Último trabajo estrenado en nuestro país del
siempre interesante Gus Van Sant que, bajo
la apariencia de un drama ligero con obvio espíritu ecologista, reflexiona
sobre el aterrador poder de las grandes corporaciones que, por
desgracia, regulan y dirigen nuestras vidas más allá de lo que sospechamos. Matt Damon y John
Krasinski asumen los papeles de guionistas y productores en este
largometraje que también interpretan, y en el que son acompañados por las
actrices Frances McDormand y Rosemarie DeWitt y el veterano Hal Holbrook. Damon y McDormand son dos empleados de
una gigantesca compañía de gas natural que llegan a una pequeña comunidad rural
para negociar con sus propietarios la compra de los derechos de explotación de
sus terrenos. Mientras que algunos de los habitantes del pueblo verán la solución
a sus problemas en esta oferta millonaria, otros más preocupados por los
efectos medioambientales de la empresa no verán con buenos ojos el contrato
aparentemente tan suculento. Para acabar de complicar las cosas, aparecerá un
ecologista (Krasinski) con pruebas de los nefastos resultados de la
implantación de instalaciones similares en otros estados. Conforme pasan los
días, el personaje de Damon, medio enamorado de la pequeña comunidad, acabará
planteándose la ética de su cometido.
Tierra prometida es, en resumen, una película
visualmente agradable con una denuncia que, como casi tantas otras veces,
pasará inadvertida o ignorada por el espectador, que transmite el gusto y la fascinación por
esos ambientes campestres gracias a una bonita fotografía de Linus Sandgren, y en la que para mí sobresale un
Matt Damon muy lejos ya de aquel soldado Ryan que lo descubrió al mundo y muy
diferente del duro agente de la saga Bourne que demuestra que puede afrontar retos en
toda una variedad de registros interpretativos. También me gusta mucho el papel
del octogenario Hal Holbrook, perfectamente en forma para su edad.
Argumentalmente guarda cierto parecido con una película que de la que soy admirador, Un tipo genial, aunque para mí no logra
tener el mismo encanto.
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