en un día sin clase– para visitar otra vez el Cine Serrano. La película en esta ocasión fue Howard, un nuevo héroe, de la que no quedamos especialmente satisfechos (y, de hecho, creo que nunca he vuelto a verla desde entonces).

Los últimos años 80 y primeros 90 coinciden con mi etapa universitaria. Iba a Valencia varios días a estudiar, así que la posibilidad de visitar los cines de la ciudad aumentó. Antes incluso de aquella época creo que ya acudí al AEC Xérea, por entonces sede de la Filmoteca Valenciana, para ver toda una joya del cine: el mismísimo Nosferatu de Murnau. De aquella lejana visita recuerdo la vetusta sala –que casi hacía juego con la arquitectura de los edificios del film– y un simpático señor que roncaba a pierna suelta durante la vampírica proyección. Por primera vez fui también a los recién estrenados Albatros. Me pillaban muy cerca de clase y, la mayoría de veces con un compañero aficionado al cine como yo, y tras quedarnos a comer por la zona –puesto que nuestras clases eran matinales– acudíamos a los pequeños y novedosos cines en V.O. A principios de los 90 abandoné la universidad y visitaba Valencia con menos frecuencia, aunque ocasionalmente durante esa década acudí a ver algún estreno del que doy cuenta en el apéndice a continuación.

La magnífica fachada del Cine Capitol se ha conservado
casi en su totalidad, aunque otro negocio ocupa ahora
su interior (Fotografía: Mayte Hernández)
En lo que va de siglo XXI, pese a una mayor independencia logística y económica, no he frecuentado mucho los cines de Valencia: la primera razón es porque, como he dicho al comienzo de este artículo, los estrenos ahora son prácticamente simultáneos en todo el mundo, y en los cines de mi localidad puedo ver de manera más cómoda y barata casi todas las mismas películas que proyectan las salas de Valencia. El segundo motivo es mi inconstante situación laboral: durante los años en que he tenido trabajo regularmente me resultaba complicado viajar a Valencia precisamente por estar la mayor parte de la semana ocupado. En época de vacas flacas, la razón ha sido todo lo contrario: pese a tener mucho tiempo libre, me he visto con recursos limitados y no he podido permitirme el excesivo gasto de viajar a la capital y costearme sus más caros cines. Una última razón puede ser también el cierre –inesperado y doloroso– de la gran mayoría de cines clásicos de la capital, que han sido sustituidos mayoritariamente por fríos y monstruosos complejos ubicados casi invariablemente en localidades cercanas a Valencia por los que no siento una gran simpatía. En la actualidad, sólo me desplazo a la urbe si una película me interesa mucho y preveo que no va a ser estrenada en los cines de mi ciudad. El pasado 2013 sólo lo hice en dos ocasiones.

A manera de ejercicio de memoria y por puro entretenimiento personal, quiero dar cuenta a continuación de los cines valencianos que he conocido y de las películas que recuerdo haber visto en ellos. Lo hago en orden estrictamente alfabético:

ABC Marti
En estas míticas salas cuya clausura creo que nos sorprendió a todos, sólo recuerdo haber estado tres veces (aunque es posible que se me olvide alguna otra). En dichas ocasiones vin ada menos que la mítica/infame Plan 9 desde el espacio exterior durante la 15ª Mostra de Valencia de 1994, El hombre enmascarado en 1996,  y Lázaro de Tormes en 2001.

Multisalas Lys (Fotografía Ramón Castelló)
ABC Park
Además de El retorno del Jedi  en 1983 y de Regreso al futuro dos años después (sobre las que ya he dado detalles hace unas líneas), en este complejo ya clásico y, por fortuna, todavía en activo, recuerdo haber visto Gran bola de fuego (1989), La isla del Dr. Moreau (1996), la reedición de La guerra de las galaxias de 1997 y Largo domingo de noviazgo (2004, aunque a España llegó al siguiente año). Creo que no he vuelto a ir por esas salas desde entonces.

