A falta de adjetivos menos
recurridos y más ingeniosos, curiosa y simpática demostración de que el género
de la ciencia ficción se puede utilizar para rodar películas más originales y
diferentes que aquellas a las que estamos más habituados –principalmente distopías
y space operas–. En Space Station 76, el director estadounidense
Jack Plotnick nos propone en clave de
comedia dramática conocer parte de las vidas de los habitantes del ingenio
espacial que da título a su primer largometraje. Desde el amargado capitán del
lugar, homosexual con tendencias suicidas desde que le dejó su amante, hasta la
nueva tripulante recién llegada para cubrir la labor de este último, pasando
por una niña solitaria, los mal avenidos padres de esta o un divertidísimo psicólogo-robot.
Lo más llamativo del film es, sin duda, su estética imitando las películas del género
de los años 70. A este respecto, una de las notas más entrañables de la cinta
es la aparición del mismísimo Keir Dullea,
el inolvidable intérprete de 2001, una odisea
del espacio. Aparte de este legendario actor, la mayoría del reparto me es
prácticamente desconocido a excepción de sus dos protagonistas principales, un Luke Wilson mucho más curioso e interesante que en
otros de sus trabajos que he visto y la siempre encantadora Liv Tyler.
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