"Un hombre que limita sus intereses limita su vida" (Vincent Price)

domingo, 26 de mayo de 2013

Peter Cushing: centenario

Mi panteón cinéfilo es vasto y poblado, y por ello no soy demasiado amigo de establecer podios y jerarquías en él. En lo tocante a actores masculinos, muchos han sido los que han trascendido en mi vida como aficionado al 7º Arte. Habiendo crecido viendo cine clásico, casi todos los nombres más legendarios de Hollywood son esenciales para mí: Cary Grant, James Stewart, Humphrey Bogart, John Wayne, Richard Widmark, y un larguísimo etcétera. En épocas más modernas he sido incondicional de gente como Harrison Ford, Gary Oldman o Geoffrey Rush, por citar los más importantes. Pero lo cierto es que, si hay un actor que tiene un lugar privilegiado en mi corazón, ese es sin duda Peter Cushing, siempre seguido muy de cerca de su colega y amigo Vincent Price.

La presencia de Cushing, su rostro inconfundible, esa mirada tan absorbente y fascinante, hacen que me rinda incluso ante los trabajos más olvidables de este actor. Creo que fue un hombre que siempre intentó conferir dignidad y seriedad a todos sus papeles, independientemente de lo interesantes o notorias que pudieran ser las producciones en las que tomaba parte. Si intento rememorar mi primer encuentro con él, imagino que sería fácil afirmar que fue en La guerra de las galaxias. También en el cine vi algunas de sus últimas apariciones como Top Secret o Biggles, pero no fue hasta más avanzada mi adolescencia cuando empecé a descubrir sus clásicos de la Hammer y me rendí definitivamente ante este caballero del fantástico que encarnó al Barón Frankenstein, al cazavampiros Van Helsing o a Sherlock Holmes como nadie lo ha hecho nunca. A partir de ese momento, me convertí en fan de por vida y, a día de hoy, creo que puedo decir que he visto gran parte de su filmografía, aunque no toda ella.

Como homenaje a este actor del que hoy se cumple el centenario de su nacimiento, he querido hacer una selección de diez películas suyas que considero esenciales y/o especiales, tarea difícil porque me parece un número demasiado pequeño y limitado para escoger, y porque, como ya he dicho, tampoco he visto todos sus trabajos, pero estos son los que recomendaría a quien quisiera iniciarse en la filmografía de Cushing y posiblemente los que más me han gustado de entre los que he visto.

La maldición de Frankenstein (Terence Fisher, 1957)
A Peter Cushing le costó lo suyo triunfar en la pantalla grande. Se había iniciado en el cine en 1939 en el mismísimo Hollywood, donde intervino en pequeños papeles durante dos años hasta que la entrada en guerra de su país, Inglaterra, le obligó a regresar a él. Seguramente, de haber permanecido más tiempo en la Meca del Cine, su nombre sería hoy tan popular como algunas de las más importantes estrellas masculinas de su época.

Un Frankenstein tan exquisito como malvado
Acabado el conflicto bélico, trabajó principalmente en la televisión británica, en donde se convirtió en un rostro muy conocido. El director Terence Fisher aprovechó precisamente la baza de esa fama para proponerle el papel del Barón Frankenstein en una nueva versión del clásico de Mary Shelley que iba a dirigir para la pequeña productora Hammer Films y en la que el rol de la criatura recaería sobre el actor Christopher Lee. El resto, utilizando el manido tópico, es historia. Sería el comienzo de un montón de colaboraciones entre el mágico triángulo Cushing-Fisher-Lee durante los siguientes años y también el principio de la segunda edad de oro del cine de terror (la tercera para algunos, si consideramos a los maestros expresionistas). Por suerte o por desgracia para Peter, el éxito de este largometraje y de los inmediatamente posteriores para la Hammer le supondrían también un encasillamiento casi definitivo en el género del terror, del que está considerado uno de los grandes paladines.

Cushing compuso un Victor Frankenstein refinado y elegante, pero frío, cerebral y cruel, obsesionado por su deseo de probar sus teorías científicas y al que no le importaba sacrificar a sus amigos y seres queridos con tal de alcanzar su fin. El actor seguiría desarrollando el personaje de manera impecable a lo largo de cinco continuaciones más hasta 1973. Si tuviera que quedarme con una única película de Peter Cushing, creo que sería esta sin duda. Lo considero su mejor papel y su trabajo más esencial.