ABC Turia
Si no me falla la memoria, el primer multisalas construido cerca de la capital y coincidiendo con un centro comercial. Le seguirían muchos más en años posteriores. Es un complejo que para mí está inevitablemente unido a la saga de Star Wars, ya que, de las cuatro veces que he estado en él, tres han sido para ver películas de ésta: las reediciones de El imperio contraataca y El retorno del jedi de 1997, y La amenaza fantasma en octubre de 1999. Ya había visto esta última en la salas de mi localidad cuando se estrenó en agosto, pero mi hermana pequeña quería verla y la llevé a los ABC Turia porque creo que para esas fechas ya no estaba en mi pueblo. Volví muchos años después, en 2011, para ver in extremis una película de mi adoradísima Natalie Portman que pasó tan fugaz como un relámpago por las salas españolas: El amor y otras cosas imposibles (cuento algo más sobre aquella visita aquí).

Albatros
Como ya he comentado, la cercanía de estos cines con la universidad en la que estudiaba propició que los visitara de vez en cuando durante unos pocos años. La primera vez que lo hice fue para Mystery Train (sobre 1989 o 1990), después para Cinema Paradiso, en otra ocasión para nada menos que Charada,  y una cuarta para Orlando. La última vez que estuve en aquel local fue para ver Noche en la Tierra en su entonces recién estrenada y minúscula sala 4. Resulta curioso que la primera y última película que vi en los Albatros fueran ambas del mismo director: Jim Jarmusch. De aquellas excursiones cinéfilas también recuerdo el quiosco que había a la salida de los Albatros –creo que se llamaba, muy apropiadamente, “Quiosco de Cine”– que regentaba un señor enano muy simpático y en el que compré algunas postales. Los Albatros nos dejaron en 2010.

Aragón
Pocas fueron las veces que acudí a estos cines, pero en general tengo un buen recuerdo de todas ellas: en 1991 me escapé de un curso que realizaba en Valencia para ver Robin y Marian. Años después vi Backbeat (1994), y en 2004 Ray y Llámame Peter. Su ubicación en la entrada de la ciudad me resultaba muy cómoda de cara a evitar aglomeraciones de tráfico y a encontrar fácil aparcamiento en las sesiones nocturnas.

Artis
De este cine “subterráneo” (estaba ubicado bajo el mismísimo Serrano) guardo un recuerdo muy especial de cuando mis compañeros de clase y yo fuimos invitados al estreno de La madre muerta una noche de 1993 que incluía la presencia y la presentación de su director, Juanma Bajo Ulloa, y de sus actores principales, el simpático Karra Elejalde y la guapa Ana Álvarez. Estuve en esta sala en dos ocasiones más, mucho menos memorables: para ver El ejército de las tinieblas unos meses antes, y para El pacto de los lobos en 2001.

Babel
No visité estos cines hasta varios años después de su apertura. He estado en tres ocasiones, y las películas en concreto han sido Honeydripper (2008), El amigo de mi hermana (2012) y Therese Desqueyroux (2013). Las dos primeras las vi en una sala de muy reducidas dimensiones, la segunda incluso en una proyección de baja calidad que parecía de vídeo. Mucho más suerte tuve con el último film, que disfruté más pese a ser el único espectador aquella noche…

Antigua ubicación de los cines Serrano y Artis. (F. Ramón Castelló)
Eslava
Otro cine clásico, de los muchos que había en la calle Ruzafa, y que ya nos dejó. Las visitas que recuerdo a él fueron para ver The Doors (1991), Alien 3 (1992) y, si la memoria no me falla, Darkman (1990)

