O, al menos, hay más como yo. Me he quedado bastante más tranquilo al leer las primeras líneas de este artículo sobre Carole André escrito por el periodista Javier Memba para la web Descubrir el Arte, en donde compruebo que no soy el único que bebe por los vientos por alguna que otra actriz.... bueno, unas cuantas... algunas decenas, vale...
Todas son dichosas. Pero de cuantas tareas entraña la cinefilia, no hay
ninguna tan grata como la de adorar a las actrices. Es un amor aún más
platónico que aquellos no correspondidos, a menudo por ignorados, que tan
plácido dolor causan en la adolescencia. Y lo es porque, a la postre, se trata
de suspirar por una ilusión aún más excelsa que la que nos inspiraba aquella
que nos hacía ruborizar al sorprendernos mirándola: la chica cuyo florecimiento
a la feminidad, en el pupitre de al lado, nos interesaba mucho más que las
declinaciones latinas y el no menos nefasto valor de Pi.
Ja, ja... Al menos no estás solo. Una locura compartida por muchos se convierte en normalidad.
ResponderEliminar¡Que alivio no tener que estar solo en el manicomio!
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