"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

lunes, 9 de septiembre de 2013

Riddick

Llegué con cierto retraso a la saga Riddick del director David Twohy y del actor Vin Diesel; no mucho, pero no vi la primera parte, Pitch Black (2000) hasta su edición en VHS. Me pareció una película sencilla, sin excesivas pretensiones, pero entretenida. Sí que vi su continuación, Las crónicas de Riddick (2004), en pantalla grande, y quizá por eso consiguió calarme más. Se había invertido también un mayor presupuesto en ella, lo que la hacía más vistosa, espectacular y variada que la anterior. Hasta le encontré un regustillo a cómic setentero y ochentero en la línea de Moebius, Bilal y compañía. No es que la película pasara a formar parte de mi palmarés cinematográfico, pero me pareció más correcta e interesante que la anterior.


Esperaba con ganas el estreno de la tercera entrega, titulada simplemente Riddick, el pasado viernes, no negaré que principalmente por la inclusión en su plantilla de una de mis actrices fetiche, la normalmente televisiva Katee Sackhoff… Esta vez, no se puede decir que la espera valiera demasiado la pena. Me encuentro con una película muy normalita, del montón, escasamente original, aunque correctamente dirigida y visualmente atractiva. El argumento es el que hemos visto cientos de veces: un grupo de personas acorraladas en un espacio reducido y acosadas por una peligrosa amenaza, normalmente una o varias criaturas alienígenas o sobrenaturales; es una propuesta que siempre parece emocionante pero que muy a menudo acaba decepcionando por lo repetitivo de su final, que apenas tiene variaciones. En esta línea podríamos citar docenas de películas, incluso la primera de la trilogía –de la que casi parece un remake– o ejemplos mucho más ilustres y clásicos como Aliens o El enigma de otro mundo. Los personajes de la cinta pecan también de reiterativos y poco carismáticos: mucho músculo, mucha bravuconería y mucha testosterona y prepotencia que llegan a cansar. Ni siquiera la propia Katee se salva de esto, por muy sexy y tentadora que aparezca en su papel de dura mercenaria. La dimensión sobrehumana, casi invulnerable, del personaje principal no creo que consiga atraer al espectador más maduro y exigente, y el monótono Jordi Mollá no es precisamente uno de los intérpretes cinematográficos que más me atraen (menos mal que al menos no se dobla él mismo), aunque hay que admitir que tiene algún buen momento en la cinta (como sus peleas con Sackhoff) porque no resulta el típico malo duro e imperturbable, sino más bien un malo algo tontaina. En fin, que no tengo muy claro, si hay una cuarta parte de la saga, cuáles serán mis intenciones respecto a ella…

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