Filmoteca de Valencia (AEC Xerea/Rialto)
Además de la ya adelantada proyección de Nosferatu cuando la sede de la Filmoteca era aún el AEC Xerea, he visitado el Rialto en diversas ocasiones, en general todas asociadas a buenos recuerdos ya que allí he conseguido ver filmes que en cualquier otro lugar sería impensable disfrutar en pantalla grande. Entre otras cosas, cumplí mi sueño de poder volver a ver La guerra de las galaxias en una sala cinematográfica, en una V.O. con divertidos subtítulos como “sable ligero” o “Trespo”. Coincidí con los mismísimos Roger Corman y Ray Harryhausen en respectivos homenajes a ambos iconos del fantástico (con el segundo compartí sala durante la proyección de Surgió del fondo del mar). Acudí tres veces en el transcurso de poco más de una semana para presenciar varios títulos de un estupendo ciclo de terror de la Universal (La sombra de Frankenstein, La torre de Londres y El hombre que ríe con pianista incluido). Ya anteriormente había visto el famoso Drácula cubano rodado a la vez que el de Lugosi, y también mi afición a la música me llevó a ver el documental Chuck Berry Hail! Hail! Rock 'n' Roll  y varios cortos del peculiar Todd Haynes entre los que se incluía Superstar: The Karen Carpenter Story. Por desgracia, hace ya muchos años que no voy por allí.

Gran Vía
Exactamente el 1 de septiembre de 1989 estábamos mis amigos y yo ante la puerta de este otro cine histórico de Valencia que también ha pasado a mejor vida para asistir al estreno, en su primerísima sesión, de Indiana Jones y la última cruzada. Fue la primera película de la saga del arqueólogo que vi en Valencia y posiblemente la primera película que vi en su primer día de estreno nacional. Tanto disfrutamos de las aventuras del personaje de Harrison Ford que ¡nos quedamos también a la segunda sesión! (por el mismo precio, claro). Goldeneye en 1995 fue la segunda y última vez que recuerdo haber estado en esta sala. (Aunque ya he expresado mis dudas sobre si fue aquí o en el ABC Park donde vi Regreso al futuro).

Kinépolis
Aunque no soy precisamente el mayor fan de ese macro-complejo deshumanizado –pese a estar lleno de gente– y repleto de franquicias que es Heron City Paterna, he acudido a sus cines en bastantes ocasiones en los últimos diez años, a veces por compromiso, otras porque proyectaban películas que no esperaba que llegaran a mi localidad y porque su ubicación hace bastante accesible y cómodo el viaje en coche. Las películas que recuerdo haber visto en los descomunales y caros Kinépolis han sido, no necesariamente en este orden: Matrix 2, La niebla, Silent Hill, The International, El hundimiento, Cartas desde Iwo-Jima, El jardinero fiel, Solomon Kane, Ultraviolet, Gran Torino, X-Men: La decisión finalLas hermanas Bolena, Cadillac Records, En la cuerda floja, El monje, Coco, de la rebeldía a la leyenda de Chanel, Caballeros, princesas y otras bestias, El enigma del cuervo, Cisne negro, La maldición de Rookford, Silencio en la nieveAdele y el misterio de la Momia y Hitchcock, aunque es posible que me deje alguna.

Lys
El clásico Cine Lys fue, como ya he adelantado, uno de los primeros de la capital valenciana que visité (en aquella ocasión vi 1, 2 3, Splash). Mis amigos y yo proyectábamos una segunda visita cuando ocurrió un percance tan aciago como difícil de olvidar: justamente la noche anterior al día en que íbamos a ver Armas de mujer en 1989, el local se incendió. Al cabo de algunos años, fue derruido y reconvertido en las modernas multisalas Lys, en las que sólo he estado una vez en febrero de 2007 para ver Bosque de sombras.

MN4
Otro complejo cinematográfico ubicado en un populoso centro comercial cercano a la capital (como veis, los estoy incluyendo como “cines de Valencia”, aunque estén estrictamente en otras localidades). Sólo los he visitado una vez para ver una película de la que no me quedó precisamente un buen recuerdo dada su poca calidad: Rastro oculto, en 2008. Fue una noche en la que no habíamos ni media docena de espectadores en la sala, lo que junto a la insipidez del film que visionamos me dejó con una impresión bastante triste del lugar.

