Mi panteón cinéfilo es vasto y poblado, y por
ello no soy demasiado amigo de establecer podios y jerarquías en él. En lo
tocante a actores masculinos, muchos han sido los que han trascendido en mi
vida como aficionado al 7º Arte. Habiendo crecido viendo cine clásico, casi
todos los nombres más legendarios de Hollywood son esenciales para mí: Cary
Grant, James Stewart, Humphrey Bogart, John Wayne, Richard Widmark, y un
larguísimo etcétera. En épocas más modernas he sido incondicional de gente como
Harrison Ford, Gary Oldman o Geoffrey Rush, por citar los más importantes. Pero
lo cierto es que, si hay un actor que tiene un lugar privilegiado en mi
corazón, ese es sin duda Peter Cushing, siempre seguido muy de cerca de
su colega y amigo Vincent Price.
La presencia de Cushing, su rostro
inconfundible, esa mirada tan absorbente y fascinante, hacen que me rinda
incluso ante los trabajos más olvidables de este actor. Creo que fue un hombre
que siempre intentó conferir dignidad y seriedad a todos sus papeles, independientemente
de lo interesantes o notorias que pudieran ser las producciones en las que
tomaba parte. Si intento rememorar mi primer encuentro con él, imagino que
sería fácil afirmar que fue en La guerra
de las galaxias. También en el cine vi algunas de sus últimas apariciones
como Top Secret o Biggles, pero no fue hasta más avanzada
mi adolescencia cuando empecé a descubrir sus clásicos de la Hammer y me rendí
definitivamente ante este caballero del fantástico que encarnó al Barón
Frankenstein, al cazavampiros Van Helsing o a Sherlock Holmes como nadie lo ha
hecho nunca. A partir de ese momento, me convertí en fan de por vida y, a día
de hoy, creo que puedo decir que he visto gran parte de su filmografía, aunque
no toda ella.
Como homenaje a este actor del que hoy se
cumple el centenario de su nacimiento, he querido hacer una selección de diez
películas suyas que considero esenciales y/o especiales, tarea difícil porque
me parece un número demasiado pequeño y limitado para escoger, y porque, como
ya he dicho, tampoco he visto todos sus trabajos, pero estos son los que
recomendaría a quien quisiera iniciarse en la filmografía de Cushing y posiblemente
los que más me han gustado de entre los que he visto.
A Peter Cushing le costó lo suyo triunfar en la
pantalla grande. Se había iniciado en el cine en 1939 en el mismísimo
Hollywood, donde intervino en pequeños papeles durante dos años hasta que la
entrada en guerra de su país, Inglaterra, le obligó a regresar a él.
Seguramente, de haber permanecido más tiempo en la Meca del Cine, su nombre
sería hoy tan popular como algunas de las más importantes estrellas masculinas
de su época.
Un Frankenstein tan exquisito como malvado |
Cushing compuso un Victor Frankenstein
refinado y elegante, pero frío, cerebral y cruel, obsesionado por su deseo de probar
sus teorías científicas y al que no le importaba sacrificar a sus amigos y
seres queridos con tal de alcanzar su fin. El actor seguiría desarrollando el
personaje de manera impecable a lo largo de cinco continuaciones más hasta
1973. Si tuviera que quedarme con una única película de Peter Cushing, creo que
sería esta sin duda. Lo considero su mejor papel y su trabajo más esencial.
Visitado uno de los grandes mitos del
fantástico, tocaba ahora retornar a otro a la gran pantalla: el temible conde
vampiro de Bram Stoker. De nuevo con Fisher en la dirección y con Christopher
Lee en el que sería su papel más conocido, Peter Cushing encarnó esta vez a su
archienemigo, el doctor Van Helsing, al que confirió rasgos de ágil héroe
errolflynniano en escenas sugeridas por él mismo como la del enfrentamiento
final entre su personaje y el monstruo transilvano.
La saga de Drácula-Lee se extendería hasta
seis entregas más, pero Peter sólo regresaría en las dos últimas, ambientadas
en la actualidad, y en las que interpretaba a un descendiente del Van Helsing
original.
La
Momia (Terence Fisher, 1959)
La Hammer parecía haber encontrado una
fórmula mágica comercial resucitando a los monstruos clásicos de la literatura
y del cine que ya había encumbrado la Universal más de dos décadas antes.
Llegaba ahora el turno de la Momia, para el que Cushing, Fisher y Lee se
unieron por tercer año consecutivo.
Algunos consideran esta película claramente
inferior a sus dos célebres predecesoras; para mí está prácticamente a la misma
altura con ese fascinante encuentro entre los dos actores cuando el resucitado
egipcio (Lee, por supuesto) irrumpe en la mansión del arqueólogo Cushing. La
bella Yvonne Furneaux completaba el suntuoso reparto en el papel de la esposa
de Cushing quien, mira por donde, resultaba ser idéntica a la difunta amada de
la momia Kharis.