El mejor Van Helsing
Drácula (Terence Fisher, 1958)
Visitado uno de los grandes mitos del fantástico, tocaba ahora retornar a otro a la gran pantalla: el temible conde vampiro de Bram Stoker. De nuevo con Fisher en la dirección y con Christopher Lee en el que sería su papel más conocido, Peter Cushing encarnó esta vez a su archienemigo, el doctor Van Helsing, al que confirió rasgos de ágil héroe errolflynniano en escenas sugeridas por él mismo como la del enfrentamiento final entre su personaje y el monstruo transilvano.

La saga de Drácula-Lee se extendería hasta seis entregas más, pero Peter sólo regresaría en las dos últimas, ambientadas en la actualidad, y en las que interpretaba a un descendiente del Van Helsing original.



La Momia (Terence Fisher, 1959)
La Hammer parecía haber encontrado una fórmula mágica comercial resucitando a los monstruos clásicos de la literatura y del cine que ya había encumbrado la Universal más de dos décadas antes. Llegaba ahora el turno de la Momia, para el que Cushing, Fisher y Lee se unieron por tercer año consecutivo.

Algunos consideran esta película claramente inferior a sus dos célebres predecesoras; para mí está prácticamente a la misma altura con ese fascinante encuentro entre los dos actores cuando el resucitado egipcio (Lee, por supuesto) irrumpe en la mansión del arqueólogo Cushing. La bella Yvonne Furneaux completaba el suntuoso reparto en el papel de la esposa de Cushing quien, mira por donde, resultaba ser idéntica a la difunta amada de la momia Kharis.

El perro de los Baskerville (Terence Fisher, 1959)
Seguimos en 1959, y aunque esta vez no hay elemento fantástico propiamente, nuestro triángulo invicto sigue echando mano de los clásicos de la literatura inglesa: esta vez es el turno de Sir Arthur Conan Doyle y El perro de los Baskerville. Con esta película, Cushing bordará uno de sus personajes más recordados, por supuesto, el infalible Sherlock Holmes. Su amigo Lee no será en esta ocasión su antagonista: encarnará a Sir Henry Baskerville, a quien el detective y su inseparable Watson (inolvidable André Morell) deberán defender de sus enemigos.

A pesar de que este fue su único largometraje cinematográfico interpretando al investigador, Peter Cushing es recordado como uno de los mejores Sherlock Holmes de la pantalla grande junto a Basil Rathbone. Retomaría el personaje durante dieciséis episodios para la serie de la BBC en 1968 y una última vez en 1984 (véase más adelante).

Las novias de Drácula (Terence Fisher, 1960)
Sin Lee en esta ocasión (de hecho, pese al desconcertante título, el personaje de Drácula ni siquiera aparece en la cinta) pero con Fisher dirigiendo, Cushing recupera magistralmente a Van Helsing y lo enfrenta al vampiro de turno, el Barón Meinster (David Peel). En cierta manera, esta película cierra la etapa de mayor gloria de su director y actor principal, aunque ambos seguirían trabajando para la Hammer durante muchos más años. Fuera de esta selección, a fin de no hacerla interminable, me dejo títulos de la talla de La maldición de Vandorf, El abominable hombre de las nieves o las ya citadas secuelas de La maldición de Frankenstein.

Las amantes del vampiro (Roy W. Baker, 1970)
Siempre dispuesto a acabar con el mal
Película no estrenada en España en su momento y aparecida en formato doméstico con títulos tan despistados como el que encabeza este apartado o Vampiros enamorados –lo correcto sería Las amantes vampiro–, adapta la legendaria novela de Sheridan LeFanu Carmilla, y el reparto está encabezado por una de las pocas actrices que destacaron en la Hammer con papeles a la altura de los de sus colegas masculinos: la inolvidable Ingrid Pitt. En la época en que se rodó este largometraje, el código de censura británico se había flexibilizado bastante y la Hammer posiblemente no dudó en acentuar el erotismo de sus productos para atraer a un mayor número de espectadores, y este título es uno de los mejores ejemplos de esa nueva política de la empresa. Entre sensuales desnudos y lésbicas escenas, no obstante, Roy Ward Baker, otro de los directores esenciales de la productora, nos presenta una historia gótica con todos los elementos imprescindibles de estas: tumbas, ruinas, niebla… y un Peter Cushing que, en el papel del General von Spielsdorf, está dispuesto a acabar una vez más con el mal valiéndose de estacas y crucifijos.

