"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

miércoles, 7 de abril de 2010

Eddie Cochran: 50 años de leyenda (I)


(Del Diccionario de la Lengua Española de la RAE)

mitomanía.
(De mito y manía).
1. f. Tendencia morbosa a desfigurar, engrandeciéndola, la realidad de lo que se dice.
2. f. Tendencia a mitificar o a admirar exageradamente a personas o cosas.


He creído necesario iniciar esta entrada haciendo constar las dos diferentes definiciones con las que se puede entender este concepto porque, seguramente es innecesario aclararlo a estas alturas, pero me tengo por un consumado mitómano, aunque no en el sentido de alguien que padece un grave trastorno psicológico que le hace mentir constantemente o exagerar la realidad (definición 1), sino en el sentido de la segunda acepción: siempre he profesado gran admiración por una larga serie de personalidades de cuya obra y labor soy fiel seguidor, principalmente en los campos cinematográfico y musical (lo que probablemente quizá sea también un trastorno, pero quiero pensar que algo más leve).

Mi teoría sobre el origen de esta postura enraíza quizás con mi ateismo: pienso que las personas que no tenemos la suerte de profesar una religión y contar con el consuelo de ésta tendemos a buscar pequeños “dioses”, gente a la que idolatrar y mitificar, ejemplos a seguir; admito que la línea que separa la admiración y el respeto del irracional fanatismo puede a veces ser difusa y peligrosa, aunque creo que yo todavía no la he cruzado: por mucho que me guste un artista, tengo claro que sigue siendo un ser humano y no una divinidad, pero como no tengo la suerte de poder creer en entidades mayores, esto es para mí lo más parecido a un credo.

Todo este devaneo introductorio, a mitad entre la filosofía y la psicología, sirve para presentar al que es sin duda uno de los grandes mitos de mi vida y una de mis mayores influencias: repito que tengo muchos ídolos y no me gusta subirlos a podios ni establecer jerarquías entre ellos para decidir a quién admiro más o me parece mejor. ¿Para qué, si puedo disfrutarlos a todos? Sin embargo, no sería justo negar la trascendencia que el legado de Eddie Cochran ha tenido en mí.

A Eddie lo descubrí cuando iba al instituto. Hacía poco que acababa de constatar mi amor por el rock & roll de los 50; un compañero de clase me pasó una cinta TDK grabada con un disco del cantante del que ni siquiera aparecía el listado de canciones. Poco a poco iría descubriendo el nombre de cada uno de los 16 temas que componían el LP original (pertenecía a la colección “Pioneros del Rock”, de EMI/Liberty, 1984). Paralelamente, descubrí a un tipo original, con una voz no extraordinaria pero sí muy especial y característica y con un sonido de guitarra del que me quedé prendado desde el primer momento. No pasó mucho tiempo antes de que me decidiera a emular a Cochran e iniciarme en el mismo instrumento que él tocaba. Más de veinte años después, la guitarra y la música rock siguen siendo dos de los grandes amores de mi vida, y por eso siempre estaré agradecido a esta gran estrella que, desde luego, me marcó para siempre. Dicho esto, procedo a contaros un breve resumen de su biografía, que con toda seguridad encontraréis más interesante que la mía...


Primeros años
El quinto hijo de Frank y Alice Cochran, Edward Ray, llegó al mundo un 3 de octubre de 1938 en la pequeña localidad de Albert Lea, Minnesota, EE.UU. La familia –de obvia ascendencia irlandesa- provenía de Oklahoma, y Eddie siempre citó esta última como su ciudad natal durante sus entrevistas, lo que sumió durante mucho tiempo a sus biógrafos en la confusión.

A diferencia de otros tempranos ídolos del rock que parece que tuvieron una infancia difícil, ya fuera por sus paupérrimas condiciones económicas -Elvis Presley, Carl Perkins...-, por problemas delictivos –Chuck Berry-, o domésticos –Little Richard- los primeros años de vida de Eddie parece que transcurrieron con total normalidad, en el seno de una familia de clase humilde pero bien avenida y en la que no faltó el amor entre sus miembros. De aquella época le quedarían para siempre dos pasiones al muchacho: las armas, herencia de los componentes masculinos de la familia que a punto estuvo de costarle una pierna durante un accidente de caza fortuito, y la música. Aunque la señora Alice siempre afirmó orgullosa que el talento para la guitarra de Eddie era “un don de Dios”, los Cochran escuchaban a menudo la radio y el tocadiscos –recordemos que en aquellos tiempos la televisión aún no se había implantado en todos los hogares– e incluso sus dos hermanos tenían una guitarra a la que no le hacían mucho caso, y que el más joven de la familia acabaría rescatando.