Seguimos en 1959, y aunque esta vez no hay
elemento fantástico propiamente, nuestro triángulo invicto sigue echando mano
de los clásicos de la literatura inglesa: esta vez es el turno de Sir Arthur
Conan Doyle y El perro de los Baskerville.
Con esta película, Cushing bordará uno de sus personajes más recordados, por
supuesto, el infalible Sherlock Holmes. Su amigo Lee no será en esta ocasión su
antagonista: encarnará a Sir Henry Baskerville, a quien el detective y su
inseparable Watson (inolvidable André Morell) deberán defender de sus enemigos.
A pesar de que este fue su único largometraje
cinematográfico interpretando al investigador, Peter Cushing es recordado como
uno de los mejores Sherlock Holmes de la pantalla grande junto a Basil
Rathbone. Retomaría el personaje durante dieciséis episodios para la serie de
la BBC en 1968 y una última vez en 1984 (véase más adelante).
Las
novias de Drácula (Terence Fisher, 1960)
Sin Lee en esta ocasión (de hecho, pese al
desconcertante título, el personaje de Drácula ni siquiera aparece en la cinta)
pero con Fisher dirigiendo, Cushing recupera magistralmente a Van Helsing y lo
enfrenta al vampiro de turno, el Barón Meinster (David Peel). En cierta manera,
esta película cierra la etapa de mayor gloria de su director y actor principal,
aunque ambos seguirían trabajando para la Hammer durante muchos más años. Fuera
de esta selección, a fin de no hacerla interminable, me dejo títulos de la
talla de La maldición de Vandorf, El abominable hombre de las nieves o las
ya citadas secuelas de La maldición de
Frankenstein.
Las
amantes del vampiro (Roy W. Baker, 1970)
Siempre dispuesto a acabar con el mal |
Cuentos
de ultratumba (Kevin Connor, 1974)
¿No quieren comprarme algo? |
Otro de los hitos fílmicos de mi vida y, como
ya he adelantado, posiblemente mi primer encuentro con Peter Cushing, a finales
de los años 70. El joven George Lucas planeaba rodar en Inglaterra esta
película que sería el inicio de su imperecedera saga cuando se planteó reforzar
el desconocido y joven reparto con algunos actores de renombre. Convencer a
Alec Guinness para ser Obi-Wan Kenobi fue algo complicado, pero Peter aceptó
encantado encarnar al malévolo e inescrupuloso líder imperial Wilhuff Tarkin,
aunque en algunas entrevistas aseguró que tuvo la opción de escoger también el
papel del viejo mentor Jedi. Conocidísima es la anécdota de que rodó buena
parte de su papel con zapatillas de andar por casa porque no le cabían las
botas militares que el equipo de vestuario le proporcionó.
La figura de Peter Cushing se convertía, con
esta que sería su última gran película para cine, en vínculo entre dos
generaciones del fantástico y en testigo de dos de los más importantes títulos
de la historia de este género.
Última interpretación, ya directamente para
la televisión, de Peter Cushing en el papel de Sherlock Holmes, con un reparto
veteranísimo e invaluable en el que destacan Anne Baxter, Ray Milland, Anton
Diffring y nada menos que John Mills como Watson.
Es una cinta que homenajea sin duda a una época de la historia del cine que ya tocaba a su fin en aquellos momentos y a algunos de sus más memorables intérpretes. Peter Cushing rodaría Biggles, el viajero del tiempo dos años después, antes de retirarse definitivamente de la actuación. Nos dejaría un 11 de agosto de 1994 legándonos una herencia como sólo los grandes artistas pueden legar: una infinidad de trabajos en donde disfrutar su larga labor y en donde reencontrarnos con él siempre que queramos…
Es una cinta que homenajea sin duda a una época de la historia del cine que ya tocaba a su fin en aquellos momentos y a algunos de sus más memorables intérpretes. Peter Cushing rodaría Biggles, el viajero del tiempo dos años después, antes de retirarse definitivamente de la actuación. Nos dejaría un 11 de agosto de 1994 legándonos una herencia como sólo los grandes artistas pueden legar: una infinidad de trabajos en donde disfrutar su larga labor y en donde reencontrarnos con él siempre que queramos…
¡Peter Cushing
Lives in Whitstable!
El
grupo inglés The Jellybottys tuvo un nº1 en su país con esta divertida canción que rendía
tributo a nuestro querido actor. ¿Qué mejor forma de recordarle que con una
sonrisa?
Para mí siempre serán inolvidables las interpretaciones de Peter Cushing en la Hammer, sobre todo en la saga de Frankenstein y en la de Drácula. Soy consciente de lo mucho que me han marcado esas películas en una determinada época de mi vida y son claramente culpables de mi afición al cine fantástico y, sobre todo, al cine con monstruos clásicos. No soy muy mitómano pero con la pareja Cushing-Lee he estado bastante enganchado.
ResponderEliminar¡Y quién no se engancha con ellos!
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