Desde luego, no llevo la cuenta de los discos (LPs, CDs, cassettes o cualquier otro formato) que he oído en mi vida. Hablamos, por supuesto, de varios cientos sin pararse a estimar muy exactamente la cantidad. De entre todos ellos, ha habido unos pocos que considero “discos esenciales” en mi discoteca, en mi vida y hasta en mi trayectoria “artística” como músico amateur. Algunos han sido trascendentales y me han marcado para siempre; otros fueron importantes durante un tiempo y después quizá dejaron de serlo, pero tuvieron su relevancia en ese momento y me influyeron entonces en mayor o menor medida. Hoy he querido hacer una pequeña selección de los que más fácilmente me vienen a la memoria. Espero no haberme dejado ninguno… (Ah: la lista sigue un orden más o menos cronológico según los conseguí).
Rock and Roll: The Early Days
A esta recopilación de clásicos del rock & roll, rhythm & blues y blues de los 50 ya le dediqué una entrada completa hace un año (véase). Fue un disco que me descubrió un tipo de música que me fascinó para siempre y que, innegablemente, marcó, cambió y condicionó mi vida.
Elvis: The Complete Sun Sessions
Quedé fascinado por el mito de Elvis Presley allá por 1986. Los dos primeros discos suyos que tuve (grabados de un amigo) fueron Elvis’ Golden Records, Vol. I y Elvis: The First Live Recordings. Después me compré ya en vinilo (y aprovechando la reedición del 10º Aniversario de su muerte) Elvis’ Golden Records, Vol. 3 y Loving You, dos de mis primeros LPs. Esta edición concreta de sus primeras grabaciones para Sun Records no llegaría a mi colección (también copiada en cinta de cassette, aunque luego conseguiría una reedición en CD) hasta 1990 o por ahí, pero considero este disco el más trascendental de entre los que tengo del artista. Es un recopilatorio que ha sido también clave en mi existencia y que no he dejado de oír desde hace más de dos décadas (excepto parte del “relleno” que tiene). Estas grabaciones constituyen para mí, como también expresé en una artículo anterior (véase), la piedra angular de la música moderna y del rock, y un momento que me parece hasta mágico de la gestación de este género musical. Con Elvis descubrí también a otro de los grandes mitos de mi vida: el genial guitarrista Scotty Moore al que, por supuesto, también dediqué en su momento una entrada (véase).
Pioneros del Rock: Eddie Cochran
Y, si Elvis es uno de los dioses mayores de mi panteón melómano, aquí tenemos a otro de los grandes titantes de mi colección discográfica: oír este disco –que considero sin desperdicio pese a ser una recopilación– y querer tocar la guitarra fue todo uno. A Eddie principalmente le debo una de las grandes pasiones de mi vida y el haberme convertido en músico. Ni qué decir tiene que también le he homenajeado varias veces en el blog, la más importante con motivo del 50 aniversario de su muerte el año pasado (véase).
Puede que no todo el mundo sepa de mi afición a la música soul, que siempre he compatibilizado con la del rock: el genial Sam Cooke fue uno de los primeros artistas del estilo en descubrírmela por medio de este doble LP recopilatorio en el que se erige como un maestro, no sólo del soul, sino también del gospel, del rhythm & blues, del pop y de muchos otros. Curiosamente, mi primer encuentro –indirecto– con Cooke fue a través de la versión de What a Wonderful World de Greg Chapman en la película Único testigo. Después compré este álbum que me parece redondo en todos los sentidos. Una de las más grandes voces del siglo XX, sin nada que envidiarle a Sinatra, Presley, Mercury y demás…
For the Lonely: A Roy Orbison Anthology, 1956-1965
Otro de los cantantes esenciales de mi vida, no descubrí al tejano con esta recopilación: al contrario, ya tenía algunos otros LPs y cassettes antes de comprar esta antología también de dos discos, que es la que considero más decisiva de entre todas las que adquirí de él en aquellos primeros años de coleccionismo discográfico. Si bien no me fascina la breve faceta musical de Roy como cantante de rockabilly, sí que estoy totalmente prendado de su estancia en el sello Monument durante la primera mitad de los 60: de ella salieron algunos de los escalofríos más bonitos del repertorio del artista: Only the Lonely, In Dreams, Crying y tantos otros que por fin logré reunir en su forma original con esta referencia por primera vez.