De sus primeros años y pre-adolescencia se recuerda también a Eddie como un buen estudiante y un muchacho dado a las bromas y algo traviesillo, como bien recordaba su hermana Pat cuando contaba cómo el gamberrete utilizó un vestido de ella para hacerse un paracaídas.

Inicios musicales
En 1952, en busca de mejores perspectivas laborales, los Cochran en pleno se trasladan a Los Angeles, concretamente al barrio de Bell Gardens. Eddie, al que sus hermanos han enseñados los acordes básicos, ya se ha iniciado en el instrumento que le haría famoso, y se empeña en llevar la vieja guitarra familiar todo el trayecto desde Albert Lea a pesar de la oposición de su madre. No obstante, todavía flirteará con otros instrumentos antes de decidirse definitivamente por el que ya tenía en casa: intenta comenzar a tocar el trombón en la banda del instituto, y después iniciarse en la batería, pero ninguna de estas tentativas prospera. Con el tiempo, acaba formando una banda con otros dos estudiantes y los tres debutan en una fiesta del centro educativo. Uno de estos muchachos es Connie “Guybo” Smith, que se convertirá en contrabajista y bajista de la mayoría de las canciones grabadas por Cochran durante su carrera.

A mediados de los 50, Los Angeles está poblado por pequeños sellos musicales independientes en los que se graba todo tipo de música y a los que acuden cientos de artistas en busca de una oportunidad. A finales del año 54 Eddie, que ya ha empezado a moverse tímidamente por el mundillo musical de la ciudad, conoce a un joven cantante country llamado Hank Cochran (n. 1935). Aprovechando la coincidencia de apellidos, un cierto parecido, y la moda de los dúos de hermanos en la música vaquera, la pareja se bautiza como The Cochran Brothers. No pasa mucho tiempo antes de que se asocien con el letrista Jerry Capehart (1929-1998), también vocalista frustrado y empedernido melómano. Secundados musicalmente por Connie Smith y el propio Capehart (quien suple la falta de batería en las grabaciones con rudimentarios apaños como cajas de cartón con un micro dentro) empiezan la difícil aventura de abrirse paso en el mundillo de la música profesional.

De aquellos meses previos a la gran eclosión del rock and roll que traería en breve Elvis Presley a Eddie y sus amigos les queda una tremenda experiencia tanto en shows en vivo como en grabaciones de estudio, en las cuales Eddie se sumerge como músico de sesión para ganarse la vida o, a veces, simplemente para ayudar a sus muchos colegas. El legado que Cochran dejó en esa temporada aún se está desenterrando hoy en día y constituye docenas y docenas de grabaciones.

Finalmente, los muchachos consiguen que les editen un single en el pequeño sello Ekko compuesto por dos temas hillbilly, Two Blue Singin´ Stars / Mr. Fiddle, al que seguiría en breve otro más el mismo año, 1955, con las canciones Guilty Conscience / Your Tomorrows Never Come, ambos con Hank como voz principal y guitarra rítmica, y con Eddie como guitarra solista y segunda voz. También participan en algunas grabaciones de Jerry Capehart, ingenioso como letrista, pero olvidable como cantante, y que ya se ha convertido en manager de los Cochran. A estas alturas, Eddie ya ha abandonado los estudios para convertirse en profesional a la temprana edad de 16 años.

La pareja logra labrarse una modesta reputación en el circuito country regional y llega incluso a participar en una gira por Hawaii. Pero, en 1956, cierto cantante de Memphis va a marcar un antes y un después en la música. Como tantos otros jóvenes de la época, Eddie queda hechizado por el sonido de Elvis Presley. Tanto es así que las siguientes grabaciones de The Cochran Brothers sufren un claro giro hacia el estilo que Presley ha puesto de moda: el rockabilly. El tercer y último single de la pareja está ya claramente enmarcado en este sonido, y lo componen los temas Tired & Sleepy / Fool´s Paradise. Poco después, y de manera amistosa, los dos Cochran dejan de ser “hermanos”. A día de hoy, Hank es un reconocido letrista country que ha escrito éxitos para artistas como Patsy Cline, Ray Price, Eddy Arnold, Merle Haggard, etc, etc. Su carrera como cantante ha sido algo más modesta, logrando llegar a las listas en algunas ocasiones durante las décadas de los 60, 70 y 80.

Continúa en Parte II.

Fotografías (de arriba a abajo):
1: Autógrafo de Eddie Cochran. Siempre firmaba "Don´t forget me"
2: Pioneros del Rock: Eddie Cochran, un disco decisivo en mi vida
3: Eddie a los 14 años
4: Eddie con Connie Smith (con gafas), Bob Denton (derecha) y otros amigos
5: The Cochran Brothers
6: En directo en  El Monte Legion Stadium, 1956. El de la derecha es Jerry Capehart

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