Ya llevábamos algún tiempo sin tener que hace nuevas y tristes visitas al cementerio cinéfilo del blog, pero una vez más hemos de acudir a él para honrar la memoria de James Arness, que falleció ayer en Los Ángeles a los 88 años. Curiosa carrera la de este actor norteamericano nacido en Minneapolis, Minnesota, EE.UU., un 23 de mayo de 1923: a pesar de sus múltiples trabajos durante casi medio siglo, en el cine se le va a recordar sobre todo por un papel que a él no pareció hacerle mucha gracia: el de La Cosa, el alienígena del clásico de ciencia ficción El enigma de otro mundo, dirigido en 1951 por Christian Nyby y un no acreditado Howard Hawks. Ese fue, desde luego, el primer film en que yo conocí al gigantesco intérprete (¡medía 1,98!), una tarde-noche de hace muchos años cuando lo emitieron en el programa La clave. Me enteraría de su nombre poco tiempo después, con la serie televisiva La conquista del Oeste, en donde interpretaba al patriarca de la familia Macahan. Fue por entonces cuando descubrí que aquel simpático vaquero y el monstruoso ser del espacio exterior eran una misma persona.
Hermano del también actor Peter Graves (que nos dejó el pasado año), había nacido como James King Aurness, descendiente de noruegos. No fue hasta licenciarse del ejército durante la II Guerra Mundial (fue herido en la pierna, lo que le causó una perpetua cojera que se puede notar en sus actuaciones) cuando comenzó a introducirse en el cine, normalmente en trabajos de extra y después de actor secundario. Se especializó sobre todo en westerns, y trabó amistad con John Wayne, quien le apadrinó y con el que trabajó en varias ocasiones (como en Hondo o El zorro de los océanos), pero flirteó también brevemente con el fantástico: precisamente por su enorme altura sería elegido para encarnar al extraterrestre de El enigma… de otro mundo, papel que, como hemos adelantado, le avergonzaba debido al maquillaje anaranjado que tenía que exhibir, y que hizo que no acudiera al estreno del film (que, por otro lado, era en blanco y negro). También apareció en otro clásico del género: La humanidad en peligro.
Habría de ser, no obstante, la pequeña pantalla la que le ganaría el reconocimiento popular: en 1955, John Wayne le recomendó para una nueva serie, La ley del revolver. En un principio, Arness rechazó la oferta, temiendo que ese trabajo perjudicara su carrera cinematográfica, pero parece ser que su amigo acabó convenciéndole. Ciertamente, la carrera en la gran pantalla del actor duró muy poco más (su último largometraje cinematográfico fue en 1959), pero en la pequeña se mantuvo durante el resto de su vida: La ley de revolver se convirtió en la serie que más tiempo ha estado en antena en los Estados Unidos –nada menos que veinte años y más de seiscientos episodios–, popularizó el rostro del actor internacionalmente y hasta le valió un nombramiento honorario como “marshall”. Hasta su retiro en 1994, James Arness siguió trabajando artísticamente en el Viejo Oeste, rodeado de caballos, indios y cuatreros en series como la ya citada La conquista del Oeste o La ley de McClain y en TV movies con su viejo personaje de La ley del revolver, el sheriff Matt Dillon.
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