Carpenters: The Singles 1969-1973
Seguramente más de uno se sorprenda de la siguiente selección, pero sí: los Carpenters fueron un grupo clave en un momento de mi vida (primeros 90) durante el que los oí con frecuencia. Este LP de austera presentación que recopila la mayoría de canciones de sus comienzos fue lo primero que tuve de ellos y casi sigue siendo mi favorito. Apenas sabía nada de este dúo estadounidense compuesto por los hermanos Richard y Karen Carpenter por entonces. Después fui descubriendo muchas cosas sobre ellos –como la trágica historia de su componente femenino– y acabé reuniendo toda su discografía oficial, incluso tengo algunos discos originales de la época. La voz de Karen me parece única, hipnótica, sedante… Siempre será uno de mis grandes amores, aunque últimamente no la escucho con frecuencia.
Cosmo’s Factory (Creedence Clearwater Revival)
Conforme entrábamos en la década de los 90, fui ampliando con ciertas reservas mis horizontes musicales. De los Creedence me habían hablado primero un par de amigos algo mayores que yo que eran fans del grupo, pero fue una tercera persona la que al final me dejó varios LPs allá por 1991: aquellos melenudos de cuya labor había desconfiado un poco inicialmente se convirtieron en la que es posiblemente mi formación musical favorita. Al fin y al cabo, sus influencias eran las mismas que las mías: el rock, el blues y el country de los 50. Por supuesto, reuní toda su breve discografía (¡en vinilo!), rarezas, discos en solitario de su cantante, etc. En 2009 tuve el grandísimo placer de ver a John Fogerty en directo en su primer concierto en España.
Aunque he escogido Cosmo’s Factory para esta selección, en realidad me gustan mucho casi todos los LPs del grupo (a punto he estado de optar por Green River) excepto el primero y el último, que me parecen más desacertados. Los Creedence me han acompañado a menudo en mis viajes por carretera desde hace más de veinte años.
L.A. Woman (The Doors)
The Doors fue una incorporación atípica y sorprendente en mi discoteca. Tengo que admitir que no me interesé por ellos hasta que Oliver Stone realizó la película sobre el grupo también en 1991: lo que conocía hasta entonces de ellos era el Break On Through y poco más, y no era muy de mi agrado. Sin embargo, una noche, oyendo el programa de Gomaespuma en la radio, promocionaron el film poniendo Riders on the Storm. Quedé hechizado por aquella canción de cadencia hipnótica y sonido evocador que hasta el momento sigue siendo mi favorita del grupo, y me sumergí en la discografía de la banda, tan heterogénea como variopinta, pues en pocos álbumes alterna infinidad de estilos. También exploré en aquel tiempo otros grupos psicodélicos o de sonido similar como Jefferson Airplane o Velvet Underground. Aunque, al final, acabé volviendo principalmente al rock esencial de mis orígenes, de aquella aventura “lisérgica” me quedan los Doors como grupo destacable en mi colección, a pesar de que tienen algunos temas que me parecen pesados y olvidables y ninguno de sus LPs me satisface al cien por cien y encuentro en muchos de ellos canciones prescindibles. He seleccionado L.A. Woman –aunque he estado tentado de escoger Waiting for the Sun– principalmente porque contiene Riders on the Storm y porque, junto a Morrison Hotel, abarca la etapa eminentenmente blues-rock del grupo, que es la que prefiero, pero no fue el primer disco de ellos que tuve. En realidad lo escojo de manera simbólica para destacar a la formación, más que a ninguno de sus trabajos en concreto.