Rex
Otro local mítico de la capital valenciana, de esas salas que ya impresionaban simplemente por su magistral arquitectura y elaborada decoración. El Cine Rex permanece en mi recuerdo para siempre porque allí vi uno de los filmes que se convertiría en esenciales en mi vida: el Drácula de Coppola, en enero de 1993, pocos meses antes de que aquel negocio cerrara. Tanto me gustó la película, que a la semana siguiente me dispuse de nuevo a volver a verla en el mismo sitio, pero un problema mecánico con el coche a última hora nos lo impidió, por lo que tuvimos que esperar otra semana para volver a deleitarnos con la maravilla visual que para mí es esta adaptación a la pantalla de la novela de Bram Stoker.

Para ser ciertos, ya había estado en el Rex unos años antes, sobre el 90-91. Emitían una de aquellas viejas películas de rock and roll de los años 50 dentro de una serie de actividades relacionadas con ese estilo musical que presentó, de manera amigable e informal, el cantante Carlos Segarra. He olvidado qué película en concreto fue, aunque estoy seguro de que lo debo de tener apuntado por algún lado.

Filmoteca Valenciana/Rialto (Fot. Mayte Hernández)
Serrano
Monumental sala por la que guardo especial cariño al ser la primera de Valencia que visité. Además de las ya mencionadas Superman II y Howard, el pato, volví a ella al menos en un par de ocasiones, curiosamente para ver dos películas relacionadas con la II Guerra Mundia: Stalingrado, en el verano de 1993, y La lista de Schindler, en 1994. De la primera recuerdo cosas como que la sala retumbaba a veces con las explosiones del film, y que el aire acondicionado estaba tan fuerte que pasabas frío, anécdotas que contribuían a que el espectador se metiera de una manera especial en la película. Con la segunda ocurrió que mi acompañante y yo llegamos tarde y sólo tuvimos la opción de sentarnos muy cerca de la pantalla o separarnos, lo cual preferí porque era imposible ver la película desde tan corta distancia.

Tyris
A este cine que destacaba sobre todo por su particular pantalla curvada, única en la ciudad, acudí algunas veces entre 1987 y 1991. Las películas que recuerdo haber visto en él fueron: Slipstream, Rocketeer, Rain Man y creo que también Las brujas de Eastwick.

UGC Ciné Cité (Yelmo)
Este complejo multisalas y multipisos lo descubrí algo tarde, cuando nos propusimos ir a ver La novia cadáver a los Kinépolis y nos encontramos con que las entradas estaban agotadas. Tuvimos que improvisar un plan alternativo, y un amigo que ya había estado en ellos nos propuso estos cines. Curiosamente, era el 31 de octubre de 2005, la noche de Todos los Santos, una fecha más que adecuada para un film como el de Burton. Volví a los UGC solamente en tres ocasiones: para ver Across the Universe en 2008, New York, I Love You en 2009 y para Una dulce mentira en abril de 2011. Ese día, la taquillera nos informó de que las salas cerraban a la siguiente semana. Por suerte, fueron compradas por la cadena de cines Yelmo y reabiertas. No todo va a ser conversiones en supermercados, discotecas o gimnasios…

2 comentarios:

  1. Que pena todas las salas que han cerrado, en especial Albatros que visité tantas veces cuando estudiaba en Valencia. En una ocasión pude ver la sala de proyección. Una experiencia muy bonita.

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  2. Pues sí: apenas quedan cines clásicos en Valencia, y no hablemos ya de los pueblos y ciudades más pequeñas. Por eso pienso que es un privilegio que aquí en Sagunto todavía tengamos cines y que deberíamos aprovecharlo...

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