Cuentos de ultratumba (Kevin Connor, 1974)
¿No quieren comprarme algo?
Fundada en Inglaterra por los estadounidenses Milton Subotsky y Max Rosenberg, la productora Amicus se había erigido desde los primeros 60 en clara rival de la Hammer y se había especializado, como esta, en filmes de terror. Uno de sus productos habituales fueron las películas compuestas de varias historias cortas, normalmente basadas en libros o cómics del género, unidas por un nexo común, habitualmente un personaje presentador-iniciador, y entre las muchas que produjo la casa quiero destacar esta por el impagable y sin par papel que hace nuestro homenajeado: en la cinta representa a un simpático viejecito que regenta una tienda de antigüedades y rarezas en Londres. Los clientes que acuden a ella invariablemente le engañan, roban o regatean, y el artículo que se llevan entraña cada una de las historias. Al final, se diría que el afable anciano de la pipa no es tan inofensivo como parecía. Inolvidables también las apariciones de David Warner y Donald Pleasence.

La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977)
Otro de los hitos fílmicos de mi vida y, como ya he adelantado, posiblemente mi primer encuentro con Peter Cushing, a finales de los años 70. El joven George Lucas planeaba rodar en Inglaterra esta película que sería el inicio de su imperecedera saga cuando se planteó reforzar el desconocido y joven reparto con algunos actores de renombre. Convencer a Alec Guinness para ser Obi-Wan Kenobi fue algo complicado, pero Peter aceptó encantado encarnar al malévolo e inescrupuloso líder imperial Wilhuff Tarkin, aunque en algunas entrevistas aseguró que tuvo la opción de escoger también el papel del viejo mentor Jedi. Conocidísima es la anécdota de que rodó buena parte de su papel con zapatillas de andar por casa porque no le cabían las botas militares que el equipo de vestuario le proporcionó.

La figura de Peter Cushing se convertía, con esta que sería su última gran película para cine, en vínculo entre dos generaciones del fantástico y en testigo de dos de los más importantes títulos de la historia de este género.

La casa de las sombras del pasado (Peter Walker, 1983)
Ya tuve ocasión de hablar sobre esta película en mi homenaje a Vincent Price en su centenario hace dos años, pero es inevitable que la vuelva a escoger aquí por las mismas razones: reúne, no sólo a estos dos mitos del cine fantástico, sino también a Christopher Lee y hasta a John Carradine, paladín menor pero estimable dentro del género. Por eso, a pesar de estar poco apreciada por algunos de los seguidores de estos actores, yo la considero un homenaje impagable a sus entonces ya largas trayectorias. Sería también la última de las veintidós películas que compartirían Peter Cushing y Christopher Lee.



Las máscaras de la muerte (Roy W. Baker, 1984)
Última interpretación, ya directamente para la televisión, de Peter Cushing en el papel de Sherlock Holmes, con un reparto veteranísimo e invaluable en el que destacan Anne Baxter, Ray Milland, Anton Diffring y nada menos que John Mills como Watson.

Es una cinta que homenajea sin duda a una época de la historia del cine que ya tocaba a su fin en aquellos momentos y a algunos de sus más memorables intérpretes. Peter Cushing rodaría Biggles, el viajero del tiempo dos años después, antes de retirarse definitivamente de la actuación. Nos dejaría un 11 de agosto de 1994 legándonos una herencia como sólo los grandes artistas pueden legar: una infinidad de trabajos en donde disfrutar su larga labor y en donde reencontrarnos con él siempre que queramos…

¡Peter Cushing Lives in Whitstable!
El grupo inglés The Jellybottys tuvo un nº1 en su país con esta divertida canción que rendía tributo a nuestro querido actor. ¿Qué mejor forma de recordarle que con una sonrisa?


2 comentarios:

  1. Para mí siempre serán inolvidables las interpretaciones de Peter Cushing en la Hammer, sobre todo en la saga de Frankenstein y en la de Drácula. Soy consciente de lo mucho que me han marcado esas películas en una determinada época de mi vida y son claramente culpables de mi afición al cine fantástico y, sobre todo, al cine con monstruos clásicos. No soy muy mitómano pero con la pareja Cushing-Lee he estado bastante enganchado.

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  2. ¡Y quién no se engancha con ellos!

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