Rubber Soul (The Beatles)
Los Beatles llegaron algo más tarde a mi colección discográfica. Me costó un poco vencer los prejuicios rocanroleros sobre este grupo y no fue hasta 1994 cuando me compré mi primer vinilo de él: Help. Sin ser un tremendo fanático suyo, los considero también un conjunto importante en mi trayectoria melómana, si bien tienen trabajos que no me interesan nada o casi nada, entre ellos su famosísimo Sgt. Pepper`s. La etapa central del cuarteto de Lennon, McCartney, Harrison y Starr –aquella comprendida entre Beatles For Sale y Revolver– me parece la más interesante de la banda, y el álbum de 1965 que he escogido para la selección, su más perfecto y coherente trabajo, con clásicos como Drive My Heart, Norwegian Wood, Michelle o Girl. Por cierto, lo compré durante mi estancia en Copenhague.
The Commitments (BSO)
En 1996, con cierto retraso, descubrí la película Los Commitments de Alan Parker y quedé encantado por ella, pasando a integrar parte de mi filmografía esencial. No tardé en adquirir los dos volúmenes de canciones extraídos del film, compuestos por versiones de clásicos del soul. Yo ya estaba bastante versado en el estilo, pero aún así, di con algún que otro tema (como la maravillosa The Dark End of the Street) y disfruté de la mayoría de covers de los dos CDs. Precisamente formar un grupo de soul ha sido una idea que he considerado durante años. (Permaneced atentos al blog, porque preparó un homenaje sobre la película, que cumple en breve 20 años).
Sheryl Crow
En los 80 me había dado por la música de los 50, en los 90 había avanzado a la de los 60, y en los 2000… me puse al día. De vez en cuando hago esas cosas raras: pego un salgo cultural de una vertiente a otra muy diferente. Son experimentos que a veces no me llevan a ningún sitio, otras me abren nuevos e interesantes caminos, y en ocasiones son simplemente una aventura limitada y temporal. Con el comienzo del siglo XXI me empecé a interesar por artistas más o menos recientes, mayoritariamente femeninas, tanto del pop y del rock (Fiona Apple, Jewel) como, sobre todo, del americana (Terri Hendrix, Lynn Miles, Grey DeLisle). Sheryl Crow fue mi gran “obsesión” en aquella época. Me había llamado la atención principalmente a partir de su canción para la película de James Bond El mañana nunca muere, pero no fue hasta el año 2001 cuando decidí comprarme su segundo CD, sin más título que su nombre, y considerado casi unánimemente su mejor trabajo. Me fascinó aquella voz sensual y algo aniñada (pensaba que era una jovencita, y resultó que era mayor que yo), sus canciones repletas de sarcasmo, personajes estrambóticos y de arreglos e instrumentación más o menos clásica (dentro del rock), y sus fotografías en las que aparecía con aires duros y chulescos. Por desgracia, la Sheryl de los últimos años ha acabado decepcionándome con sus últimos álbumes y sus cambios a estilos más blandos y, lamentablemente, he dejado de interesarme por su labor. Aún así, este último disco de la selección, el siguiente que sacó (The Globe Sessions) y diversos temas sueltos siguen teniendo un hueco en mi corazoncito musical.
En los últimos años no he tenido ningún descubrimiento discográfico trascendental; al menos que me haya marcado de la manera que lo hicieron las referencias revisadas hasta el momento. Quizás a estas alturas de mi vida ya no haya sitio para grandes revelaciones musicales… Aún así, he disfrutado bastante con los discos y conciertos de gente como Imelda May y, en menor medida, con los del grupo nacional Marlango, posiblemente mis más destacables hallazgos del último lustro.
¿Y CCR? Me extraña no verla en este post.
ResponderEliminar¡Pues no debes haberlo mirado muy bien!
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